Compartimos una publicación de la recomendable web La Lokapedia donde se recoge un debate que acontenció hace casi medio siglo, pero que no solo no se encuentra clausurado, sino que nos puede ayudar a pensar cuáles son actualmente los límites de la terapia cuando el sufrimiento psíquico es consecuencia directa de condiciones de opresión.
No han sido pocos los debates generados en torno a los límites y las posibilidades de la psicoterapia feminista. Algunos problemas que se han planteado son los riesgos de psicologizar o neutralizar la reivindicación política asociada a los malestares de las mujeres; y por otro lado, cómo la relación asimétrica de saber-poder que existe entre “terapeuta” y “paciente” podría entrar en contradicción con los ideales del movimiento feminista. Aunque la repercusión de estas preguntas es fundamental para la práctica psicoterapéutica con perspectiva feminista, estas cuestiones se han trasladado para reflexionar también sobre la psicoterapia en general.
Durante el verano de 1973, en pleno auge del Movimiento por la Liberación de las Mujeres en EEUU, se publicaron tres textos en el Journal of Contemporary Psychotherapy que desarrollan un debate entre Dorothy Tennov y Richard C. Robertiello. La discusión era en torno a las posibilidades y límites del profesionalismo de la psicoterapia frente a las reivindicaciones y los cuidados colectivos promovidos desde el movimiento feminista.
Dorothy Tennov fue una feminista y psicóloga estadounidense que analizó desde una perspectiva crítica la práctica terapéutica, especialmente cuando se realizaba con y entre mujeres. Uno de sus libros más conocidos en esta área es Psychotherapy: the hazardous cure. El 6 de mayo de 1973, Tennov presentó una ponencia titulada «Feminismo, psicoterapia y profesionalismo» en la Conferencia de Psicología Feminista en la ciudad de New York. En esta planteaba el problema de individualizar, a través del abordaje psicoterapéutico, las causas de los malestares de las mujeres, neutralizando así la necesidad de denunciar a nivel público y político la opresión ejercida sobre ellas. Por otro lado, Tennov discute las relaciones de poder que se establecen en la psicoterapia y su incompatibilidad con las consignas del Movimiento de Liberación de las Mujeres. Contrasta el profesionalismo de la psicoterapia con la cultura de la sororidad y de los cuidados colectivos (mucho de lo que hoy llamaríamos Apoyo Mutuo), especialmente presentes en el ámbito de la salud. Describe, por ejemplo, los grupos de mujeres de la Clínica de Auto-Ayuda de los Ángeles, creados para examinarse las vaginas entre ellas mismas, como respuesta a las jerarquías de saber-poder y a las violencias en la práctica gineco-obstétrica. Explica también los proyectos C1C2, que en sus palabras, “se formaron para dar a las mujeres una oportunidad de encontrar a alguien que las escuchara en una situación una-a-una, independientemente de la naturaleza de su problema. Las pautas son escucha empática y atenta, no dar consejos, y respetar. En agudo contraste con la psicoterapia, los C2’s (quienes escuchan) no hacen interpretaciones, y los roles del C1 (las mujeres con «el problema») y el C2 son intercambiables. Todas las participantes reciben copias de las pautas y son alentadas a tomar ambos roles en distintos momentos”.
¿Es posible una psicoterapia feminista?
A partir de ahí, y con resonancias del texto Lo personal es político de Carol Hanish, Tennov responde de la siguiente manera a 6 preguntas planteadas por los propios organizadores del panel en el que participa:
- ¿Puede una relación terapéutica ser liberadora para las mujeres, y en caso afirmativo, Cómo? De acuerdo con las definiciones de terapia, dentro del modelo médico o psicodinámico, no. Liberar significa reducir en lugar de añadir o ser neutral ante la opresión.
- ¿Qué es una terapia feminista? Encuentro estos dos términos mutuamente contradictorios. La feminista ve la opresión desde las influencias externas; la tarea del terapeuta es producir cambios en la paciente. Que algunas psicoterapeutas se hayan convertido en activistas dentro del movimiento de mujeres, y traten al fin y al cabo de «liberar» a mujeres en lugar de «ajustarlas», no quita el problema. Otras respuestas a estas preguntas serán seguramente ofrecidas, pero yo he pensado largo y tendido acerca de la mía, y permanece: las Feministas no practican la terapia con sus hermanas.
- ¿Qué es una terapeuta feminista? Una imposibilidad.
- ¿Es el profesionalismo una parte necesaria de una «relación de ayuda»? Por el contrario, los Proyectos C1C2 y otros programas de autoayuda están basados en la suposición opuesta; que el profesionalismo interfiere con la «relación de ayuda». El profesional que recibe un pago del cliente ha creado el interés de ser contratado. Las diferencias de estatus entre cliente y «ayudante» socavan su relación incluso cuando el «ayudante» es asalariado. (La escandalosa condición de la práctica médica, en la que ha sido estimado que el 75% de los procedimientos quirúrgicos llevados a cabo el año pasado eran innecesarios, es testimonio de lo nocivo de los intereses particulares).
- ¿Existe un modelo psicológico de las mujeres que pudiera facilitar su liberación? Sí. El modelo en el que las mujeres son por lo menos iguales a los hombres en su potencial para contribuir a la cultura a través de sus esfuerzos creativos en las ciencias y las artes, y el modelo que atribuye las diferencias de comportamiento entre los sexos a las diferencias en la formación que reciben. Como en el caso de muchos modelos científicos útiles, este podría no resultar completamente correcto. Unas cuantas generaciones de formación similar y de igualdad de oportunidades podrían permitirnos descubrir algunas diferencias genéticas del comportamiento de los sexos. Una cosa podemos decir desde ahora, esas diferencias serán pequeñas en comparación con aquellas impuestas por la cultura de hoy.
- ¿Cómo la psicología ha perpetuado el modelo tradicional del rol femenino y qué puede hacer para romper este patrón? Omisión, comisión e invención. ¡Permítanme contar las formas! Me gustaría empezar una nueva Psicología Feminista basada en el modelo de equidad y nutrido por las mujeres hasta que sea lo suficientemente fuerte para caminar solo. Pero hagamos que la Psicología Feminista sea científica en su método. Necesitamos menos prejuicios en el mundo, no más.
¿Una cuestión de “buenas intenciones” o de “relaciones desiguales de poder”?
En respuesta las cuestiones planteadas por Tennov, el psicoterapeuta Richard C. Robertiello emite una respuesta publicada bajo el título de “Refutación a ‘Feminismo, Psicoterapia y Profesionalismo’”. Califica el texto como una “radical” y “exaltada posición”; no obstante, se reconoce sorprendido por que en varios argumentos concuerda con lo que Tennov expone. En sus propias palabras, la sorpresa es por la empatía que siente ante un texto “no científico”, más parecido a una exhortación de las emociones, o una “diatriba”. Robertiello llama entonces a reconocer que no todos los psicoterapeutas merecen tales acusaciones (lo que ahora conoceríamos como: “NotAllPsychotherapist”) y reivindica las buenas intenciones de muchos de ellos, diciendo:
“Y Dios sabe que hay muchos profesionales que son ineptos, pobremente entrenados, egoístas, no profesionales y perjudiciales. Pero me temo que, con todas estas justificaciones reales para su posición, la Dra. Tennov está ‘tirando al bebé con el agua de la bañera’ (1). Ella confunde algunos abusos de la profesión de la psicoterapia con los objetivos ideales de la terapia”.
En el resto de su texto, Robertiello defiende el profesionalismo como la forma más “segura” de convivir con los malestares, y llama a Tennov a permitirles “corregir” los abusos que se han dado en la práctica psicoterapéutica, por medio de modificar la perspectiva teórica (en particular sobre las mujeres) y las relaciones entre terapeuta y paciente.
Para terminar, el Journal publica un tercer y último texto en donde Tennov responde. Este texto se titula “Respuesta a la refutación del Dr. Robertiello”, y argumenta lo siguiente:
“Yo también respeto el ‘entrenamiento’, la ‘dedicación’ y el ‘cuerpo de conocimiento’; mi objeción es a la ‘unión de un endogrupo que ha logrado ganar el monopolio sobre un servicio en particular’, cuyo comportamiento público y organización profesional dan la impresión de que las habilidades de sus miembros son mayores de lo que realmente son”.
A partir de ahí, cuestiona la eficacia de la psicoterapia denunciando su autopresentación como práctica siempre benéfica o como mínimo, inocua. Retoma el tema de los grupos de autoayuda y los contrasta con el abordaje psicoterapéutico tradicional, abriendo implícita y constantemente la pregunta de: ¿es este un asunto de “buenas” o “malas” e individuales intenciones? ¿o más bien se trata de la reproducción de relaciones desiguales de poder, que han marcado histórica y estructuralmente la relación “terapeuta-paciente”? Sobre todo, Tennov invita a hacerse estas preguntas de trasfondo ético-político en el contexto de las prácticas profesionales y las reivindicaciones feministas. Termina su texto diciendo: “Si el Dr. Robertiello me señalara al bebé, yo estaría feliz de intentar separarlo del agua sucia de la bañera”.
(1) En el idioma original: Throw the baby out with the bathwater. Frase coloquial que se refiere a desechar algo bueno junto con lo malo, sugiriendo que debe conservarse aquello que sí funciona y descartarse lo que no es valioso.