Algunas de las cosas que me encantan de Diálogo Abierto; de Rachel Waddingham

Artículo traducido de la web de la autora titulada Más allá de la etiqueta.

El tiempo es limitado, por eso ahora lo que intento es orientarme hacia las personas e iniciativas con las que conecto. Mi familia y amigos están en los primeros puestos de mi lista. La música, el Movimiento de Escuchadores de Voces y los enfoques creativos para acompañar a las personas que están sufriendo van, muy de cerca, en segundo lugar. En esta página he hablado largo y tendido sobre mi conexión con el Movimiento de Escuchadores de Voces. Hoy me gustaría contaros un poco sobre lo que se conoce como “Diálogo Abierto”; por qué significa tanto para mí y qué cosas creo que puede ofrecernos en el campo de la salud mental y la atención social.

Diálogo Abierto es el nombre de un enfoque que se desarrolló de manera orgánica en el oeste de Laponia en los años ochenta y noventa, por un grupo multidisciplinar de profesionales que trabajaban en el Hospital Keropudas en Tornio (incluyendo a Birgitta Alakare, Jaakko Seikkula y Marku Suttela). Hay muchas historias sobre su origen, pero lo que más me emociona es imaginar a estos profesionales escuchando su propia incomodidad y usándola como guía para realizar una serie de cambios que —al final— crearon un sistema de cuidado radicalmente diferente al que yo había vivido en primera persona. Creo que la incomodidad es algo que puede sentir cualquier persona que trabaje en los servicios de salud mental si se para a escuchar su cuerpo. Es en esos momentos cuando nos damos cuenta de que el servicio que ofrecemos no es suficiente… que no estamos conectando con la gente de una manera que les resulte útil… que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, somos parte de algo que puede hacer daño (así como ayudar).

Me encanta la imagen de aquellos profesionales escuchándose a sí mismos, hablando entre ellos y —lo más importante— hablando con, y escuchando a, sus pacientes. Los cambios que hicieron estuvieron influidos por las diferentes prácticas y filosofías con las que conectaban, incluyendo:

  • El Proceso Reflexivo de Tom Andersen (donde las familias y redes sociales escuchaban a los profesionales hablar entre sí, de manera tentativa y respetuosa, sobre lo que habían escuchado).
  • Los textos de Bajtín sobre ser “dialógico” (un concepto que posee su propia teoría detrás, para aquellos que estén interesados) y la polifonía.
  • Aproximarse al “estar con” más que al “hablar de”, que proponía John Shotter.
  • El Construccionismo Social (la idea de que el significado se desarrolla en colaboración con los demás), e ideas posmodernas sobre que existen diferentes maneras de entender las cosas.

Habiendo experimentado esa cosa que se llama “psicosis”, estoy particularmente inclinada hacia aquellas maneras de trabajar que entienden que hay múltiples formas de comprender el mundo. Aquellas que están genuinamente interesadas en, y en trabajar con, los sistemas de significados de las personas, más que en imponer maneras externas de ver el mundo como forma de ayudar.

Mi experiencia con el sistema de salud mental fue que había una sola manera, muy limitada, de entender mis experiencias (que tengo “esquizofrenia” o psicosis), lo que conllevaba un rango igualmente limitado de opciones para darles significado. Me dieron medicación con el objetivo de reducir o eliminar mis síntomas. Me ofrecieron algunas terapias muy limitadas para cambiar mi manera de pensar y reducir el riesgo de lo que llamaban recaídas. En algunas ocasiones, trabajaba con una terapeuta ocupacional y con una trabajadora social para tratar cuestiones más pragmáticas. En resumen, el mensaje que me daban era que la medicación haría la mayor parte del trabajo, y que todos los demás eran como un equipo de limpieza para lidiar con lo que quedaba.

Lo que ofrece el Enfoque de Diálogo Abierto es tiempo y espacio para comprometerse con los significados personales de alguien y con la multiplicidad de significados diferentes que existen en una misma familia o red social. Ese es el foco del diálogo, más que un vehículo para imponer un marco de referencia externo en aquellos que están presentes.

La idea del “estar con” es también importante. Es muy fácil para los profesionales “hablar sobre” la persona, tener una postura de experto y darle vueltas a lo que sería mejor para la gente. El “estar con” nos orienta a una manera más ética de estar con la gente… exige que nos esforcemos por estar junto al otro, de pensar las cosas juntos. Se trata de nutrir una relación. Nos conduce a reconocer la autonomía, la sabiduría y la personalidad de aquellos a los que estamos tratando de apoyar.

Por supuesto, nosotros, como profesionales, podemos tener nuestras propias ideas y perspectivas sobre lo que puede estar pasando. Aún así, con este enfoque, nuestro mandato es sostener esas ideas con ligereza y tener mucho cuidado de no imponerlas sobre aquellos que están viviendo esa situación en primera persona. Requiere que sepamos cuál es nuestro lugar; requiere ser humildes.

Por lo general, en este trabajo se da un “hablar del otro”. La idea es que no podemos conocer a “ese otro”, de la misma manera en que ellos no pueden conocernos a nosotros. A algunos esto les sonará a profunda soledad. Para mí, sin embargo, significa una explosión refrescante de honestidad y respeto. Como paciente, he tenido a muchas personas diciendo que sabían lo que estaba ocurriendo dentro de mí. He tenido a gente reclamando mis entrañas con todo tipo de teorías y etiquetas —psicoanalíticas, médicas y psicológicas—. He tenido que luchar para recuperar el sentido de mí misma y desatarlo de las ideas que otras personas tenían sobre mí. La lucha ha sido dolorosa, larga y, de alguna manera, aún continúa. La idea de respetar la otredad del otro nos ofrece un modo de protegernos de aquel tipo de arrogancia. Si no podemos conocer al otro, y el otro no puede conocernos, ¿qué podemos conocer? Tenemos mucho con lo que trabajar —tenemos acceso a todas las cosas que ponemos en el espacio que existe entre nosotros— las cosas que mostramos y que compartimos. Podemos construir puentes que nos permitan entendernos. Podemos conectar de una manera respetuosa que haga honor al hecho de que lo que vemos y sentimos de los demás es solo una parte de lo que hay. Quizá nuestra mirada desde el exterior pueda ayudar a alguien a comprender mejor su situación, pero jamás debería ser el punto de vista dominante sobre la experiencia que esa persona está viviendo en sus propias carnes.

Así que en Tornio encontraron la manera de combinar una visión del mundo (el compromiso con el dialogismo, la polifonía y el respeto a la diferencia) con un conjunto de prácticas terapéuticas que nutrían las condiciones para que se diera el diálogo y que las personas se sintieran escuchadas. Es muy importante el hecho de que todo esto se desarrolló dentro de un sistema cuya estructura apoyaba estas prácticas y proporcionaba una respuesta sensible y flexible a las crisis. No es perfecto (nada lo es), pero cada vez que hablo o escribo sobre esto no puedo evitar compararlo con el sistema que yo misma me encontré tantas veces. Más allá de mis propias luchas, me recuerdo defendiendo a un amigo que estaba teniendo un sufrimiento extremo y sintiéndose fatal por cómo parecía que el sistema estaba configurado para crear barreras. Unas barreras a las que, activamente, no se les daba respuesta… algo que en mi entorno parecía haberse convertido en un arte.

A pesar de mi frustración con las respuestas que muchos de nosotros hemos recibido ante nuestro sufrimiento, sé que dentro de los servicios, la mayoría de los trabajadores quieren de verdad conectar. Esos servicios están llenos de personas que quieren ser útiles para aquellos que están lidiando con su sufrimiento. Como preparadora, siempre me ha honrado trabajar con equipos del sistema británico de salud (y equipos de trabajadores de todo el mundo) cuando compartimos las historias sobre cómo hemos acabado en este trabajo y qué significa para nosotros. Para muchos de nosotros esto no es un trabajo… es una vocación; algo que nos apasiona. Sin embargo, la estructura de los servicios y algunas de las prácticas que se priorizan pueden dificultar mucho mantener ese fuego vivo. Diálogo Abierto, y los enfoques relacionados, tiene muchas posibilidades de ayudar a las personas a trabajar de maneras que se sienten como más éticas y humanas.

Estos enfoques se están implementando ahora en muchas partes del mundo —incluyendo Estados Unidos, Irlanda, Japón, Dinamarca, Alemania, Italia, Argentina, Israel, Australia y Polonia—. Uno de los motivos principales de esto es que Diálogo Abierto tiene algunos de los mejores resultados en el mundo (aunque se lo nombra como enfoque para psicosis en las revistas de investigación, en Laponia Oeste se emplea para trabajar con todo tipo de crisis de salud mental/social). A medida que el equipo finés conoce otras culturas, va ocurriendo algo verdaderamente maravilloso —el enfoque está evolucionando en respuesta a la situación local—. Diálogo Abierto, o como quiera que acabe llamándose, no es algo que se pueda imponer en un contexto. Tiene que ponerse en diálogo con la gente local… ¿qué prácticas y sistemas van a ayudar a crear las condiciones para el diálogo aquí? ¿Qué voces necesitan ser escuchadas? Ciertamente, en mi experiencia de co-conducir un programa introductorio de formación en Israel y en Gales, aproximarse con humildad y con la mente abierta es una parte esencial de ser preparadora. Igual que en la práctica, es muy importante “estar con” los alumnos a medida que luchan con sus ideas y se preguntan cómo van a poder trabajar en su contexto particular. No podemos saber a dónde va a llegar esto (pero, como preparadores, proporcionamos una estructura bastante cerrada para ayudar a la gente a conocer el sentido corporal de lo que significa estar en diálogo y los cimientos de la práctica necesarios para crear espacios dialógicos).

Uno de los desarrollos más emocionantes, por lo menos para mí, es el punto de encuentro de Diálogo Abierto (un enfoque profesional) con el movimiento de supervivientes y con aquellos de nosotros que tenemos experiencia personal de sufrimiento/diagnóstico/coerción. Esto ha añadido, de varias formas, un plus de mayor conciencia social a los desarrollos del enfoque (y ha influido en la práctica de Diálogo Abierto de vuelta a sus raíces en Tornio). Con ello se está produciendo un creciente reconocimiento de que si de verdad queremos escuchar a todas las voces, hay algunas que son más silenciosas que otras (y algunas voces que son marginadas o que ni siquiera pueden ser escuchadas por profesionales bienintencionados). Como alguien que tiene “experiencia en primera persona”, suelo ser capaz de escuchar otros planos de lo que se está diciendo en una reunión de tratamiento con la red social —y al escucharlos, puedo responder a ellos—. He trabajado con alguien cuya experiencia es la de ser madre/cuidadora. A su vez, ella era capaz de de escuchar cosas diferentes a mí. Ningún par de oídos es superior a otro… simplemente aumentan el rango de cosas que se pueden escuchar en una reunión y a las que se puede responder (y, espero, atender a aquellas voces que son generalmente silenciadas en nuestra sociedad).

Todavía queda mucho por hacer. Estoy deseando ver a dónde se dirige este enfoque en los próximos años. Todavía guardo en mi corazón el deseo  de combinar algunos elementos del Movimiento de Escuchadores de Voces con Diálogo Abierto en los servicios dedicados a apoyar a gente joven y sus familias y redes en mi territorio… pero es una meta a largo plazo.

Si tienes alguna pregunta sobre Diálogo Abierto, o quieres compartir tus pensamientos/experiencias/ideas, por favor, hazlo. Será genial escucharlo.

Con calidez, Rai.


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