Voces y visiones (Segunda Parte)

voces y visiones 2_primera vocalUNA GUÍA PARA EL AFRONTAMIENTO Y LA RECUPERACIÓN

Para padres, cuidadores y familiares de personas jóvenes que escuchan voces o tienen visiones

Os dejamos con la segunda parte de esta interesante guía, podéis consultar la primera parte en esta misma sección.

INTRODUCCIÓN

Tratar con un niño que escucha voces significa adentrarse en un proceso en el que las voces puedan ser aceptadas y el niño se sienta apoyado en base a esa aceptación. Es un “indagar juntos”.

Dr. Sandra Escher, Children Hearing Voices

Aunque a la mayoría de los niños que escuchan voces no les afecta de manera negativa, saber que tu hijo está luchando por hacerles frente puede ser un consuelo. Cuando las voces y las visiones son muy intrusivas, poderosas o angustiantes, es normal que toda la familia se sienta sobrepasada e indefensa. Como padres, podríais sentir que vuestro hijo está luchando con algo que, simplemente, está fuera de vuestro alcance.

La buena noticia es que la investigación demuestra que la recuperación es posible, y tú, como padre/madre, juegas un papel importante. Puedes ayudar a tu hijo a descubrir su potencial de crecimiento y recuperación, aportando esperanza y animándole. Esto te puede parecer un sueño inalcanzable si tu hijo está teniendo experiencias muy angustiantes. Puede que te sientas perdido y sin saber qué hacer. Quizá te ayude considerar la recuperación como un camino. Todo camino, no importa cuán difícil sea, comienza con un sencillo paso. Cada uno de nosotros somos seres únicos, de manera que no existen respuestas que funcionen para todo el mundo. No obstante, esperamos que la información de este folleto te inspire para encontrar el camino a seguir para ti y para tu hijo.

Por último, te recordamos que estos folletos no deben ser considerados de manera aislada. Hay personas ahí fuera que pueden ayudaros. Si no sabes cómo acceder a ellas, habla con tu médico de cabecera, con Young Minds o ponte en contacto con nosotros en Voice Collective [Nota de Primera Vocal: desgraciadamente este pasaje solo es válido de momento para Gran Bretaña].

RECUPERACIÓN

Si la vida fuera fácil, ninguno de nosotros necesitaría recuperarse. Simplemente escucharíamos voces que nos harían reír o alegrarnos. La recuperación es algo más que encontrar formas de manejarse con las voces. Consiste en curarse de aquellos problemas que causaron en el inicio ese tipo de experiencias difíciles.

Rachel, coordinadora del proyecto Voice Collective y escuchadora de voces

¿QUÉ QUEREMOS DECIR CON RECUPERACIÓN?

Para nosotros, recuperarse significa simplemente vivir la vida que eliges.

Aunque muchos jóvenes que escuchan voces no se ven afectados por ellas, las voces angustiantes pueden interferir en el desarrollo de una vida “normal”. Pueden afectar al sentido que los jóvenes tienen sobre sí mismos, a la confianza, la autoestima, el humor, el trabajo escolar y las relaciones familiares. A veces la situación puede parecer desesperante tanto para el joven como para aquellos que le quieren –como si todo el mundo fuera incapaz de hacer nada y estuviera atrapado en una situación fuera de control–. La buena noticia es que incluso aquellos que han estado afectados de manera intensa por voces angustiantes y complicadas pueden, y logran, recuperarse. La recuperación es un recorrido individual. Como en todo recorrido, hay muchas maneras de hacerlo. Nuestro trabajo, como facilitadores, es ayudar a la gente joven a encontrar el camino que funciona para ellos.

Las personas jóvenes que se recuperan podrían, o no, seguir escuchando voces o teniendo visiones. En muchos sentidos, esto no es lo importante. La clave es que están viviendo su vida –una vida con altibajos, desafíos, diversión, errores y éxitos–. Cuando alguien se ha recuperado, las voces han dejado de estar en el asiento del conductor. Quizá lo más importante es que se han comprendido y tratado los problemas vitales que desencadenaron las voces.

¿QUÉ PASA CON LAS VOCES?

De acuerdo con la investigación de Escher, el 60% de los niños y de las personas jóvenes dejan de escuchar voces una vez que los problemas que subyacen han sido abordados.

Si las voces de tu hijo son muy angustiantes, la idea de continuar escuchándolas y recuperarse puede sonar rara. Después de todo, ¿cómo podría alguien sentirse bien escuchando voces que dicen cosas horribles y que le dicen que se aparte de la gente que quiere?

Una forma de entenderlo es pensar en las personas de nuestra vida con las que nos resulta difícil tratar. Mientras, en un mundo ideal, dejaríamos de tener contacto con esas personas que consideramos tóxicas, a veces hacerlo no es posible. Si son compañeros de trabajo, miembros de la familia extensa o la pareja de nuestro mejor amigo, tendremos que tratar con ellos nos guste o no. En esta situación, al no poder cambiar o escapar de la otra persona, lo único que podemos hacer es cambiar nosotros mismos. A veces esto únicamente limita su influencia sobre nosotros, pero también puede producir un cambio similar en la otra persona.

La relación de tu hijo con sus voces puede entenderse de manera parecida. La recuperación puede ocurrir cuando:

  • Las voces permanecen igual, pero el joven cambia cómo se siente respecto a ellas: por ejemplo, imagina un niño que está a punto de hacer un examen y una voz le dice que es estúpido y que lo va a hacer mal. Si ese niño sabe que la voz dice cosas cuando está nervioso, podrá responder: “Me preocupa fallar, pero he estudiado, así que voy a hacerlo lo mejor posible. Y si lo hago mal, siempre podré repetirlo. Estaré bien de todas formas”.
  • Las voces cambian. Por ejemplo, una voz malvada que insiste en que permanezcamos alejados de los demás puede ser en ocasiones una voz protectora disfrazada. Cuando el niño deje de temer a los demás, la voz puede volverse amistosa y ser de ayuda.

PASOS PARA LA RECUPERACIÓN

Mantente siempre disponible para tu hijo, a pesar de lo dura que llegue a ser la situación. Tú eres la persona de quien más depende y en quien más confía. Sigue tu instinto y recuerda que nadie conoce a tu hijo mejor que tú.

Anne, madre de un niño atendido en Voice Collective

Las voces y visiones son portadoras de mensajes importantes acerca de cómo se siente tu hijo consigo mismo y con el mundo. Más que hablar directamente, esos mensajes están ocultos, en clave. Las voces difíciles y que desencadenan angustia reflejan generalmente emociones y experiencias vitales difíciles y angustiosas.

Las personas jóvenes pueden, y consiguen, encontrar maneras de manejar las voces, las visiones y las emociones difíciles que las motivan. Desarrollar esas estrategias aportará a tu hijo habilidades valiosas que le ayudarán a sacar el mejor partido de su vida, continúe o no escuchando voces.

  1. ¿Cuál es el problema?

Uno de los primeros pasos para ayudar a tu hijo a encontrar maneras de manejar las voces y visiones problemáticas es empezar a pensar qué dificultades o problemas podrían estar desencadenándolas. Diferentes problemas requieren diferentes soluciones. A veces, el problema subyacente es obvio. Podrías haberte dado cuenta de que tu hijo ha sufrido acoso escolar, o ha tenido una pérdida importante, o ha sido testigo de un grave delito. Sin embargo, en general, suele ser necesario investigar a un nivel más profundo.

Intenta ser consciente de las maniobras culpabilizadoras y evítalas. A menos que hayas hecho daño a tu hijo intencionadamente, no eres el culpable de sus experiencias. No obstante, puede ser de ayuda tanto buscar factores externos como explorar si hay algo en casa que haya podido contribuir, de manera inadvertida, en las emociones dolorosas de tu hijo (por ejemplo, una pérdida o un cambio reciente).

Cuando tu hijo esté tranquilo, anímale a contarte cómo se siente y, si puede, qué le están diciendo las voces. Algunos pueden hablar más fácilmente mientras están escribiendo, dibujando o haciendo algo activo.

Cuando hables con tu hijo es importante que estés sereno y que le muestres tu interés en considerar las cosas desde su punto de vista. Para facilitar esto, a algunas familias les ha resultado útil instalar una “caja de problemas”, que proporciona al niño la oportunidad de escribir sus preocupaciones cuando suceden y, si quieren, explorarlas luego con alguien en quien confíen.

Generalmente, las voces y visiones están asociadas a la manera en que el niño se siente consigo mismo y con el mundo, y aportan pistas valiosas acerca de los problemas que se están encontrando. Por ejemplo, un niño que escucha voces que le dicen que repita una tarea hasta que esté correcta podría estar sintiéndose muy inseguro y nervioso. Un niño cuyas voces le griten podría estar sintiéndose rabioso consigo mismo o con otras personas.

Descubrimos que Sam estaba siendo acosado en el colegio. Las voces le gritan, le amenazan y le dicen todo tipo de cosas terribles. Ahora lleva el acoso dentro de sí mismo. Odio saber que se siente tan mal, pero al menos ahora podemos ayudarle.

Jane, madre de un niño atendido en Voice Collective

Si tu hijo escucha voces muy agresivas o destructivas, probablemente esté asustado y se sienta indefenso. Por muy horribles que puedan ser las voces, no olvides que también tienen un significado. Intenta no asustarte con las voces, incluso si tu hijo está aterrado. Puedes empezar a buscarle un sentido a lo que está pasando una vez que él esté tranquilo, pero tu prioridad inmediata es ayudarle a calmarse y sentirse a salvo de nuevo.

Recuerda: no tienes por qué hacer esto solo. Hay un montón de dispositivos ahí fuera que están deseando poder ayudarte. [Nota de Primera Vocal: principio de realidad… esto es el estado español, y mucho nos tememos que tendrán que ser los propios afectados quienes articulen proyectos de ayuda].

  1. identifica y construye fortalezas

Todo el mundo, no importa lo estresado que esté, posee maneras naturales de afrontar sentimientos y situaciones difíciles. Si puedes encontrar cuáles son las estrategias que de forma natural utiliza tu hijo, ¡te sorprenderás de lo habilidoso que es! Elabora una lista con él y anímale a guardarla en un lugar seguro.

Si puedes, busca el ingrediente secreto de cada estrategia –intenta entender qué es lo que la hace útil–. ¿Es distractora? ¿Reconfortante? ¿Creativa? ¿Expresiva? ¿Activa? ¿Tranquilizadora? ¡Cuanto más sepas, más fácil será crear estrategias a medida que realmente funcionen para tu hijo!

En general, cuando los jóvenes se sienten agobiados, difícilmente pueden pensar qué cosas hacer para manejar las situaciones difíciles. Discutir estrategias de afrontamiento puede recordarles lo desesperados que se sienten ante la situación. Puedes ayudarle “manteniendo la esperanza” y recordándole que puede, y que conseguirá, descubrir maneras de manejarse la situación. Desarrollar nuevas habilidades lleva tiempo, y requiere de apoyo y de mucho estímulo y aliento.

  1. Trabajar juntos para encontrar una solución

Gran parte del recorrido de tu hijo hacia la recuperación tiene que ver con encontrar sus propias estrategias de afrontamiento. Para pensar en ello puede ser útil elaborar un conjunto de herramientas que ayude a tu hijo a manejarse con una gama de situaciones y sentimientos.

Todos somos diferentes, así que no hay fórmulas mágicas. No obstante, puedes ayudar a que tu hijo se implique en este proceso creativo. No olvides confiar en tu instinto y escuchar a tu hijo… después de todo, ¡vosotros sois los expertos!

Nunca dudes de tu criterio ni temas buscar consejo, apoyo y ayuda

Dee, madre de un niño atendido en Voice Collective

ALGUNAS ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO

Estas son solo algunas ideas que han sido de ayuda a los jóvenes con los que trabajamos. Úsalas como un punto de partida, para inspirarte, no como un manual de instrucciones.

Tranquilizar

Muchas veces, las voces y visiones se desencadenan o se vuelven peores a raíz de sentimientos de estrés o ansiedad. Pueden volverse más fuertes, más agresivas o más distractoras cuanto más nervioso esté tu hijo. Incluso si han sido desencadenadas por cualquier otra cosa, escucharlas puede hacer que tu hijo tenga mucho miedo.

Estos consejos pueden ayudarte si tu hijo necesita calmarse y relajarse. Son un buen punto de partida, y son consejos para la vida, no solo para las voces. Tu hijo podría necesitar ayuda para recordarlos en momentos difíciles. En nuestra experiencia, ayuda muchísimo poder hablar con alguien mientras se hacen estos ejercicios –es ahí donde tu ayuda resulta inestimable–.

Encontrar un ritual tranquilizador

En este sentido, un ritual es simplemente algo familiar que tu hijo pueda hacer cuando necesite sentirse seguro. Puede ser desde preparar una bebida caliente, tocar escalas en un instrumento musical, hacer tai-chi o yoga, botar una pelota, leer un poema o una historia que le tranquilice, ver su programa de televisión favorito, sostener su juguete o su manta favorita o rezar una oración.

Algunos jóvenes se sienten seguros dentro de patrones –en ese caso hacer puzzles o garabatos podría ser también de ayuda–.

Escribir su propio mantra puede ser también útil. Esto permite tanto contradecir las voces, como recordarle a tu hijo su fuerza y que está a salvo. Por ejemplo, “Estoy a salvo aquí. Nadie va a hacerme daño” o “Estoy a salvo, soy fuerte. Me quieren”. Podéis escribir esto en tarjetas, para que el niño pueda repetirlo cuando se sienta vulnerable.

Ejercicios de respiración

Respirar despacio y profundamente es muy tranquilizador. Obtenemos feedback de nuestro cuerpo, de manera que si nuestra respiración es calmada nuestro cerebro dice “Vale, aquí no hay peligro”. Por el contrario, si respiramos de forma rápida y poco profunda nuestro cerebro puede captar el mensaje de que está ocurriendo algo de lo que hay que preocuparse.

Si pides a alguien que está muy nervioso que respire profundamente, tenderá a forzar la respiración y resoplar. Eso sólo consigue que se sienta aún más nervioso. Sin embargo, puede ser útil emplear un patrón que provea cierta estructura y ofrezca algo en lo que focalizarse.

Para empezar, da golpecitos a un ritmo estable y continuo e intenta esto:

Inspirar durante 4 golpes, aguantar la respiración durante 4, expirar durante 4, aguantar durante 4.

Repetid el ciclo hasta que tu hijo se sienta a gusto con él. Asegúrate de que está respirando con el diafragma, esto es, desde el ombligo, no desde la parte alta de los pulmones. El ombligo debe expandirse, pero los hombros deben permanecer fijos.

Una vez hecho esto, cuando esté preparado, intentad alargar la expiración mientras el resto se mantienen en la misma longitud del inicio. Alargad desde 4 hasta 6 golpes y después hasta 8.

Recuerda: ve siempre al ritmo del joven y buscad una respiración pausada más que una atlética. Tiene que ser lo más relajado posible. Si se empieza a marear, parad y sentaos.

Ejercicios de relajación física

Habla con tu hijo para que tense cada parte de su cuerpo durante algunos segundos con el objetivo de relajarlos luego. Anímale a prestar atención a cómo se siente su cuerpo. Si tu hijo es demasiado joven para hacer esto, puedes ayudarle convirtiéndolo en un juego. En primer lugar, el niño tiene que acurrucarse como si fuera una tortuga que se está metiendo en su cascarón. Después, despacio, se le pide que se convierta en una jirafa que se estira para mordisquear una hoja en lo alto.

Cinco cosas

Cuando las cosas dan miedo, tendemos a prestarles mucha atención y nos resulta difícil concentrarnos en nada más. Se trata de una respuesta adaptativa –después de todo, si en el pasado vivíamos en un entorno salvaje, necesitábamos prestar atención a las amenazas como los leones para permanecer vivos–. Los ejercicios de anclaje en el presente[1] pueden ayudar a tu hijo a aprender a cambiar el foco de atención de las voces y visiones hacia otra información sensorial (dentro o fuera de su cuerpo). Puede ser de ayuda hacerlo como un juego junto a tu hijo.

Nombra 5 cosas que puedas ver, 5 cosas que puedas oír y 5 cosas que puedas tocar.

Nombra 4 cosas… 3 cosas… 2 cosas… 1 cosa.

Se pueden repetir cosas y también podéis cambiar en cualquier momento. Si tu hijo se queda sin sonidos, podéis hacer un ruido cualquiera de los dos.

Si está escuchando y viendo cosas al mismo tiempo, podéis incluirlo también. El truco es colocarlo en medio de las demás cosas que pueden oír, ver o sentir para hacer a las voces o visiones menos poderosas.

Crear un refugio seguro

Ayuda a tu hijo a construir un lugar seguro en casa, donde pueda ir cuando se sienta vulnerable. Puede ser una habitación, una esquina, una silla cómoda –cualquier lugar que sea tranquilo, silencioso y fácilmente accesible–.

Otra versión es animar a tu hijo a que imagine un lugar seguro y lo describa con detalle. Pregúntale cosas para ayudarle a utilizar todos los sentidos, como si fuera real. Escoge junto a tu hijo un objeto pequeño que pueda coger mientras hace este ejercicio de imaginación. Puede ser una piedra pequeña, una concha, un pequeño juguete o cualquier cosa que le resulte tranquilizadora. Repetid esta visualización cada día, imaginando cada vez que todos los sentimientos buenos y de seguridad pasan al objeto. Luego, cuando esté nervioso, anímale a usar el objeto para que le ayude a recordar ese espacio seguro que lleva dentro.

La caja de los buenos recuerdos

Cuando las cosas son duras, es difícil mantener activos los buenos recuerdos. Crear un cofre del tesoro puede ayudaros a mantener esos recuerdos cerca para usarlos en los días oscuros. Anima a tu hijo a llenarlo con cualquier cosa que desencadene buenos recuerdos y sentimientos –fotos, música, trabajos artísticos, cartas… cualquier cosa vale–.

DISTRAERSE

Distraerse es una de las maneras más naturales de hacer frente a las experiencias angustiosas. Implica que tu hijo identifique una gama de actividades en las que pueda concentrarse, incluso cuando la situación sea estresante.

Esto puede incluir escuchar música, jugar al ordenador, dar un paseo, hacer deporte, limpiar, pintar, dibujar, escribir, planear algo, leer una revista, cantar, ver vídeos musicales, construir algo (por ejemplo, con arcilla, plastilina o periódicos), estar con gente o cocinar.

Nota: Aunque distraerse es una estrategia temporalmente útil, sólo aparta los sentimientos y experiencias difíciles provisionalmente. Tu hijo también necesitará en algún momento ayuda para expresarse y encontrar maneras de ganar cierto control sobre las voces o visiones.

Expresarse

Generalmente las voces difíciles están ligadas a emociones difíciles, así que tiene sentido pensar que expresar dichas emociones puede ser de ayuda.

Esas emociones pueden asustar mucho a los niños o a los jóvenes, especialmente si están asociadas a las voces que escuchan. Puedes jugar un papel importante ayudándoles a sentirse –y estar– seguros. Si se agobian, recuerda echar mano de las estrategias tranquilizadoras mencionadas anteriormente.

Físicamente

Si tu hijo se siente frustrado, enfadado o nervioso, hacer algo físico le puede ayudar. Esto incluiría correr, montar en bicicleta, andar rápido o hacer sombras[2]. Puede ser útil lanzar una pelota contra la pared, rasgar hojas de periódico o golpear un cojín o un saco de boxeo. Cantar, bailar o tocar un instrumento musical puede ser también bueno.

Todos necesitamos gritar y chillar a veces. Si puedes, encuentra una manera segura para que tu hijo descargue tensión (por ejemplo, gritando mientras suena música). Incluso podría apeteceros crear juntos vuestro propio “Haka” (un grito/baile de guerra Maorí que hacen los jugadores de rugby de Nueva Zelanda antes de cada partido).

Creativamente

La creatividad es una vía excelente de expresión para los niños y los jóvenes. Puedes animar a tu hijo a escribir, dibujar, pintar o usar plastilina para mostrar cómo se siente. Si a tu hijo le gusta escribir, tener un diario puede ayudarle a registrar sus emociones para, con ayuda de alguien, poder darles un sentido después. Una alternativa es el scrap-booking[3] o los collages, que son maneras estupendas de seguirle la pista a las emociones sin necesidad de palabras.

Hablando

Tu hijo podría querer hablar con alguien acerca de lo que le está pasando. En ese caso, puedes apoyarle manteniendo la calma y escuchándole. Intenta tomar en serio lo que tu hijo te cuenta –lo que está atravesando es vivido de manera muy real para él, aunque no puedas entenderlo–.

Si lo está pasando mal, también puedes ayudarle buscando un terapeuta profesional para hablar.

Ayuda ser empático con sus experiencias, sin ignorarlas ni desentenderse de ellas. Reconociendo que su miedo es real.

Joe, padre de un niño atendido en Voice Collective

RECUPERAR EL PODER

Las voces y visiones sólo tienen el poder que el niño y sus cuidadores les dan. No obstante, las voces dominantes y aterradoras a veces pueden acabar controlando toda tu vida familiar –con todo el mundo evitando hacer cosas que podrían empeorarlas. Aunque esto comprensible, puede dejaros increíblemente aislados. En esos momentos, recuperar el control puede resultar todo un desafío… pero no es imposible.

¡No te asustes!

Una de las formas más efectivas de recuperar el control es casi la más sencilla. Como padre, la manera en que reaccionas y hablas sobre las voces es crucial. Intenta estar lo más sereno posible. Muéstrale a tu hijo que, a la vez que reconoces cuán asustado está, estás ahí para ayudarle a encontrar la manera de superarlo.

Consigue ayuda para ti y para tu hijo

La recuperación no sucede en el vacío. Si tu hijo está sobrepasado por la situación, o tú estás luchando para hacerle frente, considéralo una señal para obtener apoyo extra. Este apoyo puede venir de los Servicios de Salud Mental, de tu médico de cabecera, de las organizaciones benéficas, grupos religiosos, grupos comunitarios, asociaciones, amigos y familia. No estáis solos. [Nota de Primera vocal… más de los mismo, es el estado español no conocemos dispositivos operativos sobre el tema]

Escuchar con amabilidad

A algunos jóvenes les ayuda considerar las voces difíciles como si fueran matones. Los matones suelen ser personas que a su vez han sufrido acoso, y, aunque pueden ser peligrosos, habitualmente están ocultando su propia vulnerabilidad.

Para otros resulta de utilidad tratar a las voces malvadas como si fueran niños pequeños enfadados que están teniendo una rabieta. En ambos casos, ser amable pero firme puede quitarles el poder y ayudar al joven a sentir que tiene el control.

Preguntar y desafiar

Las voces no siempre dicen la verdad, así que puede ser útil ayudar a tu hijo a recopilar evidencias para comprobar si se puede o no confiar en las voces. Esto es especialmente importante si las voces plantean exigencias, predicciones o consiguen que tu hijo se sienta en peligro. Como las personas, las voces pueden ser cuestionadas y desafiadas. Podéis establecer límites con ellas, como se haría con los niños rebeldes, y podéis posponer o evitar hacer las cosas que piden que se hagan.

Enviar las voces lejos

Si para tu hijo son útiles las estrategias distractoras, significa que hay veces que puede ignorar (o al menos minimizar) las voces que escucha. Algunos jóvenes pueden apoyarse en eso para mandar las voces lejos durante determinados periodos de tiempo (empezando poco a poco para aumentar gradualmente).

Convertirse en un intérprete

Puede ser útil para aquellos que ven las voces como mensajeros incapaces de comunicarse de manera directa. Su mensaje es confuso, así que necesitan encontrar maneras de que se las entienda. Si tu hijo es lo suficientemente mayor, podría apetecerle hacer de detective contigo, para decodificar las voces y descifrar qué problema están intentando comunicar.

Reflexión final

Por último, recuerda todas las cosas buenas de tu hijo. ¿Es creativo, tiene determinación, es cariñoso, inteligente, enérgico, divertido, bueno o especial? Busca sus fortalezas y hazle saber que lo ves en su totalidad.

Tu hijo es “normal”, incluso aunque tenga experiencias inusuales. Tendrá los momentos buenos, malos y las desviaciones que puedes esperar en cualquier niño. Cometerá errores que no estarán relacionados con las voces, y también tendrá éxitos. Tu hijo es mucho más que sus voces, si puedes ayudarle a darse cuenta de ello, ¡estarás haciendo un gran trabajo!

[1] N del T: Se refieren a grounding exercises, que se utilizan para mantener mente y cuerpo conectados en momentos de angustia. Se basan en estrategias de concentración en el aquí y ahora para reducir la ansiedad.

[2] Ejercicio de calentamiento que se emplea en los deportes de combate, que sólo requiere de una persona para hacerlo, y que consiste en lanzar puñetazos al aire.

[3] Técnica para crear libros de recortes con fotografías, decoraciones y adornos de todo tipo, para realizar composiciones de memorias y recuerdos.

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