Ser negro en Gran Bretaña es malo para la salud mental, de Kwame McKenzie

ser negro en UK_primera vocalBreve texto de mediados del 2007. Suponemos que las cosas no han cambiado demasiado… [traducción de Anna María Garriga]

He tenido problemas como psiquiatra desde el primer día en que trabajé en el hospital Maudsley. El Maudsley está en el sur de Londres y cada día veía más y más jóvenes de origen africano y caribeño desarrollando enfermedades mentales graves. Como hombre joven y negro me sentía identificado con ellos, lo encontraba preocupante y me juré  hacer algo al respecto, por lo qué empecé a investigar sobre la materia. Por desgracia esto empeoró las cosas en vez de mejorarlas, en parte debido a que las estadísticas son tan escalofriantes y en parte debido a la respuesta que se les da.

Durante los últimos 30 años ha habido 20 estudios demostrando que la población de origen africano y caribeño ha visto aumentar el peligro de tener que ser tratada por enfermedades mentales graves tales como la esquizofrenia o las manías. El nivel alcanzado por la tasa es de proporciones epidémicas, entre cinco y diez veces superior a la de los blancos. Y en cualquier caso está empeorando.

Cada año, el 31 de marzo, se lleva a cabo un censo de todos los internos psiquiátricos británicos y acaban de hacerse públicos los resultados del censo del año pasado. De las 32.000 personas ingresadas en hospitales, la proporción de los que se definen a sí mismos como negros africanos y negros caribeños era tres y cuatro veces superior a la del resto. Pero había otro grupo  destacado  – el de los que se definen a sí mismos como «otros negros». La inmensa mayoría de este grupo son jóvenes, británicos de nacimiento, y tenían una posibilidad 18 veces mayor de estar en un hospital que la media británica.

Siempre es prudente tratar las estadísticas con precaución. La admisión en un hospital no solamente refleja el grado de enfermedad presente en una comunidad sino también la capacidad de la comunidad para afrontar dicha enfermedad. Por ejemplo, en comunidades con un alto grado de cohesión y apoyo mutuo, hay más gente tratada en casa. Pero es difícil creer que esta tasa superior no esté en parte relacionada con un verdadero aumento del grado de enfermedad. Así lo atestiguan años de investigación así como una reciente encuesta internacional que concluyó que los emigrantes tienen más posibilidades de desarrollar enfermedades mentales. Pero el riesgo se duplica entre los emigrantes negros en países blancos y el riesgo aumenta todavía más entre sus hijos. Lo que se evidencia es que no se trata tan solo de emigración o de ser negro, se trata de ser negro en un país blanco. La tasa de enfermedades mentales graves en el Caribe y en África no es elevada, pero sí lo es la tasa de enfermedad mental entre los británicos de origen caribeño y africano.

Es posible recuperarse de una enfermedad mental, pero mucha gente tiene problemas a largo plazo. El coste de una enfermedad psicológica para un individuo, para su familia, sus carreras y para la sociedad en su conjunto es inmenso. La mayoría de los pacientes están en el paro y dependen de la beneficencia; hay un mayor riesgo de suicidio; la esperanza de vida es más baja  y sus hijos tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad mental y tener que ser cuidados. En un estudio se establecía que el 50 % de los cuidadores estaban clínicamente deprimidos. Esto disminuye su capacidad par atender a los demás.

La enfermedad mental empieza de joven y persiste. Teniendo en cuenta el coste de las prestaciones y la pérdida de ingresos fiscales, las enfermedades mentales constituyen el apartado más caro del presupuesto de sanidad. La población de origen africano y caribeño está ya viviendo en la pobreza de forma desproporcionada y luchando para tener un sistema social capaz de apoyar a los jóvenes y de permitir su  desarrollo. ¿Como puede una comunidad evitar su desintegración bajo un peso como éste?

Tenemos unos servicios de salud mental de los mejores del mundo, pero de ningún modo estamos cerca de poder curar la psicosis. Cuando no hay cura es importante la prevención y cuando en un grupo hay una tasa superior de enfermedad este grupo debe ser objeto de prevención. Pero no tenemos una estrategia de prevención.

Tenemos un plan excelente para mejorar los servicios de salud mental para los negros y las minorías étnicas pero necesitamos ir más allá. Si supiéramos que un determinado grupo social tiene 10 veces más probabilidades de desarrollar un cáncer de pulmón nos centraríamos en él, quizás con el foco en una estrategia anti-tabaco. No nos limitaríamos a hacer más equitativos los servicios para el tratamiento del cáncer.

Aunque no seamos capaces de prevenir todas las psicosis, deberíamos poder prevenir algunas de ellas. Sabemos que las enfermedades psicológicas están asociadas con la pobreza, la falta de educación, el racismo, la vida en una ciudad, cuidados obstreticios deficientes, heridas mentales o infecciones del cerebro durante la juventud, traumas infantiles, roturas familiares y consumo de cannabis. Sabemos que es importante centrarse en la infancia y la adolescencia.

La prevención de las enfermedades mentales en las comunidades negras es un tipo de problema complejo que debería conducir a una encuesta a alto nivel gubernamental que indujera a la acción. Se trata de un área donde las palabras tienen un significado real. La elevada tasa de enfermedades mentales entre la población de origen caribeño y africano no va a desaparecer. En cualquier caso, su legado arruinará a una generación y el impacto lo sufriremos todos nosotros.

Los servicios de salud mental han sido acusados de racismo institucional respecto a su trato hacia los pacientes negros. El gobierno considera que ésta no es una expresión que ayude mucho. Pero la falta de una estrategia preventiva coherente es un problema institucional que requiere que sean las instituciones, no los individuos, quienes actúen.

Me he trasladado del sur al norte de Londres, pero 17 años después todavía estoy viendo llamar a la puerta a jóvenes de origen africano y caribeño con graves enfermedades mentales que destrozan a sus familias. Todavía no hacemos nada para evitarlo.

Kwame McKenzie es profesor de salud mental y sociedad en la University of Central Lancashire y senior lecturer en psiquiatría  transcultural  en el University College London


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