Franco, en busca del ‘gen rojo’ de la inferioridad

Publicado en la edición digital de Público, el 25/08/2013. Texto de Alejandro Torrús.

Os dejamos un texto breve (a esto no se le puede llamar realmente artículo, son solo cuatro pinceladas publicadas en pleno agosto) sobre la figura de Vallejo Nájera (el primero de la estirpe, claro). En la red se puede encontrar mucha información complementaria sobre la vida y milagros de este indeseable en el caso de que haya quienes estén interesados por la historia reciente del país de mierda en el que vivimos y la forma en la que la psiquiatría fue desarrollándose de manera complementaria al poder político. Regresamos a nuestra certeza de que la psiquiatría viene siendo desde hace décadas el brazo armado de un estilo de vida: lo fue con el franquismo y lo es hoy. Por otro lado, la figura histórica de este hombre nos parece una evidencia clara de que en este país jamás hubo ningún tipo de transición: y si no, que alguien explique la razón por la cual la familia Valléjo-Nájera está llena de psiquiatras ilustres con amplias repercusiones institucionales y mediáticas. Cambió la fachada, los pilares siguen igual de putrefactos.

El marxismo se nutre de las personas menos inteligentes de la sociedad. Esta fue la principal conclusión de Antonio Vallejo Nágera, jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército de Franco, quien durante la Guerra Civil y los primeros años de posguerra realizó una investigación con presos de guerra, especialmente brigadistas internacionales, para determinar «las relaciones que puedan existir entre las cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo político-democrático-comunista». Es decir, responder a los interrogantes de si el rojo nace o se hace y determinar qué malformación lleva a un individuo a adherirse al marxismo.

«La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los mejores», explica Vallejo Nágera en los informes publicados en la Revista Española de Medicina y Cirugía de Guerra con el título de «Biopsiquismo del Fanatismo Marxista».

Vascos y catalanes fueron especialmente interesantes en el estudio del «Biopsiquismo del Fanatismo Marxista» Para llegar a estas conclusiones, Vallejo Nágera, primer catedrático de la psiquiatría española, estudió mediante test psicológicos y mediciones antropomórficas a prisioneros de guerra durante diciembre de 1938 y octubre de 1939. Aunque el principal grupo de estudio fueron los miembros de las Brigadas Internacionales capturados, el doctor también estudió a presos españoles procesados por su participación en la República, a activistas catalanes independentistas y a vascos. Los catalanes eran especialmente interesantes porque unían el fanatismo marxista y el antiespañolismo y los vascos porque unían el catolicismo al elemento revolucionario.

Entre sus conclusiones también se encuentra la definición de la raza o espíritu español, que para Vallejo Najera se trata del «militarismo social, que quiere decir orden, disciplina, sacrificio personal, puntualidad en el servicio, porque la redoma militar encierra esencias puras de virtudes sociales, fortaleza corporal y espiritual». Por tanto, para mejorar la raza española, el régimen franquista debía -según las conclusiones de su psiquiatra- buscar «la militarización de la escuela, de la Universidad, del taller, del café, del teatro, de todos los ámbitos sociales».

La «debilidad» del equilibrio mental de la mujer

Pero si la razón que lleva al hombre al marxismo es su escasa inteligencia, peor parada sale la mujer. Para buscar una explicación a «la activísima participación del sexo femenino en la revolución marxista«, el psiquiatra realizó un estudio sobre 50 mujeres prisioneras de guerra bajo el título de Investigaciones psicológicas en marxistas femeninos.

Para el psiquiatra franquista, la mujer participa en política para «satisfacer sus apetencias sexuales»  La razón de este alto grado de participación femenino, según Vallejo Nágera, hay que buscarla en «la característica debilidad del equilibrio mental» de la mujer, «la menor resistencia a las influencias ambientales y la inseguridad del control sobre la personalidad«. Por ello, es fundamental que la religión católica imponga a la mujer sus estrictas normas a modo de «freno» a su tendencia animal.

«Cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer […] se despiertan en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas, precisamente por faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas, característica de la crueldad femenina que no queda satisfecha con la ejecución del crimen, sino que aumenta durante su comisión», escribe Vallejo Nágera, que justifica la participación de las mujeres en las revueltas políticas porque en ellas tienen la ocasión de «satisfacer sus apetencias sexuales latentes«.

 

Reeducación de los vencidos y segregación hijos

Los estudios de Vallejo Nágera fueron utilizados también para fundamentar la reeducación de los vencidos, así como la segregación de los niños en las prisiones de sus madres. «Los hombres debían ser reeducados en las prisiones donde debían asistir a misa y practicar los cánticos y saludos adoptados por el estado fascista”, explica a Público Pura Sánchez, autora del libro Mujeres de dudosa moral.

La teoría del ‘gen rojo’ de Nágera justificaba el robo de bebés

Las mujeres, además de ser sometidas al mismo sistema de «reeducación» que los hombres, intentaban ser captadas por la red de Auxilio Social y de la Sección Femenina de Falange ya que su adhesión al régimen era fundamental,teniendo en cuenta que su única funcional social era la de educar a sus hijos.

Las teorías del psiquiatra franquista también fundamentaron el robo de niños en los primeros años de la dictadura. Su teoría del gen rojo abogaba por separar a los niños y niñas de sus madres rojas para evitar que se contaminaran del mal de sus madres como medida preventiva, así como recibir una educación «curativa» de los vencedores y auténticos portadores de la raza española.


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