Os dejamos con un regalo de navidad que nos han hecho antes de tiempo, una traducción con algunos consejos para afrontar algunas de las situaciones jodidas que pueden darse durante estos días entre personas que sufren psíquicamente. Desconocemos la obra de la autora de referencia del texto, simplemente nos ha parecido un contenido práctico que puede ser de utilidad. Como siempre, animamos a las lectoras de Primera Vocal a leer y discriminar, haciendo suyas las herramientas que puedan incorporar en la pelea por la salud y desechando las ideas o prácticas que no compartan.
Aprovechamos para mandar en estas fechas tan incómodas un abrazo a todas las supervivientes de la psiquiatría. Seguiremos luchando. Y además, cada vez lo haremos mejor. ¡Salud y fuerza!
Las fiestas de Navidad pueden ser una época difícil para aquellos que están luchando contra el impacto de experiencias traumáticas infantiles y trastorno de estrés post-traumático (TEPT). La terapeuta especialista en trauma Laurie Kahn habla sobre desencadenantes habituales que los supervivientes al trauma pueden experimentar durante las vacaciones y lo que pueden hacer para cuidarse en esta época.
Por qué la Navidad puede ser dolorosa para las personas con una historia traumática
Las fiestas de Navidad vienen acompañadas de potentes mensajes sobre estar juntos, disfrutar y celebrar. Si tu infancia incluyó abuso físico o emocional, abandono, adicciones u otros traumas, estos mensajes pueden minimizar tu experiencia y no tenerla en cuenta. «La mayoría de la gente que ha tenido trauma infantil tiene sentimientos mixtos y complejos sobre estas fiestas», dice Kahn. «Generalmente las mismas personas que les querían eran también las que les asustaban y hacían daño».
Las personas que han sobrevivido al trauma pueden sentirse avergonzadas de sus emociones, sobre todo si son de ambivalencia respecto a la familia. La sensación de angustia puede ir acompañada a la vez de sentimientos de añoranza. Las experiencias traumáticas en estas fiestas pueden incluir ver a la persona que abusó de ti física, verbal o emocionalmente en la infancia. También pueden incluir estar rodeados de miembros de la familia que abusan de los tóxicos o que tienen cambios de humor impredecibles que te recuerdan a momentos del pasado en los que te sentiste en riesgo.
Cuando no se abordan estos sentimientos
Es posible que las personas con historia de trauma intenten no sentir sus emociones al enfrentarse al estrés de la Navidad. Están en riesgo de desarrollar comportamientos poco saludables para afrontar la situación, sobre todo si están en tratamiento por abuso de sustancias o tienen problemas de salud mental. Las formas más comunes de afrontamiento pueden incluir desde desconectarse a sentirse emocionalmente sobrepasado e irritable, lo cual puede dar lugar a una serie de mecanismos de afrontamiento como dejar de sentir a través del alcohol, las drogas o las compras, desarrollar desórdenes alimenticios o auto lesionarse. «Las fiestas pueden vivirse como un campo de minas para las personas que tienen relaciones familiares difíciles», señala Kahn. «Existe presión para minimizar cómo te hace sentir tu familia y cómo son, y esto puede llevar a la gente a pensar en términos de blanco o negro, idealizando o demonizando». Cuando las personas tienen en cuenta las heridas de su pasado traumático, tienen una oportunidad mejor para cuidar de sí mismas y no implicarse en mecanismos de afrontamiento dañinos y peligrosos.
Navegar por los desencadenantes traumáticos navideños
Es importante prepararse con antelación y recordar desencadenantes habituales que hayas experimentado en las fiestas, porque es muy probable que se repitan. «Cuando sabes cuáles son los desencadenantes, puedes hacer un plan», dice Kahn. Ella nos sugiere algunas maneras de cuidarnos en Navidad:
– [ ] Limita las visitas. Restringe el tiempo de visita a la familia a aquel que te haga sentir cómodo y a salvo, aunque acabe siendo sólo una hora.
– [ ] Ten un plan para después. Tras la visita, pasa tiempo con un buen amigo, ve a un grupo de apoyo mutuo, o haz actividades que impliquen cuidarte, como ejercicio, meditación, o haz algo que te guste como escuchar música, hacer algo creativo, hacer punto, escribir un diario o cualquier otra actividad relajante.
– [ ] Haz descansos. Date un paseo. Vete a otra habitación y haz mindfulness. Siéntate en la terraza y llama a un amigo. Si la tensión se eleva o te sientes estresado, abandona la situación un rato, o despídete directamente.
– [ ] Diseña tus propias fiestas. Las fiestas no tienen por qué ajustarse al molde tradicional. Si la familia es demasiado estresante, inicia nuevas tradiciones con tus amigos. Haz voluntariado. Ve a clases de cocina. No te exijas a ti mismo hacer que tus vacaciones parezcan felices ni la experiencia de cercanía con la familia que la sociedad impone.
– [ ] Date tiempo, tanto para estar solo como para estar con gente. Rodéate de personas, pero resérvate también tiempo para ti mismo.
– [ ] Estate atento a pensamientos tipo blanco/negro. Las fiestas no son completamente buenas o malas. Asegúrate de prestar atención tanto a los aspectos positivos como a los negativos
– [ ] Ve con calma y recuerda las cosas fundamentales que te definen. Implícate en cosas que te ayuden a estar tranquilo y te recuerden quién eres. Ponte tu jersey favorito. Escucha tu música preferida. Lleva alguna cosa en el bolsillo que tenga un significado especial para ti, de manera que puedas cogerla si te pones nervioso y pueda llevarte a ese momento especial que representa. Escribe en trocitos de papel citas inspiradoras o frases de ánimo de tus amigos para poder leerlas si es necesario.
Recuerda que eres un adulto, y que puedes elegir. No puedes controlar los actos de los demás, pero puedes controlar tus reacciones, y aprender maneras de mantenerte sano y salvo.
«Tienes que saber que puedes sentir tanto tristeza como gratitud durante las fiestas», dice Kahn.