Arquitecturas del fracaso

Con esta entrada queremos inaugurar un contenido participativo donde cualquiera (sea una persona que haya sido ingresada, un profesional o un familiar) pueda contribuir. La idea es sencilla: ofrecer a quienes no están familiarizados con las plantas de psiquiatría descripciones físicas de las mismas.

No queremos entrar en valoraciones sobre otras cuestiones relevantes de estos espacios (como puede ser el grado de medicación que hay o el trato dado por los trabajadores), eso daría para otras entradas de la web. No hacen falta grandes disquisiciones, nos hemos dado cuenta de que la fría descripción de la arquitectura, de los espacios, del mobiliario, es suficiente para visibilizar una realidad que es ajena a la mayoría de ciudadanos. La salud mental sigue siendo un tabú en nuestra sociedad, por eso la gente se queda completamente descolocada cuando descubre que las contenciones mecánicas son una práctica absolutamente generalizada o que la mayoría de plantas de psiquiatría parecen diseñadas para morirse de pena dentro de ellas.

Existe una contradicción esencial que hay que señalar tantas veces como sea necesario: ¿cómo poder recuperarse (ya que entendemos que la recuperación es el objetivo, el nuestro y el de los profesionales, al menos sobre el papel) en un espacio que al ser diseñado no parece haber tenido en cuenta para nada este objetivo?

Podéis mandar vuestros textos a psiquiatrizadxsenlucha@gmail.com

Jiménez Díaz (Madrid). La planta de hospitalización psiquiátrica es la séptima. El recuerdo está algo nublado, la medicación que se toma durante los días que estamos dentro impide recordar con nitidez. Aún así, entre la bruma rescato el pasillo amplio. A ambos lados de las paredes se distribuyen las puertas de las habitaciones, que estarán habitualmente cerradas con llave salvo el momento previsto para la siesta y el sueño nocturno. En las habitaciones, compartidas, no hay baño propio. Los baños y las duchas son comunes para todas las personas ingresadas —las profesionales sí cuentan con baño propio—. Tres baños con ducha para la ¿veintena? de personas ingresadas; uno de los cuales también está habitualmente cerrado con llave salvo en el horario de ducha matutina. Los otros dos baños, uno para mujeres y otro para hombres. El de mujeres, que es el que yo conozco, es amplio y tiene forma de letra L. En la parte pequeña está el retrete, sin ninguna separación con la parte alargada (ni puerta, ni cortina, ni biombo, ni nada que pueda dar una mínima intimidad). Las pacientes utilizamos el servicio a la vez que a medio metro y sin ninguna separación otras compañeras cuelgan en el tendedero la ropa interior que acaban de enjuagar o se lavan los dientes en el lavabo, en el mismo espacio. Sorprendentemente, cuando la enfermera de la noche nos pregunta por «el número de deposiciones de ese día», luego debe pasar a entregar laxantes a la mitad de la planta; en esas condiciones nuestros cuerpos no consiguen regular por sí mismos la función intestinal de forma sana.

PTS (Granada / inaugurado en 2016). Un segundo piso. Para entrar hay que flanquear dos puertas, la segunda no se abre hasta que la primera está cerrada y la persona al otro lado de la videocámara da el visto bueno (en los calabozos de una comisaría o en las galerías de una cárcel se usa el mismo método, solo que con barrotes). La luz natural no abunda demasiado dependiendo de la hora del día. Habitaciones con el mobiliario atornillado al suelo, ventanas cerradas sin pomos, rejas y una cámara en una de las esquinas superiores. Un largo pasillo distribuye las habitaciones a ambos lados, cada pesada puerta de marco metálico tiene una mirilla. Nada más entrar hay una «pecera» que separa a los profesionales de las personas ingresadas. Existen dos habitaciones más: una de actividades y otra donde se come y se puede estar con las visitas. Prácticamente todo es blanco y gris.  El contacto de la infraestructura con el exterior se reduce a: 1) un patio acristalado de reducidas dimensiones con un futbolín y asientos de plástico; 2) los ventanales de la habitación de actividades son amplias y permiten ver Sierra Nevada más allá de la autovía, casi parece irreal.

Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid). La unidad de psiquiatría está en la planta baja. Una vez pasada la entrada principal hay una pequeña puerta de madera a la izquierda que da acceso a una zona de administración a mano derecha, y a un pequeño pasillo por el que hay que seguir de frente. Este pasillo termina en una puerta de doble hoja, grande, metálica, que recuerda a las que deben anteceder a la sala acorazada de un banco. No hay ventanilla ni mirilla en la puerta. Sí hay en un lateral un timbre desde el que el equipo de profesionales de la planta te ve a través de una cámara y te pregunta quién eres y a quién quieres ir a ver.

Pasando esta puerta entras a la planta de psiquiatría, consistente, casi exclusivamente, en un pasillo de unos dos metros de ancho y veinte de largo. Flanqueado por dos cámaras de vigilancia. Por él deambulan los pacientes, todos en pijama, el mismo pijama* y las mismas zapatillas. De un extremo al otro. Para ir hacia allá por el lado derecho, para volver por el izquierdo. Como en el metro, pero sin tener un destino ni un origen. Se pasea para matar el tiempo, o eso parece desde fuera. Llama la atención la temperatura de la unidad. Muy alta. Como para no necesitar más que ese pijama de dos piezas y fina tela con el logotipo del Hospital. Casi en el extremo final del pasillo, una placa hecha en alguna actividad de manualidades, reza «Plaza de la Concordia» o «Paseo de la Concordia». Llama la atención el cartel, ciertamente descontextualizado, como si en lugar de un pasillo hospitalario con un aspecto tan decadente y cargado de un descarnado patetismo, anunciara algún espacio convivencial en el centro de una ciudad de nuestro «cinturón rojo» del sur de Madrid y la placa homenajeara a su ciudadanía y los valores democráticos.

Además del pasillo, a mano derecha hay dos salas «de uso común». Una es el espacio del comedor y siempre que no sea hora de comidas permanece cerrada. En la otra hay sofás, una televisión, una estantería con juegos de mesa que nunca he visto que nadie utilice, y una mesa donde a menudo hay folios con dibujos para colorear. Esos dibujos de animales o escenas naturales que solo tienen marcada su silueta y el resto hay que rellenar de color. Esos dibujos destinados a escuelas infantiles para que los niños aprendan a no salirse de la línea marcada y puedan dar el color que ellos deseen a la garza impresa en él. En medio del pasillo, a esta mano derecha la zona de «control» de enfermería, la «pecera» donde descansan o charlan o se refugian los trabajadores y trabajadoras de la planta, marcando un nuevo límite diferenciador en el uso de espacios, establecimiento de relaciones y libertades de movimiento. A ambos lados de esta «pecera» hay sendas habitaciones individuales con una ventana de cristal que da a la zona de control de enfermería y que solo se abre o cierra desde esta. Estas dos habitaciones están destinadas a aquellos pacientes que requieren una vigilancia médica constante. A parte de estas dos habitaciones, hay otras 14, 6 individuales y 8 dobles. En las puertas no hay mirillas ni pestillos, para evitar riesgos en detrimento del respeto a la privacidad. Las habitaciones cuentan, fundamentalmente con una cama y una pequeña mesilla. Las camas que he visto tienen las correas para la contención mecánica siempre puestas, por si acaso. Entiendo que ante cualquier situación que se consideren necesarias será un avance (de tiempo) tenerlas ya amarradas a las camas, pero la imagen que dan a la habitación es la de una celda medieval. También hay en la habitación un pequeño baño completo y una ventana que no puede abrirse y que da a un patio interior del Hospital que no tiene acceso y, por lo tanto, por el que no pasa nadie. Por el día sí entra luz natural, pero al estar en la planta baja, flanqueado por los edificios del Hospital, la Unidad de Psiquiatría se queda sin luz solar pronto.

Hospital Concertado cerca de la ciudad de Pontevedra. No recuerdo su nombre (estas son las cosas que pasan en los ingresos psiquiátricos). Hace ya tiempo que estuve allí ingresada. Más que una unidad de psiquiatría parecía un pequeño piso separado del resto del hospital por una puerta que estaba cerrada con llave. Donde yo estuve era una pasillo muy corto. Al comienzo de este había como una salita con una televisión la cual creo recordar que no se podía usar. El resto de habitaciones eran para los/as pacientes. Había pocas, creo que tres. Eran muy estrechas. En ellas había dos camas y creo que alguna mesilla. Me parece que tenían baño propio, pequeñito también. La sensación era muy claustrofóbica. No había nada más que esto. Tampoco había ningún tipo de profesional allí. Solo venían a darnos tabaco (nos daban un ciagrrillo cada hora) y la comida. No salíamos de allí para nada, solo para las visitas que eran por la tarde y que ese hacían como en un hall donde había unas mesitas con sillas. Estuve un par de días. En ese tiempo no me vio ningún profesional. Cuando mi compañera de habitación (solo estábamos ella y yo en ese momento ingresadas allí) me dijo que ella llevaba una semana y que no la había visitado ningún/a profesional pedí el alta (el ingreso había sido voluntario y mi familia estaba de acuerdo con que volviera a casa). Me ingresaron allí porque en el hospital público no había camas. He estado varias veces ingresada y nunca he visto nada igual. La sensación era que me habían dejado allí aparcada, a la buena de Dios. No sé si es que no tenían unidad de psiquiatría o es que allí ingresaban a las que no manejábamos chequera.

Hospital de Sant Pau (Barcelona). Espacio habilitado el nuevo hospital para reemplazar el viejo recinto modernista. Estuve en él en 2013, vivimos el traslado y contraste entre recintos y volví en 2018, con algunos cambios.

El hospital nuevo se compone de varias edificaciones alargadas, dedos de varias plantas que convergen formando una especie de mano abierta. La unidad de ingreso es como las demás, no atiende a necesidades específicas. Como todas, tiene mucha ‘piedra’, todo parece nuevo, amplio y limpio, pero resulta frío por poco humano. El espacio no parece pensado para aportar un bienestar específico, ni para tranquilizar. Todo el hospital nuevo está hecho con el mismo molde y, aunque la unidad de ingresos es nueva, recuerdo el espacio como más angosto que en el edificio viejo.

La puerta cerrada de la unidad se abre a un pasillo de unos 25-30 metros que empieza por la pecera de enfermería y del que salen casi 20 habitaciones para dos personas con baño. Siempre están abiertas y no hay cámaras. En los extremos del pasillo hay dos salas pequeñas e insuficientes. Una tiene tres o cuatro mesas y una docena de sillas y tiene algunos juegos, colores y mandalas en la pared. La otra se usa como comedor y tiene las mesas siempre puestas. Las dos tienen tele y una pared entera de cristal con vistas al hospital viejo. El resto de ventanas dan a los ‘dedos’ contiguos, clónicos, y se puede ver de lejos, cuando tienen las persianas de láminas abiertas, otras camas de hospital. Son idénticas, dan a pasillos clónicos y se puede ver en ellas otras personas ingresadas por otros motivos y a sus visitas. Ante la ausencia de actividades programadas la actividad se concentra en el pasillo, arriba y abajo, sentarse en alguna silla buscando una conversación o recogimiento. No hay mucho más que hacer. Una vez al día se abre la puerta de la unidad, se cruza el pasillo que conecta edificios y se entra a un patio bajo llave con un aro de básquet y mesa de ping pong. Se puede jugar a pelota y hay algunas plantas aromáticas. Se sale media hora y en un espacio de unos 35 metros cuadrados, salen unas 15 personas. Desde enfermería se comenta que los intentos para colgar imágenes en el pasillo acababan siempre en láminas rotas. En cambio, los mandalas coloreados para pasar el rato no los toca nadie. Recientemente vi que un enfermero organiza cuando puede estiramientos y, una vez al mes, Activament organiza un espacio donde compartir experiencias. No se puede fumar y se reparten incesantemente parches y chicles de nicotina. Antes se podía salir a andar por el recinto del hospital viejo. Ahora no: solo queda el patio.

Alcalá de Henares (Madrid). Otra unidad de psiquiatría ubicada en una planta elevada. Las ventanas son de cristal, no tienen rejas, pero no se pueden abrir (se una llave especial que solo tienen los profesionales). La unidad estaba distribuida en un pasillo, con habitaciones, despachos y salas de estar a un lado y a otro. Había dos salas de estar: una con mesas y sillas, que funcionaba como comedor, sala de terapia ocupacional, sala de grupos y sala de estar, en función del momento del día. Tenía una televisión en una esquina (pegada al techo), que casi siempre estaba encendida. La otra sala de estar era un poco más pequeña, tenía unos sillones, una mesa de ping pong y otra tele; en esa habitación se pudo fumar mientras estuvo permitido, luego entró la ley y no se podía (aunque, como dato, los profesionales que fumaban lo hacían a escondidas en el vestuario, y a veces la planta olía a tabaco y alguna vez algún paciente se enfadó por esto).

En toda la unidad había cámaras, excepto en las habitaciones de los pacientes (solo había cámaras en una habitación, donde iban personas que tenían riesgo por lo que sea y se consideraba que tenían que estar observadas. Esto ha cambiado, se hizo una reforma y se pusieron cámaras en todas las habitaciones).

El control de enfermería tenía una puerta que solía estar abierta cuando había alguien dentro (aunque los pacientes no podían pasar) y una ventana corredera que generalmente estaba abierta, excepto cuando era la hora de dar el parte, que se cerraba. Había otros tres espacios (bastante grandes, la verdad) reservados solo para profesionales que se usaban para pasar consulta, para reuniones de equipo, sesiones clínicas, etc. Y uno como vestuario para profesionales, donde también había taquillas donde los pacientes guardaban su ropa para las salidas (posteriormente se han puesto taquillas en las habitaciones). Todas las habitaciones tenían ventana. Desde un lado de la unidad se veía otro pabellón del hospital y desde el otro la universidad. La mayoría eran habitaciones dobles, pero había algunas individuales.

La unidad estaba cerrada con dos puertas metálicas, una a cada lado del pasillo, con una ventanita y un telefonillo.

Virgen de las Nieves (Granada). La unidad de hospitalización está en un segundo piso. Para acceder a ella tienes que llamar por el interfono, y una vez verificado quién eres y/o a qué vienes te abren la puerta de forma automática. Nadie viene a abrirte, sino que lo hacen desde el control de enfermería. Una vez abierta esa primera puerta, y una vez que se ha cerrado, tienes que atravesar una segunda puerta. Como en una prisión. En medio de las dos puertas hay varios despachos, pero ninguno es para recibir y atender a las personas que entran, así que pasada esa segunda puerta tienes que recorrer el pasillo hasta llegar al control de enfermería. Una vez has llegado a él, te separa de los/as enfermeros/as un mostrador bastante alto. Si continúas por ese pasillo llegas a unas escaleras que dan acceso al patio.  No recuerdo bien, pero creo que está totalmente cerrado incluso por la parte del techo. Entra luz, así que aunque no tengo un recuerdo claro creo que está con ladrillos vistos y rejas. La sensación es como de estar en una gran jaula, pero al menos ahí hay un poco más de sensación de amplitud, luz, y oxígeno. No hay nada allí con lo cual entretenerte. Pasado el control de enfermería y antes de llegar a las escaleras que salen al patio hay una sala de televisión con asientos. Creo que también hay una sala donde hacer actividades. Según pasas la segunda puerta de la entrada, antes de llegar al control de enfermería están los despachos de los/as facultativos/as. Frente a ellos hay unos asientos de esos que son como sillas unidas. Allí esperan las personas a ser atendidas, a relacionarse con los/as compañeros/as o simplemente a que pase el tiempo. Frente al control de enfermería hay habitaciones individuales, imagino que para situaciones “especiales”. La planta de la unidad es como una T, en la parte del rabito horizontal de la T están las habitaciones dobles. En ellas hay dos camas y dos mesillas. Creo que también un pequeño armario empotrado en la pared. Hay ventanas por donde entra luz natural. No lo recuerdo con precisión, pero imagino que sin pomo.

 


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