Francisco Pérez Abellán o el crimen del escritor acomplejado: una reflexión sobre estigma, miedos y vouyerismo; de Marco Antonio Raya

Por nuestra parte, una sola cosa que decir del siguiente texto: una disección exquisita y necesaria…

El día 3 de marzo de 2013, Francisco Pérez Abellán nos dejaba una columna de sociedad en el periódico La Razón -realmente estremecedora- titulada “El crimen del enfermo”. Aquí (por ahora) puede verse el enlace, aunque de todas maneras transcribiré, párrafo a párrafo (se trata del texto en negrita), su reflexión en torno a un asesinato cometido, al parecer, por una persona con un diagnóstico de enfermedad mental. Asimismo, me permito hacer algunos comentarios a pie de párrafo, para contrastar con un mínimo de coherencia un discurso vacío, retrógado y, sorprendentemente, ignorante.

Francisco, que no es nuevo en esto de la criminología y los asesinatos, la casquería y el voyeurismo asimétrico omnívoro (no en vano, se dedica -entre otras apariciones televisivas esperpénticas- a la docencia en esta materia) comienza así:

El crimen del enfermo

“Hay un montón de gente por ahí que no está bien de la cabeza. Parte de esa gente puede llegar a convertirse en una amenaza para los demás. Algunas de esas personas oyen voces o despegan de la realidad. Viven episodios psicóticos.”

Comenzamos bien, Francisco. “No estar bien de la cabeza, una amenaza para los demás”. “Episodios psicóticos.” Así que usted va marcando el terreno, que el lector sepa de qué habla. Bien, bien. Estamos, pues, por lo visto, hablando de los locos que amenazan. La amenaza de la locura. Espero que ya, sólo al comenzar, las madres hayan metido a todos los hijos en sus casas. El lenguaje profético (“se acerca la plaga, por si no lo sabéis”) del señor Pérez Abellán es pura poesía apocalíptica. Al fin y al cabo, tira de los clásicos. Comencemos por el miedo, el desenlace vendrá más tarde.

“Normalmente avisan. Protagonizan ataques e intentos de hacer daño. Puede ser el caso, aunque todavía es pronto para saberlo, del joven de 34 años que presuntamente mató a puñaladas a su padre, su madre y su hermana el pasado jueves. Se cree que lo hizo el jueves con un cuchillo. Los cadáveres presentan varias heridas punzantes con insistencia en el cuello.”

Ahora nos tranquiliza. “Normalmente avisan”. Ellos, claro, no son tan malos. Maníacos peligrosos, pero civilizados, viene a decir. Son asesinos en potencia pero se pueden parar a tiempo. Menos mal, Francisco, me deja usted respirar un poco. “Puede ser el caso, aunque todavía es pronto para saberlo”… Entre usted y yo, Francisco, sólo por la desvergüenza de esta frase con la que evidencia que ni siquiera está seguro de lo que juzga, ya merecería ser demandado. Pero tranquilo, ya sabemos que estas cosas no pasan en este país que desea leer opiniones como las suyas.  Ah, que no se me olvide, “insistencia en el cuello”. Ahí se ha marcado usted una fantástica licencia poética para hacer salivar un poquito más al lector aterrado y morboso, ávido de miedo cultivado bajo tu presencia. ¿Le excita escribir así sobre estos temas?

“Soy de la personas que opinan que los locos matan poquísimo.”

Menos mal, Paco. Menos mal. Eres, en realidad un héroe. Un alma caritativa. Pero te prejuzgo, y además te he llamado de tú, disculpe, sigamos leyendo.

“Pero a veces pueden cometer crímenes horribles. Hay algún tipo de locura que convierte a las personas en bombas rodantes.”

Sí, Francisco. Siga usted pensando que lo que convierte a las personas en bombas rodantes es la locura. Siga así. Así se queda usted tranquilo, ¿verdad? ¿Es así como llega a fin de mes? ¿Es eso lo que piensa cuando se mira en el espejo, Francisco? ¿Piensa que puede vivir con tranquilidad sabiendo que usted no es de esos seres humanos que explotan? Siga así. Separándose un poco más, cada día más, de lo que significa ser humano. Total, nadie lo va a notar. Y usted además gana dinero con eso. ¿Cuánto dinero ha ganado trabajando con el miedo de los demás? ¿Es consciente de que eso no tiene mérito alguno?

“Este triple asesinato de Dos Hermanas (Sevilla) tiene toda la pinta de haber sido protagonizado por un enfermo mental, con antecedentes por agresión a sus familiares.”

Otra frase para denuncia. “Toda la pinta de haber sido protagonizado por un enfermo mental”. Ya. Y usted tiene toda la pinta de haber tenido una infancia difícil, con mucho miedo. Muy asustado de todo aquello que podía salir de dentro. Así, los actos se acabaron convirtiendo en lo que “algo con toda la pinta de haber sido hecho por alguien como yo” o en “algo con toda la pinta de no haber sido hecho por alguien como yo”. ¿Cuál ha sido su rasero de lo moral en la vida, don Francisco? ¿Por qué se empeña tanto en demostrar que el mal es una cuestión de enfermedad? ¿Qué fibra le está tocando a usted en lo personal?

“Nos hemos acostumbrado a convivir con la gente que desvaría y no somos capaces de medir su peligrosidad.”

Aquí le doy toda la razón. De hecho, algunos incluso escriben en periódicos, publican libros y tienen programas de televisión. De hecho, algunos no tienen ni idea del sufrimiento que causan con las meras palabras porque, posiblemente no tenga ni idea, pero los discursos generan realidades materiales que perpetúan exclusiones dolorosas. Y quizá esta peligrosidad sí que no tiene medida, Francisco.

“En nuestro país, la salud mental no está correctamente valorada. Demasiado a menudo decimos como una broma: «Tú estás loco», pero es que el que de verdad lo está, necesita ayuda, medicación y custodia.”

Lo único que me consuela de este párrafo es conocer de primera mano, gracias a mi experiencia laboral, que las personas que intenta usted eliminar saben que miente. Saben que habla desde el miedo del desconocimiento y el morbo perverso del vouyeur. Saben, sabemos (porque algunos profesionales también, no crea) que su reclamación de custodia habla de su propia incapacidad de un hombre para enfrentarse consigo mismo. Un hombre que se fascina constantemente (y vive de ello) con la construcción de monstruos ajenos. Parapetos como de niño que no tiene con quién jugar. La diferenciación angustiosa, la necesidad de meter a TODAS las personas diagnosticadas en custodia (ni siquiera se ha molestado usted en poner un condicional) evidencia poca consciencia de autocontrol, don Francisco.

“Hay pocos controles en la infancia o la juventud para llevar la cuenta del número de afectados por trastornos mentales y es un recuento imprescindible. Aquel brote de antipsiquiatría que puso a todos los enfermos a convivir en la sociedad produjo unos efectos no deseados que duran hasta hoy. En nuestro país hay como medio millón de enfermos mentales a cargo de sus familias.”

No, don Francisco, lo que falta es un recuento de personas que manejan conceptos denigrantes para el buen funcionamiento de la sociedad. Lo que falta, es el recuento de escritorzuelos que sin ningún tipo de criterio ético, filosófico o científico se permiten hacer comentarios que generan un corpus de des-conocimiento que afecta a la calidad de vida de otras personas. Lo que falta, en definitiva, es vergüenza, para mencionar un movimiento sin saber o explicar nada de lo que representa. La antipsiquiatría por suerte puso a muchas personas a convivir en sociedad incluso teniendo que aguantar discursos reaccionarios e ignorantes como el suyo,  don Francisco.

“Normalmente, mocetones o mujeronas imposibles de manejar a cargo de sus madres, unas señoras heroicas que día a día van quedándose sin fuerzas en una batalla que les supera.”

“Imposibles de manejar”, tal y como si fueran objetos o animales. “Señoras heroicas”, ya que, incluso dentro de su propio discurso, usted continúa rizando el rizo, desresponsabilizando a los padres, a los hombres. Cómo pensar que su pensamiento no fuese también machista, por supuesto. Una vez que se entra en la exclusión del otro, continuemos para bingo. Y, puesto que de su discurso se desprende que usted es un modelo a seguir (¿si no, por qué habría de escribir esta columna?), está claro que el humano ideal para usted es, eso, usted mismo. Que Dios nos coja confesados, que se dice.

“Y la consecuencia es que de vez en cuando hay víctimas con sangre.”

El grand finale, claro está. La palabra sagrada para las personas como usted. SANGRE. Comienza con CRIMEN, ENFERMO y termina con SANGRE. No podía esperarme menos de su prolífica prosa. Es, simplemente, éticamente, literariamente, patético.

Así que, resumiendo. Veamos sus falsedades:

1. Relaciona directamente criminalidad con enfermedad mental.

2. Relaciona crimen de persona con enfermedad mental con el ensañamiento.

3. Relaciona dedicación de las familias (responsabilidad para con sus propios seres queridos) con carga y pesadumbre.

4. Relaciona un movimiento de apertura social y científico como fue (y es) la antipsiquiatría con peligro social y amenaza.

5. Relaciona, en definitiva, la salud mental y a todas las personas que están relacionadas con ella con el asesinato y la sangre.

De manera que, por mi parte, deduzco:

1. Que usted tiene demasiado miedo de lo desconocido.

2. Que se lucra con el miedo de otros.

3. Que, en el fondo, conoce las imprecisiones de su discurso y la ausencia de lógica en él.

4. Que su discurso y usted mismo carecen de ética y prodigan una moral dudosa, reaccionaria y verdaderamente avergonzante como ciudadano.

5. Que quienes le pagan por su columna, de alguna manera, hablan junto a usted y en los mismos términos. Aunque se retracten.

Y para finalizar, señor Pérez Abellán, sólo decirle que no tiene ni idea, repito, ni idea, del esfuerzo que llevamos haciendo profesionales, familiares y personas afectadas para eliminar la basura, la ruina, que dejan discursos como el suyo. El sufrimiento que hay detrás de todo este camino. Los progresos que se han hecho. La cantidad de personas que ofende con sus palabras de trilero. Pero sepa que seguimos trabajando en ello.

Y usted, por desgracia, seguirá conviviendo con su miedo.

Extraído de Palabra de Golem


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