Ecos eugenésicos desde Dinamarca; de Olga Runciman

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Este texto es del 2012 y está escrito desde un país concreto, pero sin embargo creemos que su interés va mucho más allá del momento y el lugar en el que fue escrito. Su título original ha sido imposible de traducir: Fe Fi Fo Fum, I Smell the Wiff of a Eugenics Drum! Hace referencia al cuento Jack and the Beanstalk. Hemos optado por algo más descriptivo, esperamos que la autora nos lo perdone.

La Fundación Lundbeck ha donado la subvención más grande de su historia a la investigación psiquiátrica danesa, una ayuda que ha pulverizado todos los récords en ese campo. El proyecto, que será conocido como La Iniciativa Lundbeck para la Investigación Psiquiátrica Integrativa (iPSYCH), recibirá 121 millones de coronas durante un periodo de tres años, financiación ampliable si los estudios aportan resultados prometedores. Pero, ¿cuál es el objetivo de esta investigación? En palabras del Dr Anders Borglum, catedrático de Genética Médica en la Universidad de Aarhus y director científico del proyecto: “Investigaremos por qué algunas personas desarrollan trastornos mentales. Identificaremos los mecanismos biológicos implicados y, además, trataremos de establecer las bases para mejorar el tratamiento y la prevención”. Así, cinco trastornos mentales serán estudiados: Esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión, autismo y TDAH.

La carrera por determinar la causa biológica de los sufrimientos psicológicos no es nueva. Desde que el mismísimo Darwin diera a conocer su libro Sobre el origen de las especies, la búsqueda del origen biológico de la locura ha sido permanente. Pero en estos más de 150 años de búsqueda no se han encontrado marcadores biológicos o genes claramente implicados. En su lugar se han generado grandes cantidades de datos, siempre prometiendo lo mismo: “ya casi estamos», «nos encontramos a punto de encontrar el gen causante”, “creemos tener localizado el desequilibrio químico”, etc . Todo esto es vendido como evidencia científica para probar que el sufrimiento mental es puramente biológico y sólo la psiquiatría tiene la clave para la cura. Los beneficios de la industria farmacéutica (Lundbeck incluida) han crecido enormemente a expensas de esta mentira.

Lundbeck es una empresa danesa singular, pues se trata de la única compañía farmacéutica del mundo que se centra exclusivamente en el Sistema Nervioso Central. Esta especialización comenzó en 1958, cuando desarrollaron su primer antipsicótico, Truxal, que además inauguró la larga etapa de éxito de Lundbeck. Sin embargo, su punto de inflexión económico llegó en 1989, cuando sus laboratorios lanzaron el Cipramil, un antidepresivo de tipo ISRS (NdT: inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina). Esto catapultó a la compañía al éxito, además de afianzar su posición como uno de los principales actores dentro del negocio de las Farmacéuticas. En 1993, tan sólo cuatro años después, los beneficios anuales de Lundbeck habían pasado de dos millones a 236 millones de coronas anuales, debido básicamente al nuevo medicamento. Cuando en 1998 por fin hicieron su aparición en el mercado estadounidense, el 82% de las ganancias de la empresa eran debidas a ese único fármaco.

Este modo de financiar la investigación de las compañías farmacéuticas no es ninguna novedad ni nada que deba sorprendernos: no es extraño que una farmacéutica cuyos mayores beneficios provengan de los fármacos psiquiátricos quiera seguir financiando la investigación en esa área. Aunque lo verdaderamente interesante es quién será el responsable de realizarla, pues se trata de alguien ya conocido en el país. Una persona que ha desatado la polémica por sus afirmaciones acerca del hallazgo de la causa genética de la esquizofrenia, pero especialmente por sus declaraciones acerca de la futura posibilidad de identificar fetos potencialmente esquizofrénicos, dando así la posibilidad a los padres de realizar un aborto en consecuencia

Thomas Werge, eminente bioquímico danés e impulsor del Biobanco Psiquiátrco Danés, fue noticia cuando, junto a otros colegas europeos, publicó en 2008 un artículo de investigación en el que se anunciaba que los genes responsables de la esquizofrenia habían sido prácticamente identificados. Estas afirmaciones fueron recogidas por la prensa a través de titulares como los siguientes:

Extra Bladet: “Así es cómo alguien se convierte en esquizofrénico”

Politiken: “El misterio de la esquizofrenia, próximo a ser desentrañado”

Berlinske: “Más cerca de comprender los orígenes de la esquizofrenia”

Copenhagen Post (periódico local para angloparlantes): “Científicos daneses ayudan a dar con la clave de la esquizofrenia”

Sin embargo, contrastando con estos titulares periodísticos, que eran incluso moderados, los Region Hovedstadens Psykiatri (Servicios de Salud Mental de la Región Capital de Dinamarca) anunciaron sin ningún tipo de reparo que el misterio de la esquizofrenia había sido resuelto; una afirmación muy atrevida, considerando que son los representantes del sistema psiquiátrico del país. Curiosamente, también fueron los únicos en asegurar con absoluta certeza que, en aquel 2008, el problema había sido solucionado. No sólo hicieron semejantes afirmaciones, sino que presentaron una entrevista con Werge sobre los hallazgos de su investigación: “Estos resultados proporcionan a la ciencia las bases para pensar de un modo diferente y para emprender nuevos caminos. Ahora sabemos que aquello en lo que siempre creímos es cierto: esta enfermedad es una entidad biológica del individuo y no una reacción a una sociedad enferma, como la antipsiquiatría afirmó durante las décadas de los 60 y 70. Por tanto, por primera vez podemos plantearnos ciertos métodos diagnósticos de tipo biológico, como los screenings prenatales. Se trata de una nuevo modo de pensar en la especialidad que requiere que procedamos con extrema precaución y de manera responsable.”

Fueron precisamente esas afirmaciones las que, entre otras cosas, provocaron multitud de debates a nivel nacional acerca de las implicaciones éticas de la posibilidad de llegar a abortar fetos potencialmente esquizofrénicos o con cualquier otra probabilidad de trastorno mental. Esta polémica se prolongó hasta bien entrado 2009, y a día de hoy aún está presente. Alarmantemente, lo que era constante en todas las discusiones que siguieron era la asunción incontestable de que era (es) posible identificar si un feto portaba o no los genes necesarios para acabar padeciendo un trastorno mental. La polémica fue desarrollándose en diversos frentes: desde plantear si las personas con diagnóstico de esquizofrenia debían tener hijos, hasta las intervenciones en los medios de personas con etiqueta psiquiátrica, como la mujer que cuestionó de forma anónima en un escrito a un periódico “¿Deberían haberme abortado?”. Por su parte, Werge continuó alimentando la polémica , con declaraciones como las que realizó en septiembre de 2009 en un debate acerca de trastornos mentales y aborto: “Este puede ser el punto de partida para lograr reducir el número de personas con enfermedades psiquiátricas”.

Entonces, el Consejo de la Organización Nacional Danesa de ExUsuarios de la Psiquiatría (LAP) invitó a Werge a unirse a ellos en un debate en el que, cuando fue cuestionado acerca de sus afirmaciones sobre los posibles abortos, declaró que sus palabras habían sido malinterpretadas por los medios y que su investigación no se había comprendido en ciertos puntos. Sin embargo, en ningún momento hasta ahora se ha retractado públicamente acerca de la posible reducción de “locos” mediante procedimientos de interrupción del embarazo, y sus afirmaciones iniciales siguen pudiendo encontrarse en la web de Los Servicios de Salud Mental de la Región Capital de Dinamarca. Se trata de la misma organización que en el 2010, dos años después de haber afirmado categóricamente que el misterio de la esquizofrenia había sido resuelto, fue nombrada coordinadora de un gran proyecto de investigación de 30 millones de coronas, que también incluía El Hans Psychiatric Centre, Lundbeck y la compañía islandesa de biotecnología deCODE. Y, ¿quién es el líder de este proyecto a cuatro años? Thomas Werge. Y así, en este 2012 Werge jugará un papel importante en uno de los proyectos de investigación más grandes de la historia de Dinamarca para encontrar, de una vez por todas, los orígenes biológicos de la locura.

Todo esto me trae a la memoria algunas de las conjeturas de Francis Galton, padre del movimiento eugenésico: “La pregunta se me impuso, ¿no podría ser la raza humana mejorada? ¿acaso los indeseables no podrían ser eliminados y los deseables multiplicados?”.

Yo nunca me he encontrado con Thomas Werge, pero me han dicho que se trata de un hombre encantador. También hay quienes dirían de mí que soy una mujer encantadora. Desgraciadamente, parece ser que hay dudas acerca de si mi vida merece ser vivida.

Pues bien, ¡vaya si lo merece!

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