Periódico Diagonal. 18 de Diciembrel de 2012
Muchas cosas tocadas en muy poco espacio, pero quedan apuntadas cuestiones interesantes. Nosotros hacemos funambulismo en otra cuerda, y aunque está claro que los beneficios del estado de bienestar (algo que como tal, además, no se ha conocido jamás en este país que llaman españa) afectan de manera directa a la calidad de vida de los pacientes psiquiátricos, más que compartir la consigna de que las políticas sociales son la mejor medicina, afirmamos que la lucha social y la pelea por la libertad son terapéuticas. Esto tan solo quiere decir que es en el momento en el que te rodeas de iguales en busca de algo mejor cuando ganas autonomía y salud, algo que por definición un Estado no puede otorgar a un hombre libre.
¿Sabía que si es usted desempleado tiene entre tres y siete veces más riesgo de padecer problemas mentales? ¿Y que las desigualdades socioeconómicas restan años de vida? Son algunas de las relaciones entre crisis y salud, que no siempre son evidentes y que, a veces, pueden ser contradictorias. Por ejemplo, está demostrado que en épocas de crisis descienden los accidentes de tráfico: cuanto más desempleo, menos personas cogen el coche para ir a trabajar (y eso sin contar el precio de la gasolina). Además, el aumento de horas de sueño de los desempleados tiene efectos positivos sobre su salud.
Sin embargo, la crisis tiene otros efectos menos halagüeños: existe una fuerte correlación entre desempleo, nivel de ingresos y salud. Y no es precisamente buena. Carles Muntaner, catedrático de Enfermería, Salud Publica y Psiquiatría de la Universidad de Toronto (Cánada), comenta que “hay estudios que relacionan las altas tasas de desempleo con un aumento de la depresión, el alcoholismo y el suicidio”. De hecho, se ha llegado a cuantificar que un incremento del 1% en la tasa de paro se traduce en un incremento del 0,8% en la tasa de suicidios entre los menores de 65 años. Martin McKee, director del Observatorio Europeo de Políticas y Sistemas Sanitarios, afirmaba en la inauguración de las VI Jornadas de Salud Pública: crisis y calidad de vida que, tras años de disminución, desde 2008 el número de suicidios se ha incrementado en toda Europa. “La excepción es uno de los países que evitó las políticas de actualidad: Austria”, añadía.
Los datos sobre crisis económica y salud mental en España sólo llegan hasta 2010, y lo mismo sucede en cuanto al consumo de antidepresivos que, según el Instituto Nacional de Estadística, subió un 30,5% entre 2005 y 2010. El de benzodiacepinas, un ansiolítico y sedante usado principalmente para el insomnio, aumentó un 12,9%. “Crece la percepción de desamparo social y hay más consultas por ansiedad y depresión”, comenta Jordi Reviriego, médico de familia y psicoterapeuta. “Muchas personas necesitarían soporte psicológico, pero los recortes han agravado la ya deficiente atención psicológica en el sistema público de salud, dejando sólo el tratamiento con fármacos, por lo que la psicoterapia es fundamentalmente privada. Quién más lo necesita, frecuentemente no se lo puede pagar”, continúa.
En concreto, España cuenta con 4,3 psicólogos por cada 100.000 habitantes frente a los 18 de la media europea, según el Colegio Oficial de Psicólogos. “La industria farmacéutica ha sabido aprovechar este escenario y se trata con fármacos a pacientes que sólo necesitan ayuda psicológica o mejorar su situación social y económica” concluye Reviriego. Asociaciones solidarias como la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES) atienden a personas que no pueden costearse las terapias. Su presidente, José Mª Sánchez Monge, recalca que “la farmacopea es importante, pero hay que completar el tratamiento con la atención comunitaria y establecer la terapia más adecuada y personalizada para cada persona. Hay enfermos crónicos en situación muy peligrosa porque no reciben la atención adecuada, como inmigrantes, sin techo o presos que sufren alguna enfermedad mental”. Monge recalca que su labor es cada vez más difícil por la falta de recursos de las administraciones públicas. “Algunas entidades de la Confederación han cerrado y otras instituciones, como Cruz Roja, se han hecho cargo de las personas que atendían”.
Más enfermedades infecciosas
La crisis –y los recortes– también tienen efectos sobre las enfermedades infecciosas. Así, en Grecia han aparecido nuevos brotes de malaria, una enfermedad extinguida en Europa y de la que no se registraban casos en el país heleno desde 1974. Investigadores del Centro de Control y Prevención de Enfermedades griego alertaban además del incremento de infecciones de VIH entre drogodepedientes y de la aparición, por primera vez en el país, del virus del Nilo occidental (262 casos entre 2010 y 2011).
Los investigadores recordaban que en épocas de crisis, la extensión de enfermedades infecciosas podía verse favorecida por las peores condiciones desde “desempleados, personas sin hogar o con pocos recursos y poblaciones migrantes”. También por “la dificultad del acceso al tratamiento y la caída de calidad del sistema público de salud”, todo lo cual les llevaba a afirmar que, en lo que a enfermedades infecciosas se refiere, las perspectivas de salud y prosperidad de la población griega son “desafortunadamente, no muy buenas”.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud clasificaba en un reciente informe las respuestas de los países a la crisis como buenas, malas o terribles. Entre las dos últimas se contaban las medidas para reducir la cobertura sanitaria y la introducción de sistemas de copago, dado que fomentan las desigualdades de acceso sanitario.
Políticas sociales: la mejor medicina
Los médicos de atención primaria como Mª José Fernández lo tienen claro: “La mejor manera de tratar los problemas mentales es no desmontar el Estado del bienestar y crear sistemas de apoyo a las personas más vulnerables y afectadas por la crisis”. Fernández, que forma parte del Fòrum Català d’Atenció Primària (FOCAP), afirma que “la pertenencia a redes sociales de apoyo como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca cura más que nosotros y, por supuesto, que los fármacos”.
La mayoría de los estudios afirman que el grado de protección social de un país es extremadamente importante para hacer frente a los problemas sanitarios provocados por la crisis. “Experiencias pasadas han demostrado que países con un buen desarrollo del Estado del bienestar y un buen sistema de protección social son más capaces de evitar los suicidios”, afirma Martin McKee. Y, en general, las peores consecuencias de la crisis sobre la salud. “Las más importantes son las políticas para activar el mercado laboral”, apostilla en el vídeo de inauguración de las jornadas sobre crisis y calidad de vida organizadas por la Escuela Andaluza de Salud Pública .
Por eso, los recortes sanitarios son en general mal recibidos por los profesionales del sector: “Una cosa es aprovechar para hacer reformas necesarias y otra, desmantelar un sistema efectivo, con altos índices de satisfacción, muy barato, de los más baratos de la UE-15, y con unos resultados muy buenos. No hay que olvidar que estamos a la cabeza de los principales indicadores de salud, como la tasa de mortalidad infantil, neonatal y maternal o la esperanza de vida”, afirma Carlos Artuondo, psiquiatra experto en salud pública y director de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Artuondo apunta que no hay evidencia de que los sistemas privados sean más efectivos que los públicos, más bien al contrario.