Breve comunicado sobre demandas académicas y activismo en Salud Mental

Desde hace tiempo, por cada correo o mensaje directo en redes que recibimos por parte de personas que quieren compartir algún material u ofrecerse a traducir textos (que desgraciadamente no abundan), recibimos muchos más de estudiantes exponiéndonos sus necesidades y ambiciones investigadoras (algún/a docente también se cuela). La proporción actual está en 8 a 1: ocho estudiantes de grado, máster o doctorado por cada persona que quiere echar un cable. Un panorama desolador sobre el que habrá que detenerse a pensar y debatir en algún momento.

Sin embargo, estas líneas tienen una vocación mucho más pragmática que reflexiva. No persiguen solventar la problemática existente en las relaciones entre academia y movimientos sociales, tan solo ahorrarnos tiempo y malestar. Primera Vocal es un proyecto que siempre ha estado firmado por “Psiquiatrizadxs en Lucha”. Tres palabras, dos sustantivos y una preposición. Lo que se pretende comunicar con ellas es muy sencillo: somos personas que comparten una condición objetiva dada que consiste en haber pasado por la atención psiquiátrica en algún momento y que, en directa relación con ello, declaran una disposición de ánimo orientada a luchar. Si alguien tiene dudas sobre el significado de este verbo, compartimos la definición del diccionario María Moliner:

intr. (con, contra, por) En sentido amplio, combatir, pelear. Utilizar alguien sus fuerzas y recursos para vencer a otro, para vencer un obstáculo o dificultad o librarse de una cosa, o para conseguir algo.

Por tanto, a la gente que nos escribe desde el ámbito académico le pedimos que por favor tenga en cuenta este posicionamiento. Esto es, que si buscan algún tipo de colaboración piensen antes en lo que pueden ofrecer a los activistas en primera persona de esto que llamamos “salud mental”. Se trata de algo básico, si vas desde una institución a un colectivo social a proponer algún tipo de investigación, lo mínimo es que se dé un planteamiento estratégico. Ese es el punto que puede establecer la posible ligazón entre las partes. Tal y como nos mostraron en su momento compañeras inglesas, a quienes se acercan desde la universidad hay que decirles: “¿Qué puedes hacer por mi comunidad?”. Y a partir de lo que se responda ya veremos.

Si lo que se busca es llevar a cabo registros e inventarios de proyectos y activistas, escrutar subalternidades, dar con un nuevo campo de investigación que otorgue algún tipo de reconocimiento en sus respectivos departamentos, extraer información canjeable por becas y contratos o sencillamente convertirnos en un objeto de estudio, pedimos educadamente que no nos hagan perder el tiempo. La sensación de que nos analicen y clasifiquen nos es demasiado familiar. Y además nos da asco.

Por otra parte es curioso cómo la estructura formal de los correos que recibimos es repetitiva. Básicamente en un primer momento se reconoce la importante labor que realizamos con una página como la nuestra, luego se exponen sin demasiado pudor las demandas investigadoras del remitente (como si se diera por hecho que le tienen que interesar a alguien a quien no se conoce personalmente y con quien no hay ningún tipo de relación o afinidad previa) y finalmente se solicitan contactos, referencias y aportaciones. Desconocemos el funcionamiento habitual de las comunicaciones dentro de los cauces académicos, pero esta manera de llamar a la puerta que conocemos desde hace demasiado tiempo nos parece interesada y de mal gusto.

Somos sujetos políticos que nos vinculamos en relaciones de reciprocidad. Apelar a una filiación académica no es un conjuro por el cual nadie te tenga que dar nada. No proporcionamos contactos personales a gente que no conocemos, no compartimos información privada y no permitiremos nunca el acceso de ningún personal investigador a los espacios de seguridad y confidencialidad en los que participamos o que facilitamos (véase: grupos de apoyo mutuo en sus distintas modalidades). Si eso no se entiende, es que se desconoce por completo el movimiento al que pertenecemos.

Si por el contrario hay proyectos no extractivistas que busquen contribuir a la defensa de los derechos esenciales de las personas psiquiatrizadas, socavar el relato biologicista acerca de los “trastornos mentales”, difundir materiales que recojan nuestro conocimiento no tutelado, aportar recursos (traducciones o instalaciones para eventos, por poner dos ejemplos) y un largo etcétera de propuestas que desgraciadamente suelen ser minoritarias, entonces sí, escribidnos: psiquiatrizadxsenlucha@gmail.com


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