Tantas correas como razones para no dejar de luchar…
Quien no quiera mirar, que no lo haga.
Apelar a que las cosas estuvieron aún peor en un pasado no muy remoto es un argumento de una fragilidad extrema. Y además es peligroso, ya que legitima la opresión y nos vende a un futuro habitado exclusivamente por la resignación y el miedo.
Se pueden rastrear los ecos del horror en cada hebilla. Asusta pensar en ello.
Hay que desmantelar la psiquiatría hasta sus cimientos, desnudarla para que todos puedan ver el espantajo decadente que la habita, hacerla retroceder hasta el basurero de la Historia.
Hay que construir un mundo en cuyos hospitales no haga falta una habitación específica destinada al almacenaje de este tipo de herramientas. Una obviedad, si se piensa detenidamente. Son muchos ya los locos que se han dado cuenta de ello, y mientras recorren la ciudad de parte a parte se preguntan a sí mismos entre murmullos: ¿a qué estarán esperando los cuerdos?