Una de las características esenciales de la psiquiatría es la capacidad de control que puede llegar a ejercer sobre la vida de las personas. Desde su surgimiento como disciplina en el siglo XIX, ha estado íntimamente ligada a la regulación de la desviación y ha trabajado en estrecha relación con el aparato legal de los Estados (sean estos totalitarios o democráticos). Este es uno de los rasgos que la hace diferente del resto de especialidades médicas —junto con el hecho de carecer de cualquier tipo de prueba objetiva / de laboratorio a la hora de emitir los diagnósticos que sirven de punto de partida para sus tratamientos—. El papel de la psiquiatría en la represión política está ampliamente documentado en la Alemania Nacionalsocialista, la URRS, China o el franquismo (en esta web puedes acceder a información sobre la eugenesia nazi, la psiquiatría soviética o el papel de Vallejo Nájera en la represión de la disidencia durante el franquismo). Y también ha tenido un peso descomunal en el sostén del racismo, el machismo o la homofobia. Las recientes acometidas de los psiquiatras conservadores en nuestro país contra las personas trans no dejan de responder a una lógica histórica que viene de muy lejos (la drapetomanía era la enfermedad mental que se inventó para explicar qué podía llevar a los esclavos negros a escaparse y buscar la libertad).
A día de hoy, el vínculo entre psiquiatría y represión política es mucho más débil que en el pasado, pero eso no quiere decir que no exista, y que no debamos estar en guardia para luchar contra esa colaboración de efectos tan devastadores. En esta entrada os queremos presentar una caso actual que está teniendo lugar en Suecia:
Sindre es un activista sueco por los derechos animales. Forma parte de su comunidad de lucha local, de la que participa activamente desde hace años. En el marco de la lucha contra la industria de las pieles, ha sido acusado de amenazar a un empresario peletero (acusaciones que él niega) y ha sido condenado a algo que por aquí no existe pero podríamos traducir como «cuidados psiquiátricos forzosos». Es decir, que si no hubieran metido el factor «salud mental», su sentencia habría sido de 4 meses de prisión y una multa de 10.000 coronas, pero ahora está encerrado desde el 9 de octubre, sin fecha de salida, y la última palabra sobre su vuelta a casa la tiene el hospital psiquiátrico.
Abajo enlazamos una entrevista para que podáis conocer mejor su caso.
Nos gustaría animaros a escribirle unas líneas mostrando apoyo, es de las pocas cosas que podemos hacer para ayudarle a sobrellevar la situación:
Sindre Annasson Persson
Rudolf Jonassons väg 25B
24136 Eslöv (Sweden)
La entrevista: https://unoffensiveanimal.is/2