Esta no deja de ser la actualización de una entrada dedicada en su día a la propaganda del Risperdal.
Su fármaco-vástago, el Invega, gasta una publicidad ubicada en unos parámetros parecidos. En esta ocasión, e hilando fino, a medio camino entre una película de terror de serie B y un anuncio de cosméticos.
Mal gusto perfectamente calculado: la industria farmacéutica y la filantropía son el agua y el aceite.