Decálogo a tener en cuenta si se precisa ayuda y se decide buscarla en un/a profesional de la psicoterapia o el asesoramiento

1) En primer lugar haz la petición a tu médico/a de cabecera de la seguridad social aclarándole lo que deseas. Es decir, no aceptes como respuesta la receta de un psicofármaco y el «vuelva usted mañana», ni la derivación a un neuropsiquiatra si no se trata de un problema físico y tú lo que crees necesitar es un espacio basado en la expresión de tus problemas y su elaboración (ya sea mediante la palabra u otras técnicas como las englobadas en lo artístico, las bioenergéticas…).
Deja pues, claro, que estás buscando una relación psicoterapéutica o de asesoramiento sobre problemas, basada en la expresión y la elaboración de lo que te preocupa y hace sufrir, y que lo que quieres es que tu médico/a te envíe a un/a profesional que trabaje fundamentalmente con ese método, ya sea un/a psicólogo/a, un/a psiquiatra, un/a asesor/a…, pero con ese método.

Si no te hacen caso —ojalá que sí y no es imposible, aunque, hoy por hoy, es más que difícil— o te interpretan mal y te remiten a un/a profesional que sólo te medica y te ve cada mes o con un lapso de tiempo aun más largo, o te ponen en una lista de espera interminable: ¡no desgastes tus energías enfadándote o crispándote!, pero, si te ves con fuerzas para ello —y valora antes y con mucha calma si crees tener tales fuerzas— entonces protesta, aunque sólo sea con una queja escrita, por el hecho de que la seguridad social no ofrezca espacios de psicoterapia y asesoramiento individualizados y en grupo.
Valdría la pena que mucha gente hiciera tales quejas, por más breves que fueran, pero si no te ves con fuerzas: no lo hagas y no te preocupes y, en todo caso, si lo haces no le dediques mucho tiempo. No pierdas energías y sigue tu camino, pues recuerda que lo importante es intentar solucionar tu problema y encontrar apoyo profesional efectivo para ello.

2) Si finalmente te ves obligado/a a buscar un/a profesional cuya actividad es privada, la mejor forma es que sea a partir de alguien de confianza que te lo o la recomiende porque ha estado en relación psicoterapéutica o de asesoramiento con él o ella y le ha ido bien. Pero pregúntale a ese alguien de confianza qué métodos utiliza el o la profesional, cómo eran las sesiones, con qué regularidad, cuánto le cobraba…, y todo aquello que te ayude para hacerte una idea lo más clara posible. Porque ciertamente y aunque a esa persona de tu confianza le haya ido bien y se trate, efectivamente, de un buen/a profesional, eso no significa automáticamente que a ti te vaya ir bien, cada cual somos diferentes y conectamos mejor o peor con ciertos métodos y personas.
Si no conoces a nadie de confianza que te pueda facilitar esas informaciones, tendrás que arriesgarte a buscar solo/a. Entonces, ten en cuenta que la primera entrevista, que es siempre muy importante, puede ser decisiva para continuar o no con ese/a profesional.

3) En efecto, la primera entrevista, en el marco de una relación psicoterapéutica o de asesoramiento, ya sea en la red pública o en lo privado, es importantísima, y el o la profesional, si es hábil, lo sabe. Es bueno que tú también lo sepas.
Vas a tener que explicar, lo más clara y concretamente que puedas, cuál es tu problema, prepárate para hacerlo antes de la entrevista, pero no te preocupes demasiado, pues, si el o la profesional es capaz, te va a ayudar a construir la demanda, es decir, la construiréis juntos.
Pero ten muy en cuenta que el objetivo de la relación psicoterapéutica o de asesoramiento lo debes marcar tú, nunca el o la profesional. Lo que tú esperas solucionar, es decir, lo que quieres del espacio que abriréis, es el objetivo.
Si planteas objetivos inalcanzables en el marco de una psicoterapia o asesoramiento, por ejemplo: «mi objetivo es ser feliz», el o la profesional, si es ducho/a, te lo señalará de algún modo, pero, aun corrigiéndolo o matizándolo conjuntamente con el o la profesional, siempre el objetivo lo debes marcar tú.
El o la asesor/a o psicoterapeuta, si es ético/a, te dirá si ve posible ayudarte o no, en el último caso, si es un/a buen/a profesional y por lo que fuere no se ve capaz de ayudarte, te remitirá a otro/a profesional.

4) En la primera entrevista, sea en la red pública o en lo privado, además de explicar tu problema y que se explicite tu objetivo, es aconsejable preguntar al o la profesional todo aquello que, sobre la relación de ayuda que vais a iniciar, te preocupa o sientes curiosidad por saber. Hazlo sin complejos, el o la profesional, si lo es, te lo agradecerá, pues, entre otras cosas, así no sólo tú lo o la conoces, siempre en tanto que profesional —que es lo que te interesa—, sino que el o ella también te empieza a conocer a ti.

5) Sea en la red pública o en lo privado, siempre es bueno preguntar, además de todo lo que creas conveniente, las siguientes seis cuestiones al o la profesional al que has acudido:
-¿Qué modelo, es decir, que métodos, utiliza?
No te conformes con una generalidad, del tipo: «soy psicoanalista» o «utilizo el modelo de terapia breve sistémica» o «ya lo irá usted viendo»… Tiene que explicarte con claridad, con palabras que entiendas, en esencia en qué consiste el modelo con el que trabaja, cuáles son sus métodos. Aquello que no se puede explicar llanamente es que no se domina.
-¿Qué formación y sobretodo qué experiencia tiene?
-¿Trabaja en equipo y supervisa con otros/as profesionales sus casos?

El o la psicoterapeuta o asesor/a que trabaja sin supervisar su actividad no es de fiar.
-¿Cuánto tiempo, más o menos, durará cada sesión? y ¿cuánto tiempo, más o menos, cree que vais a necesitar —una vez le hayas explicado tu problema y tu objetivo— para llevar a término el tratamiento?
No deben satisfacerte respuestas del tipo: «ya se verá» y menos del carácter: «dependerá de lo que usted se esfuerce». Un/a buen profesional debe tener capacidad de pronóstico, una vez se ha construido la demanda, en cuanto al tiempo necesario de duración de un tratamiento, vaya a ser este breve, largo, o incluso muy largo. Obviamente no se le puede exigir una precisión matemática, pero sí una aproximación, y tampoco es exigible que sea fijado el plazo en la primeras sesiones pero sí en algún momento de la relación de ayuda. Las relaciones psicoterapéuticas o de asesoramiento sin límite de duración tienden a ser inefectivas y suelen acrecentar la creación de dependencia que de por sí tales espacios pueden generar.
-¿Tiene claro el secreto profesional sobre lo que le vas a contar?
-Y, en el caso de que se trate de un/a profesional privado/a, obviamente hay que preguntarle: ¿cuales son sus honorarios y con cuánto tiempo de antelación debes avisarle para aplazar una sesión sin que te la cobre?

Insistimos en que, si es un/a buen/a profesional, lejos de molestarle agradecerá estas seis preguntas, y todas aquellas que, sobre la relación de ayuda que vais a construir, le hagas en la primera entrevista, puesto que le permite, además de conoceros, clarificar la relación, o, si se prefiere llamar así: explicitar el contrato psicoterapéutico o de asesoramiento. De hecho, si es un/a buen/a profesional, es muy probable que te explique, a su modo, todas esas cuestiones sin que se las plantees, si no lo hace tú no dejes de preguntárselas.

6) Es muy recomendable que cada seis o siete sesiones le plantees al o la profesional, ya sea en la red pública o en lo privado, que deseas revisar cómo está marchando el espacio, es decir: ¿hasta dónde estás avanzando con respecto al problema que te llevó a psicoterapia o asesoramiento?, y que valoréis juntos si han surgido problemas nuevos que abordar. Esto hace más difícil la aparición de lo que se puede llamar «efecto deriva», es decir, pérdida del objetivo.

7) En el transcurso del desarrollo de la relación de ayuda es muy probable que haya momentos en que lo pases mal, es normal y lo sabes. Ese no es el termómetro para saber si avanzas, la medida te la dará el que tu problema vaya solucionándose y tu objetivo aproximándose. Pero puede también ocurrir que percibas que no avanzas, o incluso que retrocedes. Es lícito que te plantees si ello es debido a que la ayuda del o la profesional no es efectiva o si es lógico en tu proceso. Debes plantearle al o la psicoterapeuta o asesor/a tus dudas al respecto sin ambages, ya sea en la red pública o en lo privado.
Si es un buen/a psicoterapeuta o asesor/a, y si efectivamente no avanzas o retrocedes porque el espacio ya no te sirve, lo convendrá contigo: todos/a los/as profesionales, que lo son realmente, saben que eso puede ocurrir por más preparados y hábiles que ellos/as sean, y que en ese momento hay que finalizar la relación de ayuda y derivar a otro/a profesional si la persona atendida lo desea o simplemente dejar abierto el espacio para otro momento futuro.
Y si, sin embargo, tu no avanzar o incluso retroceder, es parte del proceso (por aquello de conectar con el problema de pleno, por ejemplo, o por otras razones), el o la profesional te lo señalará y te dará una explicación, desangustiándote en la medida de lo posible, y planteará qué medidas considera que son necesarias adoptar y marcará qué plazo de tiempo aproximado él o ella cree que puede durar tu no avanzar o incluso retroceder.

8 ) No olvides nunca, ya sea en la red pública o en lo privado, que tú no estás buscando un/a amigo/a, sino a un/a profesional. Las relaciones psicoterapéuticas o de asesoramiento son susceptibles, como ya dijimos, de crear dependencia, eso puede y debe trabajarse y siempre hay que tenerlo en cuenta. Debes saber que la ventaja de un/a profesional es su experiencia y el que ella o el están «fuera del bosque», pero la solución a tu problema, la consecución de tu objetivo, va a ser obra tuya. El o la psicoterapeuta o asesor/a, con su escucha y su mirada desde fuera, sólo te ayuda, y, en todo caso, te guía, pero hacia el objetivo que tú deseas, jamás hacia objetivos suyos. Esto es bastante, pero tú eres quien, para bien o para mal, decides y haces.
El o la profesional, si lo es, sabe todo esto y hace muy bien en situarse en que está ahí, en el espacio de relación de ayuda, ejerciendo su profesión de la que quiere vivir. Para y por esas dos razones: ejercer su profesión y vivir de ella, y por y para nada más. Y, si es un buen/a psicoterapeuta o asesor/a, intenta no olvidarlo nunca.

9) Cuando termines la relación de ayuda y sea porque tu problema se solucionó (porque lo superaste o porque aun persistiendo tienes la capacidad de verlo y afrontarlo de un modo nuevo que ya no te produce sufrimiento o que lo reduce significativamente), también te habrás conocido más a ti mismo/a y habrás aprendido un método que ahora podrás aplicarte, en ciertas nuevas situaciones, solo/a. El o la psicoterapeuta o asesor/a hábil, sabe que en cada caso socializa sus conocimientos de experto/a y busca conscientemente hacerlo con el objetivo de ser cada vez menos preciso para la persona a la que atiende.
El final positivo de una relación psicoterapéutica o de asesoramiento no implica que nunca más vayas a tener problemas, recuerda que «la vida es crónica» y los problemas forman parte de ella y del crecimiento continuo, y no significa que no vayas a desear y precisar nunca más un espacio de ayuda, lo importante, si las cosas fueron bien, es que los problemas sean nuevos o/y en un plano diferente —vale decir, superior en tu crecimiento como ser humano/a—, es decir, lo importante es que no caigas en la repetición y su más de lo mismo.

10) Las reflexiones de este decálogo, que esperamos te sea útil, sirven, en nuestra opinión, para cualquier modelo que elijas de psicoterapia o asesoramiento sobre problemas, ya sea en la red pública o en lo privado. No hay ninguna razón que se pueda aducir desde las existentes teorías psicoterapéuticas o de resolución de problemas humanos, para que un/a profesional no tenga en cuenta las reflexiones que aquí se recogen, o para que no conteste a las preguntas que se plantea hay que hacerle. No tener todo esto en cuenta y la no respuesta, sólo puede provenir de razones personales, no profesionales, y de estar trabajando con modelos del tipo «discursear sobre el discurso del otro», «del buen/a samaritano/a», o de «gurú» y similares, y, por tanto, no se trataría de modelos psicoterapéuticos o de asesoramiento sobre problemas.

Antipsiquiatría y Contrapsicología. Invierno de 2004.


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