Charla impartida en las Jornadas: «Capitalismo y sufrimiento psíquico. Activismo en salud mental: diálogos cómplices».
¿Desde qué perspectiva se habla de las violencias psiquiátricas? Yo, por ejemplo, hablo desde la perspectiva de haberlas sufrido y de saber que en cualquier momento las puedo volver a sufrir. Desde la necesidad y la urgencia de que desaparezcan, desde el pesimismo de ser consciente de que no van a desaparecer mientras viva, de tener que vivir siempre con ese miedo.
La voz en primera persona es muy diversa. Son retales que encontramos en twitter, son personas famosas que aseguran que el psiquiatra les salvó la vida, son también las voces que dicen que las tuvieron que encerrar porque estaba muy malitas. La voz en primera persona es ante todo la voz avergonzada que te cuenta en un mensaje privado: a mi también me han atado.
Me interesa esa voz politizada, me interesa la rabia convertida en herramienta política. La voz en primera persona que se politiza, que se une en un grupo de apoyo mutuo, la voz que denuncia.
La voz en primera persona es la voz a la que no se invita sola, sino junto a profesionales porque la voz validada es la del profesional, porque la voz de la propia lucha, la voz alienada por la psiquiatrización, la que nos convierte en enfermas, esa voz no tiene legitimidad.
Y esa es una violencia más para nosotras: ver todos los días cómo los medios de comunicación, los políticos y las ONGs hablan de la necesidad de contar con más recursos en salud mental, pero en ningún momento hablar de las violencias que se cometen cada día en las plantas y en esos mismos recursos del sistema de salud mental.
Intentar visibilizar esas violencias constituye la parte fundamental de nuestro activismo, intentar que cada vez más personas sepan que se siguen dando electroshocks, que no son algo del pasado, pero, sobre todo, que sepan y sean conscientes de que cualquier persona puede ser víctima de la psiquiatrización, que no es necesario ser violenta o agresiva para terminar atada en una cama y que a cualquiera la pueden si no lo es ya, haber convertido en adicta a las benzodiacepinas.
Rechazar el supuesto de que una persona pueda ser peligrosa para sí misma o para los demás, porque funciona como excepción legal para las coerciones en psiquiatría. Lo paradójico es que esto no sucede en ninguna enfermedad
Sobre el activismo en salud mental creo que es fundamental reivindicar que el sujeto político de esta lucha solo puede corresponder a las personas psiquiatrizadas, supervivientes de la psiquiatría, consumidores; usuarias de servicios de salud mental; personas neurodivergentes; escuchadoras de voces, locas…
Por tanto, el papel de los profesionales en el activismo en salud mental no puede ser más que el de aliado, ni usurpar ni acompañar, sino dar todos los pasos atrás que se pueda y ayudar con el privilegio de poder que les otorga su profesión. Deben comprender que esto no va de una práctica técnica, esto va sobre todo de nuestras vidas.
Pero, además, exigimos justicia y reparación por el daño causado porque a la mayoría de nosotras la psiquiatrización nos ha robado la vida.
A este respecto contamos con voces en primera persona. A mediados de enero de 2020 nos llegaron los testimonios que habían reunido un grupo de menores de Ciudad Real acerca de las violencias que habían vivido en la planta infanto-juvenil de salud mental de un hospital de dicha ciudad. Desde nuestro colectivo, Orgullo Loco Madrid, publicamos en nuestro blog sus testimonios y pedimos a través de nuestras redes que nos enviaran más información sobre sus vivencias dentro del sistema de salud mental. A partir de ese momento empezamos a recibir un desborde de testimonios, donde además de las violencias psiquiátricas, muchas veces se denunciaban abusos sexuales dentro del mismo de salud mental. Ya que nosotras, las personas psiquiatrizadas estamos acostumbradas a ser silenciadas, la importancia de estos testimonios es inapreciable, puesto que son también la prueba de que las violencias en el sistema de salud mental son estructurales y no casos aislados.
Las alternativas a estas prácticas de violencia y abuso son varias, aunque poco conocidas en nuestro país. Como alternativas están las Casas de Crisis, el modelo del diálogo abierto, la esperanzadora recomendación belga de no seguir el DSM (Manual de Diagnóstico Estadístico), los grupos de apoyo mutuo, el Centro Noruego sin medicamentos. Existen alternativas, lo que no existe es voluntad política.
Es un hecho que en el sistema de salud mental se vulneran los derechos humanos, los derechos constitucionales y los derechos fundamentales de la Unión Europea, practicando ingresos involuntarios, atando a las personas a la cama, medicando forzosamente, realizando aislamientos y sobremedicando, prácticas todas consideradas tortura por dichos organismos. A lo que se puede sumar los abusos sexuales que son también una constante y los cuales, incapacitadas por nuestros diagnósticos, estamos absolutamente deslegitimadas para denunciarlos.
Presentaré algunos testimonios de estos hechos. Son duros y su lectura no es fácil, pero son necesarios para denunciar la violencia de la psiquiatrización.
Voy a leer algunas de las voces en primera persona, las que componen el blog de Orgullo Loco Denuncia:
Testimonio 16. «A mí me hicieron electroshock, me han atado, me han drogado, me han maltratado, me han dejado morada y yo solo estaba roja de dolor».
Testimonio 58. «A causa de tantas contenciones, ahora cuando me pongo nerviosa, nadie me puede tocar porque mi cuerpo lo relaciona con eso y me descontrolo totalmente. Ni mi madre puede abrazarme cuando entro en crisis».
Testimonio 9. «Me encontré atada a una cama y drogada completamente».
Testimonio 11. «Me llevo un gran trauma de mi estancia allí. Y me aterran los hospitales desde entonces. Me querían callada y lo consiguieron. Ahora por mucho que me duela no exteriorizo todo este dolor que siento».
Testimonio 37. «A mí me ataban cada vez que salía de hablar con mi psiquiatra. La verdad es que es bastante traumático porque te pinchan y te dejan ahí horas, despiertas y nadie te escucha o te ignoran».
Testimonio 10. «Presencié abuso sexual de un psiquiatra a una paciente que estaba atada y sedada».
Testimonio 28. «En la siguiente terapia con mi psiquiatra me comentó que en el informe decía que yo había pedido que me ataran», «Otra vez pasé varias horas atado sin razón alguna y cuando la enfermera llegó me dijo: “Estamos cenando, espérate un ratito que terminemos y te suelto”».
Testimonio 57. «Cuando denuncié abusos sexuales a una compañera los auxiliares de enfermería me ataron a la cama dos días»
Testimonio 33. «No nos dejaban beber agua más que un vaso en cada comida».
Testimonio 1. «Me empujaron a la fuerza a la habitación y me encerraron allí».
Testimonio 2. «Un enfermero me dijo que el paciente loco es tu enemigo».
Testimonio 3. «¿Cómo recuperarse de un sufrimiento psíquico ante tal tortura?».
Testimonio 4. «No sé que me dieron o inyectaron que se me paró el corazón».
Testimonio 5. «Estuve atada hasta el día siguiente pidiendo por favor que me soltaran».
Testimonio 6. «Lo único que hacíamos allí era estar encerrados en la habitación».
Testimonio 8. «Lo que le hicieron a mi amiga fue matarla en vida».
Testimonio 24. «Entonces me puse a gritar y me ataron durante más de un día».
Testimonio 23. «Yo tenía solo 10 año me ingresaron por un diagnóstico falso de bulimia que mi madre intentó desmentir y no le dejaron».
Testimonio 22. «Y el psiquiatra con toda su cara me dice que debería alegrarme de que me estén acosando».
Testimonio 21. «Salía de la habitación y me encerraban en otra que llamaban «la nube» y me inflaban a pastillas».
Testimonio 18. «Sentí que era inútil resistirme, pero el sitio estaba lleno de pacientes que lo hacían y lo único que hacían era atarlos».
Es imperativo, por tanto, que las personas psiquiatrizadas seamos capaces de liderar nuestra propia lucha, la cual tradicionalmente ha sido y continúa siendo usurpada por las asociaciones de familiares, financiadas por la industria farmacéutica. Dichas asociaciones, agrupadas en Salud Mental España, durante décadas han sido el sujeto político de la salud mental, llegando a defender muchas veces medidas coercitivas, como la implantación del tratamiento involuntario ambulatorio. Familiares y profesionales han decidido siempre por las personas psiquiatrizadas.
El activismo loco, lleva un tiempo existiendo. Se puede decir que como movimiento disidente se inicia con el colectivo Psiquiatrizados en Lucha, precursor del activismo en primera persona (esto es, desde el propio testimonio). Pero se trata de una experiencia aislada, puntual y lejana, que comienza en los setenta del siglo XX.
El activismo de hoy, arranca con un fanzine que comienza en el año 2000: El rayo que no cesa. Al mismo tiempo aparece el fanzine Enajenadxs, dentro del movimiento anarquista. Desde Enajenadxs hasta Orgullo Loco Madrid, uno de los más activos en este momento (2021), podemos afirmar que el activismo en primera persona en el Estado español está consolidándose en una amplia gama de colectivos locos. Los discursos e ideas todavía se están ajustando, pero ya se puede hablar de movimiento social como tal. (Erro, 2021).
Entre estos movimientos, es especialmente relevante el movimiento de Escuchadores de voces (Hearing Voices) que motivado por la red Intervoice celebró su Séptimo Congreso Internacional en el Estado español. Este hecho supuso la creación del colectivo Entrevoces para organizarlo, y esa conferencia marcó un antes y un después en el movimiento en nuestro país.
En cuanto al Orgullo Loco (OL) (Mad Pride) es un movimiento que nace en Canadá al celebrarse en 1993 el primer «Día del Orgullo de Supervivientes de la Psiquiatría». La acción fue una respuesta a los prejuicios hacia las personas psiquiatrizadas que vivían en residencias de un área concreta de Toronto. Por la misma época surgió también en Reino Unido y, para finales de la década de los 90, aparecieron movimientos de Orgullo Loco en distintos países del mundo, como Australia, Irlanda, Portugal, Brasil, Madagascar, Sudáfrica, Chile, Ghana, Kenia y Estados Unidos. El 2O de mayo de 2018 lo celebramos por primera vez en varias ciudades del Estado español.
El Día del Orgullo Loco se celebra en el Estado español por primera vez en 2018 en varias ciudades como Madrid y Barcelona. Desde entonces, se ha celebrado en 2019, en 2020 no se pudo realizar debido a la pandemia y en 2021 tuvo lugar la primera manifestación en Madrid con más de mil personas.
El Orgullo Loco es un movimiento que reivindica un nuevo paradigma en el campo de la salud mental donde no se patologice ni se castigue la locura. Igualmente reivindica el fin de toda violencia psiquiátrica así como el fin de un modelo biomédico que patologiza las consecuencias y malestares de las condiciones de vida producto de un sistema capitalista.
También es fundamental que hablemos de los Mad studies (Estudios locos): que son un campo de estudio y de investigación. Los estudios locos otorgan una especial importancia a los estudios históricos que permiten conectar con el legado de desarrollar tanto en el plano teórico como organizativo.
Se podría decir que los Mad Studies giran sobre estos cuatro ejes temáticos:
1) La reflexión sobre qué es locura
2) La historia crítica de los tratamientos y del confinamiento psiquiátrico.
3) Estudios sobre mujeres y locura
4) El activismo
Los estudios locos son, en palabras de la activista Lucy Costa (2014): «Un área de educación, erudición y análisis sobre las experiencias, historia, cultura, organización política, narrativas, escritos y lo más importante, las PERSONAS que se identifican como: locos; sobrevivientes psiquiátricos; consumidores; usuarios de servicios; enfermos mentales; pacientes neuro-diversos…».
Pero, una parte fundamental de su pensamiento es la intersección con movimientos y disidencias de otros campos, como el feminismo, el antirracismo, las teorías queer, el anticapitalismo, etc.
La lucha del movimiento loco es también la lucha de todas las personas que son más proclives de ser victimas de la psiquiatrización, ya que es un instrumento para anular todo lo que se salga de la norma, todo lo que el sistema quiere excluir, ya seamos mujeres, personas queer o/y racializadas. Y tiene mucho que ver también con la clase social, como decía Basaglia: «Al manicomio va la gente que no tiene voz, la palabra; es decir, los pobres, los desheredados». La psiquiatrización es una herramienta del capitalismo, del patriarcado y del colonialismo, que sirve para deshumanizar y controlar, además de para dominar, anestesiar, silenciar patologizando y psiquiatrizando y generando beneficios, como las farmacéuticas sí como recursos, de todo este proceso.
El movimiento de activismo en salud mental (OL) se apoya en cinco ejes:
El primero consiste en recuperar la legitimidad de la que son privadas las personas psiquiatrizadas, debido a lo que el propio diagnostico psiquiátrico implica, por tanto, ejercer el derecho a decidir el propio tratamiento, aceptar o rechazar la medicación, el ingreso involuntario o incluso el ser tutelado.
En segundo lugar, la reivindicación de los Derechos Humanos, los Derechos fundamentales de la Unión Europea y los derechos constitucionales del Estado español que se vulneran en la práctica psiquiátrica, (con las contenciones mecánicas, los ingresos involuntarios, la medicación forzosa, los aislamientos y la sobremedicación).
El tercero, conseguir el fin del modelo biomédico, que presupone daños orgánicos (físicos) sin pruebas científicas, que beneficia sobre todo a la industria farmacéutica, que condena a las personas a la cronificación, además de provocarles efectos secundarios y secuelas perjudiciales.
El cuarto, conseguir la politización de las personas psiquiatrizadas y supervivientes de la psiquiatría. De su fortalecimiento para poder luchar por el derecho a vivir sin opresión, redefiniendo el concepto de locura y exigiendo justicia y reparación por el trato recibido por el sistema psiquiátrico.
El último eje plantea la necesidad de un cambio de paradigma en el que la locura y el sufrimiento psíquico no sean castigados ni patologizados.
Así mismo, frente a un modelo neoliberal en el que cada vez es más difícil lo colectivo, nosotras pensamos que la única forma es generar tejido social y volver a impulsar lo colectivo con los Grupos de Apoyo Mutuo (GAM), las redes de ayuda, que no se pueden delimitar solo a la familia, que a veces es más bien causa de traumas y sufrimiento debido a sus violencias.
Sin olvidar la importancia de generar redes en las que lo primordial no sea únicamente la afinidad, sino el compromiso de mantenerlas y sostenerlas como un acto político más.
Unas redes donde poder hablar, donde poder celebrar las cosas buenas y compartir el sufrimiento psíquico, también unas redes donde compartir cosas de la vida diaria. Unas redes que pudieran evitar ingresos y violencias psiquiátricas. Pero, sobre todo, unas redes que evitarían parte del sufrimiento psíquico de las personas, al no estar solas.
Finalmente, podemos concluir que, dependiendo de los determinantes sociales, no es lo mismo ser loco que loca, ser un loco pobre que un loco rico, ser una loca blanca que una loca negra. Ni mucho menos la forma y contundencia en que serás psiquiatrizada.
Pero la verdad es que la gente no quiere escuchar a quién ha sido torturado en un estado de derecho y menos cuando esa voz lo denuncia. Nadie escucha la voz en primera persona, incomoda demasiado, pero les advierto ya estamos haciendo todo lo posible para que sea escuchada.
El sábado 28 de mayo celebramos por quinto año el Día del Orgullo Loco, porque nuestra rabia y nuestro dolor dirigidos políticamente ya son imparables.