Cinco voluntarios pasaron la noche en el Hospital Son Llàtzer de Mallorca contenidos por las sujeciones que suelen utilizarse en diferentes tipos de enfermos ingresados. En este vídeo reflejamos sus reflexiones y opiniones sobre la experiencia.
Nos hacemos eco de un vídeo que está moviéndose por redes sociales sobre la experiencia de pasar una noche sujeto con contenciones mecánicas. No comentaremos las intervenciones de los participantes, ya que no supondría establecer un diálogo real con nadie. Por otro lado, queremos agradecer a todas a aquellas personas que se están esforzando por abrir un debate sobre el uso sistemático que se hace de las correas en el estado español a día de hoy.
Aprovechamos la ocasión para poder exponer brevemente nuestra opinión al respecto desde la perspectiva de la salud mental, algo que ya hemos hecho en ocasiones anteriores al tratar este tema:
– La única alternativa a las contenciones mecánicas en salud mental es su abolición. Suponen una violación de los derechos humanos y estos son irrenunciables. No se trata tanto de hacer algo alternativo, sino de eliminar esa práctica de las unidades de psiquiatría de los hospitales (la alternativa a la esclavitud fue su erradicación, la alternativa a la restricción del voto femenino fue el sufragio universal, etc.) . Existen lugares y modelos adónde mirar para constatar que no son un recurso imprescindible. Y es que, repetimos, algo que atente contra los derechos humanos no puede presentarse como inevitable.
– Evidentemente, saturar los organismos de los pacientes con psicofármacos hasta que queden completamente aturdidos (la denominada «contención química») no es sino otra forma de agresión.
– La apelación a la falta de recursos y la idiosincrasia (ese razonamiento basado en el «Tú no sabes, es que aquí es diferente… no conoces este servicio… a día de hoy no se puede hacer de otra manera») son coartadas vergonzosas que tan solo evidencian que ahora mismo los usuarios de de los servicios de salud mental no son ciudadanos de pleno derecho.
– Que te sujeten con correas y coarten tu libertad de movimientos en un espacio supuestamente destinado a ayudarte a conquistar salud pone sobre la mesa el fracaso de los dispositivos asistenciales, de la disciplina psiquiátrica y de la misma sociedad que habitamos. Es la prueba del estado de cosas donde vivimos y enloquecemos. Cuando atar a la gente es lo mejor que la psiquiatría y la sociedad pueden ofrecer a quien se encuentra en una situación extrema de sufrimiento y vulnerabilidad, es el momento de parar, reflexionar y comenzar a organizar el asedio al paradigma que ha propiciado el que hayamos llegado hasta aquí.
Las contenciones mecánicas son violencia. Eso lo sabemos todos, tanto los que tienen bata como nosotros. Exigimos a las partes implicadas la deferencia de al menos llamar a las cosas por su nombre. Estamos trabajando para que la gente de a pie sea también consciente de dicha violencia y de su cruda cotidianidad: una realidad traumática que pone en peligro la vida de los pacientes psiquiátricos y contribuye a su llamada cronificación.