Apuntes previos a la creación de un Grupo de Apoyo Mutuo en Salud Mental

Compartimos unos apuntes muy breves que incluyen varias cuestiones a tener en cuenta antes de montar un GAM. No se trata de un documento que inicialmente tuviera como objetivo ser publicado, pero con el paso de los años se ha convertido en una buena referencia y hemos decidido subirlo a la web (en parte por la manifiesta ausencia de recursos prácticos en esta línea).

Ojo: faltan muchas cosas y otras están brevemente esbozadas, si algo de lo aquí presentado le sirve a alguien, maravilloso… no hay ninguna ambición de establecer un manual de referencia ni nada que se le parezca.

QUÉ ES EL APOYO MUTUO.

  • Definición: Es un modo de relación que se da entre personas que comparten una misma problemática o unas mismas dificultades. En la que se comparten experiencias, conocimientos, información, inquietudes, miedos, afectos, información, preocupaciones… Que se caracteriza por ser horizontal (de igual a igual) y porque en ella ambas partes salen fortalecidas del encuentro.
  • No es exclusivo de la salud mental: Se da en otros ámbitos de la salud y en otros ámbitos de la vida (adicciones, familias monoparentales, duelos…).
  • Tipos:

– Informal: Es espontáneo. Forma parte de la naturaleza humana (cuando estamos ingresados y nos echamos un cigarro, en la sala de espera de la consulta del psiquiatra cuando conversamos con la persona que está sentada al lado…)

– Formal: Se realiza con un encuadre y con intencionalidad. Se trata de poner nuestra experiencia al servicio de los compañeros. Puede hacerse de forma individual o grupal.

  • Surge en la mitad del siglo pasado y principios de este en el mundo anglosajón y europeo con el inicio de:

– Activismo en salud mental.

– Enfoque centrado en los derechos humanos

– Movimiento asociativo.

  • «Apoyo mutuo» es un término desarrollado por Kropotkin en su libro de igual nombre y es una de las ideas esenciales del anarquismo.

 GRUPOS DE APOYO MUTUO:

  • Definición: Un grupo de personas que comparten la experiencia de tener, o haber tenido, problemas de salud mental que se reúnen para hablar sobre ellas, apoyarse mutuamente, compartir información y aprender unos de otros bajo las máximas de confidencialidad y absoluto respeto.
  • Es importante tener en cuenta que no todo el mundo tiene que hablar necesariamente. Hay personas que necesitan más tiempo para soltarse o simplemente les ayuda el escuchar y el formar parte del grupo y no necesitan decir nada.
  • Los grupos pueden ser y organizarse de muchas maneras, pero no hay una manera correcta. Mientras se cumplan los principios fundamentales la mejor forma es la que le funciona a los participantes del grupo. Incluso aunque se siguieran las mismas consignas cada grupo será diferente porque esa es la naturaleza de los grupos: un crecimiento orgánico propio, desarrollo y cambios, del mismo modo que lo tienen sus miembros.
  • Los objetivos generales serían:

– Ofrecer un espacio seguro donde las personas se sientan aceptadas y cómodas.

– Ofrecer la oportunidad a la gente de “aceptar” y “vivir con sus experiencias psíquicas” de manera que obtengan mayor control sobre ellas y les ayude a retomar el poder sobre sus propias vidas.

– Validar la experiencia personal.

  • Nosotros en nuestro trabajo añadimos:

– Crear mapas que nos ayuden en el proceso.

– Socializar conocimientos.

– Trabajar sobre derecho humanos en salud mental.

CÓMO FORMAR UN GRUPO:

Para formar un grupo es necesario decidir, al menos, sobre las siguientes cuestiones:

Quién o quiénes van a ser las personas que lo faciliten o que se responsabilicen de que las cuestiones básicas estén resueltas.

Si se va a facilitar el grupo o todas las personas son responsables de su funcionamiento:

Para que todas las personas sean las responsables del grupo es importante que, si no todas, al menos la mayoría, tengan experiencia en asamblearismo. Si no es así, lo mejor es que una o dos personas faciliten el grupo, al menos hasta que este vaya teniendo experiencia y soltura a la hora de funcionar.

Si se va a escoger esta opción, entre todas se pueden decidir todas las demás cuestiones.

También en esta opción es muy recomendable que cada sesión se la vaya preparando una persona diferente del grupo para que todas nos vayamos empoderando y se evite caer en que siempre sean las mismas personas las que asuman la responsabilidad.

Si se va a facilitar:

Si se va a escoger esta opción, es mejor que sean quienes lo van a facilitar los que, en principio tomen el resto de decisiones para comenzar (como dónde se van a realizar las sesiones o cuáles serán los horarios) Si no, se corre el peligro de que se tarde tanto en tener las primeras sesiones que se nos vayan quedando compañeros por el camino. En todo caso, si hay alguna cuestión que se quiere cambiar, se puede hacer un poco más adelante, cuando el grupo ya esté formado y cohesionado.

La facilitación puede ser individual o se puede compartir. Las dos opciones tienen ventajas e inconvenientes.

Ventajas de la cofacilitación:

– Complementación, cada uno aporta algo distinto en la facilitación.

– Si una no está muy centrada en una sesión el otro puede hacerse más cargo ese día.

– Si necesitas faltar a una sesión por la cuestión que sea (un viaje, curro, no te encuentras bien…) el grupo no se queda colgado porque la otra persona puede hacerse cargo.

– Nos ayuda a ponernos más en la tarea de pensar sobre las sesiones, tanto sobre lo que ha pasado el último día (o en el último trimestre o el último año), como sobre qué cosas plantear para la siguiente.

– Tenemos dos puntos de vista sobre las cosas que nos ayuda a tener una visión más global y completa de cómo va el grupo.

Qué tipo de grupo se quiere.

Hay tantos grupos como posibilidades se nos ocurran. Puede haber grupos que:

Se centren en:

  • hablar de las experiencias psíquicas concretas
  • compartir cómo les va la vida y poner en común recursos
  • hacer actividades que no sean específicas de salud mental, pero entre iguales.

Tengan diferentes formatos:

  • abiertos
  • cerrados
  • que se abran por ejemplo una vez al trimestre.

Tengan diferentes aspectos en común:

  • de escuchadores de voces o experiencias psíquicas inusuales.
  • de personas que comparten un mismo diagnóstico.
  • de personas que han asistido a un mismo recurso.

Que sean mixtos o no:

  • por género.
  • por modos de sufrimiento psíquico.

Dónde se van a hacer las reuniones.

Es importante decidir si se quiere hacer en un espacio institucional como puede ser un hospital de día, una unidad de rehabilitación psicosocial… (una asociación también podría considerarse institucional dependiendo de su funcionamiento) o en un espacio neutro en este sentido, como puede ser un centro cívico, un centro social, un ateneo… Todo en función de las posibilidades de las que se disponga y de donde se sientan más cómodos sus participantes.

Cuánto tiempo van a durar y cuál va a ser su frecuencia.

Si hay facilitadores el grupo tendrá que adaptarse a la disponibilidad de estos. Los grupos de apoyo mutuo los llevan personas voluntarias y requieren de un trabajo y una   preparación. Es importante que estos midan bien qué es lo que pueden asumir y cuáles son sus limitaciones para no terminar quemándose.

Por lo demás, depende de la intensidad que las personas del grupo quieran o puedan asumir.

Nosotros hacemos sesiones de hora y media. Más de esto puede ser demasiado denso y/o    intenso. Y menos puede no dar tiempo a que todo el mundo que quiera pueda participar. Pero como ya hemos dicho cada grupo es un mundo.

La frecuencia es cada dos semanas, que es lo que podemos asumir.

Número de participantes:

Hay grupos que no tienen límite y otros que ponen un número mínimo y un número máximo de personas que pueden participar.

Nosotros como máximo hemos puesto aproximadamente ocho personas. Más nosotros que somos dos, diez. Más allá de ese número de participantes es difícil que todas las personas, en el   tiempo del que disponemos, puedan participar si es que lo desean.

Normas del grupo.

Hay dos tipos de normas, las no negociables, sea el tipo de grupo que sea, y las que se consensúan entre sus miembros.

Las no negociables son las reglas que hacen que los grupos de apoyo mutuo sean realmente grupos de apoyo mutuo y no charlas de café. Tienen un sentido y es importante que se dedique tiempo a debatir sobre cada una de ellas para que las miembros del grupo entiendan realmente su sentido. Que el grupo funcione con ellas requiere tiempo. Ponerlas en práctica supone cambiar la lógica de cómo hemos aprendido a socializarnos y de cómo nos han psicoeducado. Es importante no desesperar porque cueste al principio, entre todas, poco a poco, se va subvirtiendo esa lógica y en realidad es hermoso poder hacerlo colectivamente. Cuando el grupo ya las va asimilando es más fácil que si entra alguien nuevo se vaya sumando a la dinámica.

Serían:

– Absoluto respeto por la experiencia y el sistema de creencias de las personas:

  • No juzgar
  • No imponer creencias propias.

– No se admite ningún tipo de violencia.

  • Homofobia, racismo, machismo…

– Confidencialidad absoluta.

  • Esto debe ser hablado y es necesario llegar a un consenso donde quede muy claro para todo el mundo los límites de la misma. Por experiencia sabemos que no todo el mundo entiende lo mismo por confidencialidad.
  • Cuando esto esté acordado y aclarado ayuda a que se forje el compromiso que todas las personas del grupo lo verbalicen ante el resto de los miembros del grupo, cada uno con sus palabras.

– Hablamos siempre en primera persona:

  • No dar consejos.
  • No decirle a nadie lo que tiene que hacer.

– Tratamos de no utilizar lenguaje clínico y expresarnos mejor con nuestras propias palabras.

Negociables:

Son las normas que el grupo consensúa que ayudan a que las personas que participen se sientan más cómodas.

Por ejemplo:

– Cuando alguien llega tarde entra sin saludar y se sienta en silencio.

– Móviles en silencio.

– Si alguien no va a venir que avise.

– Que miren a todo el grupo al hablar, no solo a los facilitadores.

Para que todas ellas se vayan asimilando, lo cual como hemos dicho va a suponer un proceso, se pueden leer para refrescar la memoria al comienzo de cada sesión, al menos en los primeros encuentros. También, si existe la posibilidad, se puede dejar apuntadas en algún lugar donde estén a la vista de todas.

SESIONES:

Es importante dedicarle tiempo a preparar y a reflexionar sobre las sesiones. Si todo el grupo es responsable del funcionamiento, igual cada vez puede encargarse una persona distinta de hacerlo. Si hay alguien que lo facilita, es importante que lleve preparado el tema o la dinámica que va a plantear a las compañeras.

Dicho esto, es importante también ser flexibles, un grupo es algo vivo y hay veces que surgen asuntos que son importantes para el grupo y es necesario dejar aparcado lo que se traía preparado. Es bueno aprender a adaptarse. Saber cuándo hacerlo y cuándo no es algo que se va aprendiendo con la práctica. También, ante la duda, se puede preguntar directamente a las compañeras qué prefieren hacer ese día, si atender ese asunto o continuar con la dinámica que se traía preparada.

Ejemplos de temas a tratar: la relación con las profesionales, consumo de tóxicos, fármacos, familia, violencias sufridas…

CUESTIONES PRÁCTICAS:

Importancia de la escucha:

  • No conversaciones cruzadas.
  • No interrumpir.

– Los silencios son importantes.

  • Pueden ayudar a que las personas que menos intervengan lo hagan.
  • A veces preceden a que alguien plantee algo importante o son necesarios porque se acaba de decir algo de mucho peso.

– No comparar:

  • Ni con otros ni con antes. Cada persona tiene su proceso y este además no es lineal.
  • Acoger a las nuevas compañeras:

Cuando entren personas nuevas es importante dedicar tiempo a acogerlas y a explicarles entre todas el funcionamiento del grupo y las normas. También puede ser una buena opción que algún miembro del grupo quede con la persona para explicarle tranquilamente cómo se funciona y cuáles son los acuerdos para que la persona decida antes de entrar si es lo que busca y si está de acuerdo con el enfoque y el funcionamiento. Esta opción aporta que la primera vez que la persona asista ya conozca al menos a una persona. Entrar en un grupo donde todo el mundo se conoce puede ser difícil en ocasiones, y más si estamos pasando un mal momento.

  • Hacer más preguntas que dar respuestas:

Solo la persona puede saber qué es lo que le sucede y qué es lo que necesita. Es importante ayudarnos las unas a los otros que nos demos cuenta de esto, ya que las personas que hemos sido psiquiatrizadas hemos sido desposeídas de nuestro propio criterio y de nuestro propio saber en demasiadas ocasiones. Es importante romper la lógica de las consultas donde son los profesionales suelen quienes creen saber más y mejor sobre nosotras mismas.

  • El AM no implica amistad.

Es un espacio político donde compartir. Lo hacemos por un interés común. Eso no implica la creación de una tribu identitaria. Puedes experimentar apoyo mutuo con personas con las que no querrías tomar una cerveza, y está bien.

  • Establecer mecanismos que garanticen la horizontalidad.

Esta no ocurre simplemente porque la nombremos. Supone un proceso que es necesario ir revisando. Es importante detectar monopolios de la palabra, personalismos, determinados tonos… Esto es más fácil cuando se cofacilita el grupo. También se puede ayudar hacer supervisión externa con compañeros y compañeras de otros espacios horizontales (o directamente de otros grupos de apoyo mutuo).

  • Formarse:

Llevar un grupo (sea como facilitador o compartiendo la responsabilidad de llevarlo entre todas) es algo que requiere de un aprendizaje personal y colectivo. En ellos tratamos o salen temas que en muchas ocasiones son muy delicados (abusos, violencia…). También es posible que se hayan vulnerado nuestros derechos en muchas ocasiones en diversos ámbitos… Por ello es importante ser sumamente cuidadosos y además formarnos para poder hacer frente cuando ciertos temas salen en el grupo. También hay que aprender a distinguir cuándo hay que derivar algún asunto a otras personas o profesionales porque el grupo no está en condiciones de afrontar una situación concreta. Y además para cambiar la lógica de cómo se suele funcionar en la sociedad en la que vivimos es necesario formarse y socializar conocimientos.

  • Tener apoyo especializado.

Puede ser muy útil tener el contacto de alguna terapeuta especializada en asuntos delicados por si a raíz de compartir en el grupo se abre algo que a la persona le cueste manejar como por ejemplo un trauma por abuso sexual.

  • No espaciar mucho las sesiones.

Si esto ocurre es posible que se pierda el ritmo, que las personas se dispersen, o que se olvidan los acuerdos… A veces no queda más remedio. En esas ocasiones es importante ponerle un especial cuidado en constatar que todas las personas están avisadas, igual hacer una sesión que nos reconecte con lo que estábamos trabajando en el grupo antes de continuar con otras cosas…

  • Evitar que en el GAM participen miembros de una misma pareja o que tengan una relación sexo- afectiva, también que sean familiares.

Es importante poder hablar con libertad y que esté alguien cercano puede dificultarlo. Podría suceder que se tenga algún problema con esa persona y si esto fuera así no podría hablar de ello. Si se comparte GAM se coarta la posibilidad de expresarte sin limitaciones.

  • Ceder la palabra a quienes no suelen tenerla.

Si alguien que no suele hablar en las sesiones siente la necesidad de hacerlo es importante dejarle el espacio que necesite para que lo haga.

  • Ser pacientes.

En ocasiones, cuando alguien entra por primera vez a un GAM, la persona puede tener mucha necesidad de expresar lo que le sucede. Esto puede ser porque se está en un momento de crisis o podría ser que nunca haya estado en un espacio de seguridad donde poder hablar con libertad de las cosas que le hacen sufrir psíquicamente.

  • No creemos que en los GAM deba haber profesionales ni participando ni facilitando (a excepción de que sea un grupo de transición), y en ningún caso pueden tener un rol clínico con las personas que forman parte del GAM.

Es un espacio de seguridad para hablar de lo no hablado. La asimetría de poder imposibilita / castra el potencial liberador y terapéutico del grupo.

  • A la hora de sentarnos a compartir, poner en juego la seriedad y la curiosidad.

Venimos a compartir experiencias que en la mayoría de las ocasiones nos generan mucho sufrimiento. Aunque haya momentos que el humor pueda sernos útil es importante tener cuidado con no herir la sensibilidad de nuestras compañeras.

  • Evitar juicios y consejos.

Conversar. A veces puede sernos útil que alguien nos dé un consejo, pero no podemos perder de vista que a lo mejor al hacerlo podemos estar evitando que la persona tome la responsabilidad de decidir qué es lo que quiere o necesita. No olvidemos la máxima autonomía = salud.