Fragmento de la película Hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela (Argentina, 1986)

–          … ¿Por qué no se deja de joder? Lo voy a ayudar, de verdad que lo voy a ayudar. Yo sé que usted tiene mucho miedo, que le da terror reconocerse simplemente como un hombre, como un hombre enfermo. Pero no se preocupe, no lo voy a abandonar. Si usted me ayuda puedo curarlo. Si usted es un gran tipo, Rantés, es una pena…

–          Usted también es un buen tipo, Doctor, pero no es feliz. Y lo que más me preocupa es que creo que lo sabe y no le importa. ¿Por qué los seres humanos parecen resignarse a tantas cosas que los están destruyendo? ¿Por qué hacen tan poco por modificar esas cosas? ¿Se están suicidando por estúpidos, o están pagando culpas? […] ¿Por qué quiere curarme? ¿Puede darme un motivo serio que podamos discutir ahora los dos?

–          Rantés, si usted no es un chiflado yo tendría que admitir que realmente es un extraterrestre. ¿Sabe lo que eso significaría? Que el chiflado soy yo.

–          La naturaleza sólo permite un desarrollo muy lento, favorece más fácilmente un cambio de especie que un cambio de conciencia. Yo soy más racional que ustedes porque respondo racionalmente a los estímulos: Si alguien sufre, lo consuelo. Alguien me pide ayuda, se la doy. ¿Por qué entonces usted cree que estoy loco? Si alguien me mira, lo miro. Alguien me habla, lo escucho. Ustedes se están volviendo locos de a poco por no reconocer estos estímulos, simplemente por haber ido ignorándolos. Alguien se muere y ustedes lo dejan morir. Alguien pide ayuda y ustedes miran para otro lado. Alguien tiene hambre y ustedes le lapidan lo que tiran. Alguien se muere de tristeza y ustedes lo encierran para no verlo. Alguien que sistemáticamente adopta esas conductas, que camina entre las víctimas como si no estuvieran, podrá vestirse bien, podrá pagar sus impuestos, podrá ir a misa… pero no me va a negar que está enfermo. Su realidad es espantosa, Doctor. ¿Por qué no dejan de una vez la hipocresía y buscan la locura de este lado? Y se dejan de perseguir a los tristes; a los pobres de espíritu; a los que no compran, porque no quieren o porque no pueden, toda esa mierda que usted me vendería de muy buena gana, si pudiera, claro.


Publicado a fecha de

en