Creatividad y locura

Texto que aborda la falsa y más que extendida relación entre la enfermedad mental y la creatividad artística. Nos ha llegado a través de nuestro correo electrónico (psiquiatrizadxsenlucha@gmail.com).

El autor que figura es: Bender A. 08 (Traducción: Lester Walkowitz)

«Creatividad» y «locura». Del mito a la mercancía.

A nadie se le escapa que históricamente y con obstinada insistencia, se ha intentado encontrar cierta relación entre “creatividad” y “locura”, o entre “genio” y “locura”. No quisiera entrar a dilucidar cuál sería mi opinión sobre cada uno de estos términos (por eso los escribo entre comillas), sino partiendo de una supuesta idea, que parece instalada en el consciente colectivo, desarrollar mi hipótesis acerca de ello.

Para empezar, quisiera reconocer algo demasiado evidente. Muchas personas de reconocida creatividad e impulso artístico, han sido diagnosticadas o se les ha presupuesto algún diagnóstico de los que se conocen como trastorno mental. ¿Podría ser esto la confirmación de una relación directa entre “locura” y “creatividad”?.

Es fácil constatar que, hay muchas más personas que no están diagnosticadas, ni se les reconoce trastorno alguno y, sin embargo, tienen un impulso tan artístico y creativo como las diagnosticadas. Además, la “locura” se ha relacionado con muchos otros términos como criminalidad, violencia, etc, y no por ello, vamos a darles mayor crédito.

¿Pero entonces, cómo hemos llegado a hacer esta relación entre “creatividad” y “locura”?

Estoy convencido, que dicha conexión se produce con el encuentro de los estigmas sociales que históricamente han recaído sobre los llamados locos y los reconocidos como “artistas excéntricos” y en el intento de institucionalizarlos a ambos.

Roy Porter explica y compara, cómo “los comediantes y bufones del escenario también anunciaban su locura a través de la indumentaria y otros objetos…” (Porter, 2003), y cómo los antiguos pacientes del manicomio de Bethlem, en Londres, también llamado Bedlam, se les permitía vagar por los caminos y pedir limosna, “ataviados con un “uniforme” más o menos similar y exclusivo de ellos” (Porter, 2003). Las personas consideradas desequilibradas, nos han dejado muchos testimonios autobiográficos, pero también se han expresado “visualmente a través de dibujos, pinturas y otras creaciones” (Porter, 2003). Parece ser que en los asilos donde recluían a este tipo de pacientes, se les permitía “dibujar por motivos humanitarios”. En muchos casos, la desordenada vida de muchos artistas, les llevó a pasar por los asilos y los manicomios.

La “locura divina en el artista” (Porter, 2003), es una idea que ya desarrollaron algunos pensadores griegos, concibiéndolo como un individuo “inspirado”, o sea, “invadido por el espíritu”; algo muy parecido de lo que se pensaba de los reconocidos como “locos”. En el Renacimiento, llamar loco a un poeta, era un cumplido y a los artistas “se les atribuía la capacidad de tener visiones durante el sueño y ensoñaciones durante el día”. Shakespeare afirmaba que “el loco, el amante y el poeta son todo imaginación”, e ideas similares surgen en épocas subsiguientes, hasta el periodo de la Ilustración, en que los poetas buscaban el genio en el equilibrio y el sentido común. Con los poetas románticos se concibe un ideal “del genio saludable y heroico” y los movimientos de las vanguardias artísticas, retoman la asociación del arte con lo mórbido y patológico. “Desde el siglos XVIII hasta la fecha, la sociedad culta ha encontrado una rica significación social en esos trastornos “nerviosos””(Porter, 2003); y me gustaría remarcar lo de “sociedad culta”, para señalar de dónde supongo que proviene dicha relación. Rudolf y Margot Wittkower reconocen que esta relación fue tratada por primera vez en Grecia, donde a través de las ideas de Platón, se llegó a aceptar que los artistas creaban “en un estado de locura inspirada” y que salvo el periodo de silencio que rodeó a los artistas de la Edad Media, “desde los tiempos posmedievales nunca ha sido abandonada la idea de que el talento y el genio artísticos dependen de un tipo de personalidad cuyo equilibrio es precario (Rudolf y Margot Wittkower, 1992).

¿Cómo consigue consolidarse semejante creencia?
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Tengo la completa convicción de que esta estigmatización, no sólo recorrió el mundo del arte y la cultura. Ciertamente, no fue hasta la década de 1870 cuando la psiquiatría empezó a mostrar interés en las imágenes creadas por los locos, como instrumento de diagnóstico y confirmando a través de él, “la suposición anterior del parentesco entre el genio y la locura” (Rudolf y Margot Wittkower, 1992). Su pionero, el criminalista italiano Cesare Lombroso, afirmó que “los artistas y escritores estaban trastornados y probablemente necesitaban tratamiento” (Porter, 2003) y los incluyó en sus “teorías del degeneracionismo atávico”, en las que también aparecían los “criminales”. Para ello reunió una vasta colección de obras de “locos”, yuxtaponiéndolas con obras de niños, “anormales” y de “culturas primitivas”, reconociendo “rasgos persistentes que identificó como sintomáticos de la psique trastornada, infantil o salvaje” (Porter, 2003), y dejando implícito que, “si los locos pintaban así, entonces quienes pintaban así también estaban locos” (Porter, 2003). Este criterio fue seguido y reafirmado por muchos psiquiatras, doctores e investigadores, que quisieron descubrir en las pinturas de las vanguardias pictóricas, síntomas de la enfermedad. Freud también dio continuidad a dicho criterio al “considerar el arte como hijo de la neurosis” (Porter, 2003). Incluso Hitler denunció el arte moderno como degenerado y psicopatológico. Y fue esta relación entre “creatividad” y “locura”, sustentada a su vez por los diversos suicidios que acompañaron cierta época, la que asumió la psiquiatría y la que se instaló en la ciencia médica y en el consciente popular colectivo, a pesar de las voces disidentes que negaron cualquier conexión: “La psicosis no es nunca productiva de por sí…, sólo la mente de un hombre puede ser creativa, jamás lo será una enfermedad mental” (Víctor Frankl, 1958).

“A través de los siglos las convenciones artísticas y psiquiátricas estereotiparon a los locos y ayudaron a perpetuar prejuicios que requerían chivos expiatorios” (Porter, 2003). La transformación de la producción artística en mercancía, por la “sociedad culta”, propició la transformación del prejuicioso estigma en “elevado don”. La creatividad, al igual que la locura, ya nada tiene que ver con la transmutación del impulso apasionado, sino con el “gen”.

En definitiva, la idealización del aspecto creativo de la locura, proviene de la institucionalización de todos los graves prejuicios que han perseguido a los entornos sociales más desprotegidos. Y mantener ese mito, es reafirmar el prejuicio velado tras la cosificación de las personas diagnosticadas con “enfermedades mentales”, para así tratar de integrarlas, aunque sea a golpe de “electroshocks”, no en la comunidad de los afectos, sino en la acrítica realidad del mercado.

BIBLIOGRAFÍA
ROY PORTER. “Breve historia de la Psiquiatría”
RUDOLF Y MARGOT WITTKOWER. “Nacidos bajo el signo de Saturno. Genio y temperamento de los artistas desde la Antigüedad hasta la Revolución Francesa”. Ediciones Cátedra. Madrid – 1992.

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