Nos hacemos eco de la siguiente entrada publicada en Verba-Volant (web de noticias y reflexiones sobre Grecia):
A mediados de diciembre, la “Coordinación de colectividades contra la barbarie psiquiátrica” realizó una acción (intervención) en los dos hospitales psiquiátricos de Atenas, después de las muertes-asesinatos de tres pacientes en estos hospitales. Publicamos el texto informativo sobre la acción y el panfleto repartido durante ella. Ambos fueron redactados por dicha Coordinación de colectividades.
En el texto de la pancarta: Contención mecánica y química: No es tratamiento, es tortura.
El texto informativo sobre la acción:
El viernes 18 de diciembre de 2015 varios colectivos luchadores que no quieren y no pueden olvidar la barbarie que prevalece en los hospitales psiquiátricos y que ha conducido a la muerte a por lo menos tres personas, realizamos una intervención en los dos hospitales psiquiátricos en Atenas, Dafní y Dromokaítio. Visitamos las alas de los hospitales, repartimos textos y charlamos con los pacientes, el personal, con familiares de pacientes y visitantes, fuimos a las oficinas de la Asociación de Trabajadores en Dafní. y por supuesto a las oficinas de la Administración, donde en ambos hospitales no estaban ni los directores ni los vicedirectores. También pintamos consignas fuera del edificio en que habían sido asesinados tres pacientes, así como en el edificio de la Administración. Finalmente, fuera de os hospitales desplegamos pancartas contra la barbarie psiquiátrica.
En esta intervención nuestra dimos con varias reacciones que reflejan diferentes lógicas. Había gente que nos escuchaba atentamente, gente que quería expresar su angustia, pero también lógicas según las cuales las contenciones de los pacientes son el único camino, y que no son capaces de imaginarse unas lógicas terapéuticas diferentes.
También, dimos con lógicas que consideran que no podemos hablar sobre lo que sucede en los hospitales psiquiátricos, o por lo menos no podemos hablar (no tenemos derecho a hablar) dentro de estos hospitales. Había personas en puestos administrativos que como consideraron que nuestro discurso y nosotros no “tenemos cabida” (en los hospitales), trataron de limitarnos (a un cierto espacio). Algunos, después de acosarnos verbal y físicamente, llamaron a la Policía. Sus provocaciones fueron respondidas por nuestra insistencia de intervenir justo donde se generan las condiciones que condujeron a las muertes de los pacientes.
El texto repartido:
Hoy estamos aquí para no acostumbrarnos a la barbarie. Porque no nos olvidamos de las muertes “invisibles” y de las aún más “invisibles” condiciones que las generaron.
Vemos y notamos a nuestro alrededor a la soberanía política y económica atacando a todos los sectores de reproducción de las clases bajas. Teniendo como vehículo los memorandos, el Capital y el Estado están devaluando y eliminando, directa o indirectamente, todo lo que respecta a nuestro salario social y a los medios de nuetra subsistencia. Somos conscientes de que las consecuencias para la salud, sobre todo la mental, son abrumadoras.
Para el futuro inmediato, en el marco de esta ofensiva, y más allá del uso excesivo de la tortura de las contenciones mecánicas, la comunidad psiquiátrica dominante y el ministerio de Sanidad promueven planificaciones como los tribunales psiquiátricos (artículo 69), las “habitaciones tranquilas”, en las cuales los pacientes están aislados y vigilados por cámaras, y el tratamiento a domicilio obligatorio de los pacientes. El “cierre de los hospitales psiquiátricos” que andan propagando (dada la falta de financiación y de servicios comunitarios alternativos) sigue la lógica de la abolición y de los recortes, en perjuicio de los pacientes, los cuales por lo general no gozan de ninguna atención y, en muchos casos (sigue la lógica) de echar a la calle a aquellos que no pueden permitirse el lujo de pagar. Se comprueba que si bien la enfermedad es interclasista, el tratamiento tiene una índole clasista inexorable.
En concreto, en el campo de la salud mental, los hechos dan testimonio del desmantelamiento completo de sus servicios. Aquí, la barbarie parece haberse convertido en un régimen. Durante el último año hubo muchos muertos. Cuatro pacientes atados fueron quemados en septiembre, otro fue fatalmente herido tras recibir el ataque de otro paciente en mayo, en el Centro de Atención de Niños de Lejená los niños están atados con correas y están encerrados en jaulas, un paciente se suicidó en el hospital psiquiátrico de Dafní, Atenas, y también hay otras muertes “invisibles” de los que nadie se entera.
En estos incidentes, pese a que el tema de la escasez trágica del personal puede resultar fatal, el que tiene la culpa es el sistema psiquiátrico de la represión a través de las contenciones y los psicofármacos. Si bien las políticas de los últimos años han ido intensificando la barbarie, esta última está basada en el concepto y la práctica psiquiátricos dominante, los cuales ha tomado una posición clara al lado del Poder, para reprimir, controlar y en última instancia imponer el orden público.
Los que son evaluados como inadaptados, no normales, no convencionales y “diferentes”, son cualificados cada vez más como “peligrosos” por la Psiquiatría dominante, al igual que los inmigrantes, los que ponen en duda el Poder político establecido, e.tc. Todos estos son llamados “grupos sociales peligrosos”. Y en el campo de la llamada Salud Mental de lo que sucede se encargan el Régimen psiquiátrico, las compañías farmacéuticas, las ONGs, las agencias de seguridad, y los intereses privados.
Bajo este espectro de disciplina y control, se ha creado (montado) un mecanismo en el cual en vez de tratamiento lo que se realiza es la vigilancia, la represión y al final el control absoluto (de los pacientes) en los calabozos infernales que son llamados irónicamente hospitales psiquiátricos. El paciente pierde su entidad humana. A través de una maraña jurídica se sitúa prácticamente fuera de la ley. Se convierte en presa de los deseos, las experimentaciones, los intereses. Se convierte en rehén del régimen psiquiátrico y de los psiquiatras que lo sirven. Es una situación que continúa después de que al paciente se le de el alta, estando muchas veces él estigmatizado de por vida.
El personal sanitario y todos los trabajadores en los hospitales psiquiátricos y en todos los servicios de Salud Mental, están muy presionados y al borde del agotamiento (2-3 personas por cada 40-50 pacientes, horarios agotadores, e.tc.), son conducidos y a menudo se ven obligados a trabajar como engranajes y órganos ejecutivos de una Psiquiatría inhumana, la cual (con la responsabilidad inmensa de sus sindicatos) no llegan a poner en duda, incluso a menudo llegan a adoptarla como la única aproximación adecuada y factible. Las contenciones de los pacientes, así como la represión son la cotidianidad, no sólo para los que son considerados “peligrosos”, sino potencialmente para todos. En el reporte, a pesar de que se registran muchos errores, omisiones, deficiencias, lo obvio, es decir, que a nadie le pasaría nada si no estuviera atado, ni siquiera es examinado.
La indiferencia y el individualismo que prevalecen en la sociedad reproducen este mecanismo, siendo el resultado la indiferencia hipócrita sobre lo que sucede detrás de las puertas cerradas, a condición de que los “peligrosos” estén mantenidos a distancia.
Para nosotros, la cuestión es la superación de los hospitales psiquiátricos y la desinstitucionalización, teniendo la sociedad, los profesionales en el sector de la Salud Mental y los directamente interesados un papel activo y protagonista. Para cambiar la cultura y el comportamiento institucional, para eliminar el uso de la violencia, la contención de los pacientes, los aislamientos y la represión con los medicamentos, como una forma de imposición institucional de la Psiquiatría. Esto significa reemplazar y superar las instituciones por una red integrada de servicios comunitarios. Significa condiciones laborales satisfactorias y salarios satisfactorios, así como la consolidación de los acervos (conquistas) de los trabajadores. Significa una respuesta personalizada a las necesidades específicas de cada paciente, el respeto total y en la práctica de sus derechos y su dignidad, y su reconocimiento como un interlocutor igual durante todo el proceso terapéutico. Significa la eliminación de cualquier tipo de actividad empresarial privada en el sector de la Salud Mental. Ejemplos en esta dirección de la desinstitucionalización existen tanto en Grecia como en el extranjero.
Sin embargo, la superación y el cambio de la metodología psiquiátrica dominante no es una decisión que será tomada por algún centro, sino que serán organizadas por todos los involucrados en el proceso de su transformación, y en última instancia por todos los luchadores contra la barbarie capitalista.
Coordinación de colectividades contra la barbarie psiquiátrica