Experiencia psicótica y discurso; entrevista realizada por Ken Stewart a Michael White

El texto que compartimos forma parte de una publicación con unos cuantos años a las espaldas que puedes consultar y descargar en esta misma web y cuyo título es Sobre la escucha de voces. Hemos detectado que los textos publicados con entradas independientes son más visitados que aquellos que se presentan en archivos enlazados (cosas que tiene la velocidad en la que estamos inmersos)… así que hemos decidido proceder a trocear algunos de esos archivos más amplios con la intención de que sean más conocidos. Es el caso de esta entrevista, publicada originalmente por El Rayo Que No Cesa (una extinta revista de la que nos hemos nutrido con frecuencia en Primera Vocal), con la autorización de la persona entrevistada y ofrecida a los lectores con la intención de ampliar el paradigma de Intervoice, que es al que más recurrimos cuando hablamos sobre la experiencia de oír voces en la cabeza. La entrevista completa se incluye en su libro Re-authoring lives: interviews & essays (Dulwich Centre Publications, 1995), publicado en castellano por la Editorial Gedisa en 2002.

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Ken Stewart: Siempre mencionas que el trabajo con personas que han sido etiquetadas como psicóticas debería estar más basado en la experiencia…

Michael White: En los enfoques más extendidos del tratamiento de la esquizofrenia he notado un fuerte sesgo en lo que se refiere a la experiencia psicótica misma. Se puede decir que es un sesgo antiexperiencial. Creo que la idea de hablar con las personas sobre su experiencia psicótica ha tenido muy mala prensa durante las últimas décadas. En este contexto, no es sorprendente que algunas de las propuestas que he hecho, en relación a la necesidad de hablar con las personas sobre su experiencia subjetiva de los episodios psicóticos, hayan provocado desasosiego…

Ken: En alguno de tus talleres te has referido al trabajo que desarrollas con las personas para revisar su relación con sus alucinaciones auditivas, o sus voces. ¿Es este uno de los desarrollos que ha surgido de tus exploraciones de la experiencia psicótica?.

Michael: Sí, lo es. Ayudar a las personas a revisar su relación con sus voces es una parte muy significativa de las interacciones que mantengo con personas que han sido diagnosticadas de esquizofrenia. La revisión exitosa de su relación con las voces tiene invariablemente un efecto potenciador de la calidad de vida de estas personas y, según me dice mi experiencia, juega generalmente un papel muy importante en la reducción de la vulnerabilidad a la recaída…

Ken: ¿Cómo explicas que tener una relación diferente con la voz de uno pueda suponer una diferencia significativa en lo que a la severidad del episodio psicótico se refiere?

Michael: En parte, creo que está relacionado con la cultura. Aunque parece relativamente fácil para nosotros abrazar la idea de que muchas de las cosas que pensamos y creemos, y muchas de las que hacemos, están relacionadas con la cultura, por alguna razón parece mucho más difícil abrazar la idea de que el fenómeno psicótico tiene una relación similar; que, en lo que se refiere a la etiología —causa—, al contenido, a la forma y a la expresión del fenómeno psicótico, —como por ejemplo en el caso de las alucinaciones auditivas— está modelado por la cultura. Cuando resulta más fácil considerar esta idea, se hace posible apreciar hasta qué grado la cultura modela la vida de las personas que tienen esquizofrenia, sea lo que sea eso.

Ken: Pon un ejemplo.

Michael: No hay nada en la fisiología o la genética que pueda predisponer a las voces que son escuchadas por algunas personas a atacar a las mujeres sobre la base de su sexualidad o a atacar a los hombres llamándoles enclenques. Y no hay nada en la fisiología que pueda predisponer a las voces a ver a los demás como adversarios o posesiones. Aquellas alucinaciones auditivas que la gente encuentra más perturbadoras son con frecuencia claramente patriarcales en sus actitudes y en sus técnicas de poder. Esto es así tanto para las voces que acosan a los hombres como para las que acosan a las mujeres. Estas voces evalúan de forma abrumadora a las personas; son descalificadoras; tienen un alto contenido en expectativas de las personas del entorno, y muy bajo en aceptación por parte de estas.

Ken: Has afirmado que estas voces son claramente patriarcales. ¿Puedes decirnos más sobre la manera en que hablan?

Michael: De acuerdo, pero me gustaría enfatizar el hecho de que no me estoy refiriendo a todas las voces que surgen con el fenómeno de la esquizofrenia. En este trabajo es esencial ayudar a las personas a distinguir aquellas voces que se muestran controladoras y dominantes de aquellas que ofrecen apoyo, o que al menos pueden hacerlo potencialmente…

Aquellas voces que son molestas son muy obstinadas y bastante convincentes. Cuentan con ciertos mecanismos para poder hablar de forma imprevisible, para asegurarse una autoridad incuestionable, exigiendo el estatuto de conocimiento objetivo, para convencer a sus sujetos de que ellas pueden entender la verdad última de la naturaleza de las personas, sus deseos, sus propósitos…

Ken: ¿Puedes decirnos más acerca de estos mecanismos? Suena aterrador.

Michael: Los modos de hablar perturbadores a los que me estoy refiriendo se presentan de formas muy variadas, y podemos llamarlos «habla despersonificada»… Esta forma de hablar ha sido llamada despersonificada porque niega toda referencia al contexto, porque permite establecer afirmaciones que se consideran independientes del contexto. Tiene el efecto de elevar afirmaciones específicas a un estatus de certeza o verdad absoluta, y de descalificar aquellos conocimientos que vienen representados en formas de hablar más contextualizadas.

Ken: ¿Podrías decirnos algo más sobre esta forma descontextualizada de hablar?

Michael: Los mecanismos asociados con esta forma «experta» de hablar son aquellos que:

  1. Oscurecen los motivos o propósitos que están asociados con el acto de habla.
  2. Borran toda referencia a las experiencias personales a través de las cuales el conocimiento de uno se genera.
  3. Excluyen información sobre los conflictos y dilemas personales e interpersonales que están asociados con la construcción de las realidades preferidas por uno; esto incluye la eliminación de las experiencias personales de contestación y argumentación a través de las cuales el conocimiento de uno queda establecido.
  4. Desvían la atención de la situación personal que uno está viviendo y que viene dada por el lugar que ocupa en las estructuras sociales de género, raza, cultura, clase, trabajo, orientación sexual… y:
  5. Borran toda referencia a la historia de la controversia y la disidencia que rodea a toda pretensión de conocimiento «global».

Ken: ¿Y cuáles son las implicaciones de esto en el trabajo con el fenómeno de la escucha de voces?

Michael: Los actos de habla despersonificados pueden ser muy discapacitantes para aquellos que están sujetos a ellos. Capturan a la persona. Limitan severamente y constriñen las respuestas posibles. Sin embargo, la persuasión y la perturbación de estos actos de habla pueden ser minados con el principio de la personificación; esto es, situando estos actos de habla en el contexto de:

  1. Los motivos y propósitos del hablante.
  2. Sus experiencias personales, incluyendo aquellas relacionadas con los dilemas y conflictos que el hablante ha experimentado en el proceso de atribuir significado a las experiencias de la vida.
  3. La situación personal que viene dada por la posición del hablante en las estructuras sociales de género, cultura, raza, clase, orientación sexual… y también señalando la historia de la controversia que rodea a las afirmaciones objetivas del hablante…

Ken: ¿Puedes dar algunos ejemplos?

Michael: De acuerdo. Para incitar al hablante a situar sus opiniones en el contexto de sus propósitos, podemos hacer preguntas como:

Tú tienes una firme opinión sobre lo que yo debería hacer, dime: ¿qué efecto crees que puede tener sobre lo que yo hago que expreses tu opinión de esta manera? O quizá, podríamos preguntar: si tuvieras éxito en influir en lo que yo hago en esta ocasión, ¿cómo iba ello a encajar en los objetivos que tú has marcado para mi vida? O quizá: creo que ahora he entendido cómo quieres que tu opinión influya en lo que yo hago, ¿cómo encaja esto en tus propósitos para mi vida? ¿cómo encaja esto en tus planes para mi vida?

Para incitar a los hablantes a situar sus opiniones en el contexto de sus experiencias vividas, podríamos probar algo así: ¿puedes decirme alguna experiencia personal en tu vida que haya jugado un papel central en la formación de esa opinión? Eso me ayudaría a saber cómo tomarme tu opinión, y sería capaz de identificar aquellas partes de tu visión que encajan con la mía. Quizá podría entonces hablar de algunas de mis experiencias en la vida y compartir contigo algunas de las conclusiones a las que he llegado sobre todo ello.

Para incitar al hablante a situar sus opiniones en el contexto de su lugar en la estructura social, podemos intentar algo así: ¿en qué círculos se sostienen esta clase de opiniones? ¿Están todas las personas de ese círculo de acuerdo con esa opinión? Si alguna de esas personas estuviera aquí con nosotros, ¿cómo apoyaría tu opinión? ¿Qué crees que pasaría si, en su presencia, disintieras? ¿Qué presión para retractarte crees que experimentarías? ¿Qué consecuencias enfrentarías si te negaras a hacerlo?

Esta es solo una pequeña muestra de posibilidades para desconstruir las «verdades» que se defienden en los actos de habla despersonificados. Y quiero enfatizar que estas preguntas no requieren necesariamente una respuesta para ser efectivas. Al hacer estas preguntas, aquellos/as que están sujetos a actos de habla despersonificados quedan menos cautivados por ellos, y quedan confrontados a nuevas posibilidades para la acción…

En estas circunstancias tiene sentido desautorizar estas incisivas voces, restarles influencia, y eso puede lograrse mediante la personificación de sus «verdades». Podemos alentar a las personas que son objeto de estas voces a insistir en que las voces encarnan sus demandas, necesidades, opiniones, ilusiones… Tal encarnación o personificación puede lograrse ayudando a aquellos que son objeto de las voces a situarlas en el contexto de sus propósitos, sus experiencias y su historia.

Ken: Hablas de las voces como si fueran entidades independientes.

Michael: Sí, de hecho, en este trabajo, la desconstrucción de las «verdades» de las voces puede lograrse mejor a través de su personificación. O quizá debería decir que ello es alcanzado a través de la extensión de esta personificación, dado que no es nada inusual que las personas objeto de las voces las hayan personificado de forma previa a nuestro primer encuentro —aunque los propósitos de las voces no hayan sido, hasta ese momento, en absoluto transparentes…. Esta práctica de la personificación es una forma de re-expresar el problema, y, para mí, esta re-interpretación del problema es un aspecto importante del trabajo que hago. Sé que si nos comprometemos con la gente en re-interpretar el problema por el cual nos consultan, esto les proporciona, tanto a ellos como a nosotros, la oportunidad de apreciar la política de la experiencia de sus vidas.

Ken: Así pues, ¿cómo procedes en la práctica?

Michael: Básicamente, a través de la formulación de preguntas cómo:

¿De qué están tratando de convencerte las voces ahora? ¿Cómo encaja con los planes que ellas tienen para tu vida?

¿Cómo esperan las voces que sus «deberías» afecten a lo que haces? Si tienen éxito al forzarte a cumplir su voluntad, ¿cómo imaginas que puede influir eso en la dirección de tu vida?

Estas voces, ¿tienen tu propia opinión, saben lo que quieres o están en contra de que tengas tu propia opinión?

Puedo apreciar que estas voces te confunden, ¿a quién beneficia esta confusión?

¿Contribuye a sus objetivos para tu vida o favorece o clarifica tus propios objetivos?

Como puedes ver, con preguntas como estas se pueden trazar distinciones entre diferentes deseos, propósitos, intenciones, objetivos… Estas distinciones permiten a las personas determinar hasta qué punto todos esos propósitos e intenciones se corresponden con los designios de las voces dominantes, o hasta qué punto lo hacen con los designios preferidos por las personas afectadas. De la misma forma, la confusión se considera que beneficia más a las voces que a las personas. Al trazar estas distinciones la gente alcanza cierto grado de claridad sobre alguna forma preferida de dar cuenta de lo que quiere en la vida, y no permanecen demasiado tiempo confundidos.

Ken: Una de las cosas que yo encuentro muy interesante de tu trabajo y tus escritos es la atención que le presta a las políticas relacionales y a las técnicas de poder, ¿ves algún lugar donde poner en práctica estas ideas?

Michael: Definitivamente. Exponer y describir las tácticas que las voces emplean para conseguir lo que quieren puede ser de ayuda. Entre estas tácticas podemos incluir aquellas que hacen posible el privilegiar un conocimiento sobre otro. Y cuando estos mecanismos no funcionan, cuando su autoridad está en entredicho, las tácticas también incluyen varias formas de abuso, atemorización, subterfugios, traición, intolerancia…

Las voces cuentan con actos de habla socialmente establecidos y despersonificados para ser altamente influyentes. Atraen la atención sobre los motivos de otros, mientras disfrazan las suyos. Al personificar las voces con cierta profundidad, abrimos posibilidades para la desconstrucción y el desenmascaramiento de todo ello. Al hacer transparentes los propósitos de las voces de esta manera, las personas son ayudadas a revisar su relación con sus voces.

Esta personificación también hace posible que nosotros podamos ayudar a las personas a controlar el progreso en esa revisión de su relación con las voces, introduciendo en el proceso cuestiones como las siguientes:

En este momento, ¿cómo llevan las voces este desenmascaramiento? Hablar de ellas de este modo, haciéndolas transparentes, ¿cómo les afecta? ¿Crees que ello está reduciendo su influencia o incrementándola?

¿Se resisten las voces a esta discusión? ¿Las trastorna? ¿Es amenazante para ellas? ¿Cómo están reaccionando a la amenaza? ¿Tratan de «apostar más fuerte»? ¿Qué crees que quiere decir que se sientan amenazadas por esta conversación que tratas de establecer?

¿Cómo se toman las voces el hecho de que tu pensamiento está cambiando? ¿Cómo se toman el saber que les estás perdiendo el respeto y la confianza y que estás trabajando para no caer en sus tretas persuasivas? ¿Cómo afecta eso a tu postura ante tu propia vida? ¿La fortalece o la debilita?

Ken: Los demás, ¿encuentran inusuales estas prácticas?

Michael: Sí. Y quiero ser sincero respecto al hecho de que estas prácticas, como ya he mencionado, han provocado algunas inquietudes. Se ha dicho que contribuyen al incremento de las alucinaciones, y, por tanto, a su refuerzo. Se ha argumentado que el problema de las alucinaciones es que ya están externalizadas y que las personas lo que necesitan es poseerlas, integrarlas, que las voces en la esquizofrenia representan partes de la persona que esta necesita integrar, pensamientos con los que la persona necesita llegar a un acuerdo en tanto que propios… Pero estas críticas están basadas en modernas nociones del «yo» como el centro y la fuente de todo significado, en nociones de un yo unitario y esencial. Y yo no creo que haya algún fundamento para seguir sosteniendo esa moderna noción del yo.

Ken: ¿Alientas a las personas a confrontar las voces?

Michael: … No hay confrontación. Las situaciones de conflicto directo con las voces son evitadas. En las prácticas que estoy señalando en esta discusión, no hay enfrentamiento. Nunca se alienta a las personas a establecer interacciones altamente emotivas y estresantes. Eso sería enteramente contraproducente. Por el contrario, este trabajo alienta a las personas a tomar una posición de observador o autoreflexiva con relación a sus propias vidas, una posición en la cual ellas devienen las narradoras de los hechos en su relación con las voces. Inicialmente, esto ayuda a la gente a «destapar» las voces y la compromete en un desenmascaramiento…

Ken: Planteas que puede ser útil ayudar a las personas a discriminar entre las voces que ofrecen ayuda, al menos potencialmente, de las que son hostiles. ¿Puedes desarrollar esto?

Michael: Creo que las personas que están viviendo una experiencia psicótica traumatizante pueden llevarlo mejor con todo el soporte que puedan encontrar, incluso si parte de ese soporte se encuentra en la experiencia psicótica misma. No es raro que las personas en estas circunstancias nos expliquen que algunas de las voces que experimentan parecen realmente interesadas por su bienestar, aun cuando en ocasiones vayan algo desencaminadas en sus intentos de mostrar tal interés. Entonces, es posible ayudar a las personas a distinguir más claramente estas voces favorables, o potencialmente favorables, de las hostiles, y desarrollar una fuerte alianza con aquellas que les resultan de más ayuda, una alianza en la cual las personas estén en mejores condiciones de saber qué es lo que favorece sus intereses.

Dichas alianzas pueden jugar un papel muy importante al ofrecer a las personas soporte y un sentimiento de coincidencia en los objetivos, de solidaridad. Esto las hace menos vulnerables a la inseguridad que las voces hostiles o dominantes provocan, y confían en que esa alianza alcance una importante influencia en sus vidas.

Ken: ¿Cómo se puede ayudar a la gente a desarrollar esa alianza con las voces que les aportan una ayuda?

Michael: Después de identificar esas voces que suponen una ayuda, o al menos potencialmente, podemos ayudar a la gente a elaborar el carácter de estas, hasta el punto de que pueden llegar a adoptar la identidad de un amigo invisible… Por ejemplo, podemos explorar las posibilidades de establecer una relación con algún amigo invisible. Es posible trabajar con la gente alrededor de la invención de un amigo invisible, y en ocasiones, es incluso posible recuperar la relación de la persona con algún amigo invisible del pasado. ¿Tienes idea de la cantidad de niños que tienen una amistad con algún amigo invisible? Los niños son generalmente más postmodernos que los adultos, en el sentido de que aprecian mejor la naturaleza de la personalidad como algo constituido por múltiples historias …

Ken: En una entrevista anterior, te pregunté sobre tu teoría con relación a la salud y la normalidad. Tú respondiste:

«Creo que todas las teorías de la salud y la normalidad son problemáticas porque, atendiendo a sus orígenes, todas acaban por especificar o prescribir las vidas y las relaciones de las personas, y están todas ellas, aunque inadvertidamente, al servicio de la subyugación. No es posible tener una teoría de la normalidad sin una visión positivista y una noción utópica, y no creo que eso sea sostenible. Una breve reflexión sobre la historia de las ideas de salud y normalidad es muy descorazonadora».

Así pues, ¿el trabajo que tú realizas, se sitúa fuera de la mayoría de las concepciones establecidas sobre la salud y la normalidad?

Michael: Creo que sí. Pero en ocasiones, es muy útil saber qué implican las ideas y prácticas asociadas a estas nociones de salud y normalidad. Al identificar y clarificar estas ideas y estas prácticas, así como los propósitos a los que sirven, las personas están en mejores condiciones para encontrar posibilidades de resistencia a lo que esas nociones les incitan a hacer con sus vidas.

Este conocimiento nos permite explorar, junto con las personas, aquellos aspectos de sus vidas que podrían apreciar pero que no encajan con esas nociones de salud y normalidad. A medida que estos aspectos se hacen más visibles para las personas, y a medida que los aceptan, están más capacitados para rechazar el hecho de que sus vidas estén sujetas a las ideas y prácticas basadas en las nociones dominantes de salud y normalidad.

Ken: ¿Por qué es tan importante articular ese rechazo?

Michael: Muchas de las personas que he conocido con un historial de «esquizofrenia» sentían que habían fracasado espectacularmente en sus intentos de ser una persona, esto es, en sus intentos de aproximarse a las formas de estar en el mundo basadas en las nociones dominantes de salud y normalidad. Otras personas de su entorno lo perciben también como un fracaso, lo que contribuye al sentimiento de extrañamiento —alienación— y a la marginación que tan intensamente experimentan las personas con historial de «esquizofrenia», «trastorno maniaco-depresivo»…

En respuesta a esto, muchas personas con diagnóstico psiquiátrico acaban por perder la oportunidad de otorgarse la valía moral que se les supone a los demás miembros de nuestra comunidad, lo que les hace sufrir de forma particularmente intensa. Por si esto no fuera suficientemente estresante, continúan sujetos a una gran presión en cada uno de sus intentos de manejar su vida de acuerdo con lo que esas nociones de salud y normalidad especifican. Acaban perpetuamente paralizados. Estas son el tipo de circunstancias que favorecen los episodios agudos…

Ken: ¿Es aquí donde entran en juego lo que se puede llamar «conversaciones externalizantes»?

Michael: Sí. Por ejemplo, las diversas ideas y prácticas que están asociadas con las nociones dominantes de salud y normalidad pueden ser externalizadas como «expectativas» y «ambiciones» del entorno. Las exigencias de estas expectativas y ambiciones, sus incitaciones, y las formas en que dictan la vida de las personas pueden ser exploradas. Esto capacita a las personas para separar sus vidas y sus identidades de esas ideas y prácticas, y abre un espacio para que lo que previamente había sido interpretado como fracaso pueda ser interpretado como resistencia o protesta. Al separar sus vidas de esas maneras de ser, basadas en las nociones dominantes de salud y normalidad, las personas se sienten más libres para explorar otras formas de estar en el mundo.

 


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