El conocimiento de los datos oficiales sobre contenciones mecánicas en las Unidades de Salud Mental del Complejo Hospitalario de Navarra provoca la indignación del autor, pues considera tal práctica un atentado contra los derechos humanos. Y aprovecha la inminente fiesta de los Reyes Magos (pura coincidencia) para iniciar su comentario con la carta de un niño a tales majestades.
Queridos Reyes Magos:
Os escribo a sabiendas de que no existís, y de que no puedo esperar nada de vosotros. Os escribo por mantener abierta una ventana a la esperanza, por no pensar ni en la muerte ni en el suicidio.
Tengo diez años recién cumplidos. Nací en Rusia, de padres desconocidos que me abandonaron en la puerta de un orfanato. Me adoptaron mis padres españoles, que viven en Pamplona. Fui para ellos una alegría, pero ahora soy un dolor, y lo siento porque los quiero.
Lo que pasa es que mi cabeza no entiende el “orden” que imponen en la escuela ni en ningún sitio. Decían que era hiperactivo y ahora que tengo psicosis; pero yo creo que no tengo nada, sólo que no encajo en estas escuelas, con estos maestros. Podría decir que son ellos quienes tienen psicosis, quienes necesitan tratamiento, pues cumplen con un orden que anula el libre expresarse y la alegría de vivir.
Me han hecho todo tipo de pruebas y dicen que tengo super-inteligencia y que podría estar en la universidad, pero eso no me salva de que intenten darme medicamentos que me atontan. Me resistí el otro día y terminé pegando a la pobre maestra que atendía el comedor, y luego a los policías que querían “poner orden”. Acabé ingresado a la fuerza, “por orden judicial”. Todo son órdenes, todo son imposiciones, nadie atiende a razones, y yo las tengo: quiero vivir, quiero disfrutar de la alegría del desorden (que llaman ellos).
Me ataron. Sí, me ataron con cinco puntos. Se lo oí al enfermero que se lo decía a mi madre: “Hemos tenido que atarlo por cinco puntos, parecía un oso enfurecido, hasta nos ha mordido. Es decir, lo hemos atado y sujetado, las cuatro extremidades y el pecho. Ahora está tranquilo en la cama, no se preocupe, vuelva mañana”.
No, no estaba tranquilo, estaba muy asustado, aterrorizado, callado, horrorizado, espantado…Se me había pasado la furia y lloraba sin parar. Me había meado y cagado encima, ¡qué vergüenza y qué sufrimiento con aquella sensación de mojado y sucio! Sentía un miedo atroz. Una mosca se me posó en el ojo y grité, aullé, giré y giré la cabeza. Nadie acudió a ayudarme y sólo pude defenderme cerrando los ojos con todas mis fuerzas durante todo el tiempo. Me empezó a picar la nariz, un picor horrible, tenía que rascarme, era imposible aguantarse, no podía hacer nada excepto gritar y suplicar, a sabiendas de que no me harían caso. Con la impotencia y el lloro se me pasó el picor al salirme mocos por la nariz, pero entonces fue peor, me empezó el dolor en las muñecas, en los puntos de atadura. Pensaba: “¿Hasta cuándo estaré así? ¡Me muero, no lo aguanto! ¿Qué he hecho para que me castiguen tan brutalmente? ¿Por qué no dejan pasar a mi madre? ¿Cómo deja mi padre que me hagan esto?”. A veces tenía ratos de rabia, de enfado infinito, de agitación, de gritos y de aullidos y entonces venían y me ponían otra inyección, justo lo que más odiaba.
Llegó la noche y me dormí. Soñé que era feliz en un mundo sin orden, en un mundo alegre donde los niños podíamos ser como somos.
Al día siguiente me soltaron.
Estaba amansado.
Me senté en el suelo y lloré y lloré, sin consuelo.
Vino mi madre y me abrazó.
No quiero que me aten nunca más. Que no me aten, por favor. No lo podría resistir otra vez.
¿Cómo pueden atar a un niño, sólo porque no entiende el orden?
Os lo pido, Reyes Magos, que no me aten nunca más.
Vuestro Iván.
La contención mecánica
“Creo que ciertos lugares, ciertos hospitales humillantes, modelan
mediante sus prácticas coercitivas una peculiar antropología de los
pacientes. Desde el momento en que se ata a un enfermo ya no será el
mismo: a partir ese momento, resultará más difícil que sea posible
superar la crisis sin coerción. Es lo que me ha pasado a mí con muchos
pacientes que ya han sido atados en otros ingresos. Los pacientes que ya
han sido atados, casi siempre saben cómo acaba. Saben que su crisis
será una guerra, una lucha entre ellos y los sanitarios. Así que
anticipan los acontecimientos. Provocan la contención. Se hacen atar”
http://www.nogracias.eu/2018/06/13/campana-cero-contenciones-fuego-las-correas-piero-cipriano/
“Nada justifica la pérdida de derechos humanos que supone la
contención mecánica, ni en enfermos, ni en ancianos, ni en niños, ni en
adolescentes, ni en presos, ni en nadie. Hay países, como en Islandia,
en que está prohibida. Su uso vulnera el derecho a la libertad y a la
seguridad, a la integridad física, a la propia imagen y a la intimidad.
No sabemos cuántas contenciones mecánicas se emplean al año, ni dónde,
ni a quién se aplican, ni porqué, lo que extiende una cortina de
ocultación que favorece el abuso impune”
https://www.actasanitaria.com/celda-606-aislamiento-contencion-suicidio/
La contención mecánica en psiquiatría en Navarra
Y de pronto llegó la luz el 19 de diciembre de 2018 y se conocieron datos parciales del uso de la contención mecánica en Psiquiatría en hospitales públicos de Navarra.
Llegó la luz al Parlamento de Navarra, con las Navidades. Y la luz es cegadora:
“Los datos muestran que la práctica de sujetar a la cama al paciente es
frecuente para quienes ingresan por sufrimiento mental [en las Unidades
de Hospitalización Psiquiátrica]:
Algo más de 1 de cada 10 pacientes es sujetado en el Hospital Reina Sofía de Tudela, algo más de 1 de cada 5 en el Complejo Hospitalario de Navarra, en Pamplona, y 1 de cada 3 pacientes menores de edad es contenido cuando ingresa en la Unidad Infanto-Juvenil de dicho Complejo”.
“La contención mecánica en las Unidades de Hospitalización Psiquiátrica en Navarra no es una práctica aislada sino habitual y alcanza a muchas personas ingresadas, incluidos niños y menores de 18 años”.
Todo depende del centro donde se ingrese. “Significa que lo decisivo a la hora de aplicar las contenciones mecánicas no es la clínica del paciente ni la organización del sistema asistencial general en cada país, ni siquiera la legislación al respecto. Los datos pueden ser muy diferentes en hospitales pertenecientes al mismo sistema sanitario, incluso entre unidades pertenecientes al mismo hospital. Lo decisivo son las jefaturas, la cultura de cada unidad, la formación y la dinámica del equipo y su voluntad de atar o de no hacerlo”.
En cuanto a la edad las personas contenidas pertenecen a cualquier tramo de edad. Parece más frecuente en el tramo de 18 a 35 años. Aunque también las personas mayores pueden ser contenidas. Resulta notable la contención en la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica Infanto Juvenil, del Complejo Hospitalario de Pamplona, donde se ha llegado a contener a un niño de once años, a una niña de 12 años, a tres niñas y un niño de 13 años”.
“Se sabe, por las referencias de profesionales, que en ocasiones también han sido contenidos niños con 10 años y menos, y menores con discapacidades intelectuales y motoras”.
“Los datos de la duración solo se han completado en el 28% de las fichas de medidas especiales. Apunta a la infra- notificación como principal sesgo de la fuente de datos, pero también de que no hay conciencia de la importancia tanto del acto de contención mismo como de su recogida en la ficha clínica, tal vez porque se considera como algo rutinario que forma parte del paisaje de la actividad diaria. Sin embargo en las Unidades de Hospitalización Psiquiátrica cualquier pequeña modificación de la medicación se recogerá en una ficha al respecto, de lo contrario simplemente no es posible su administración”.
La duración de la contención fue de media 28 horas en infanto-juvenil, mayor que en adultos (23 horas en Pamplona, y 6 horas en Tudela).
“En las Unidades de Hospitalización Psiquiátrica de Navarra la sujeción se puede realizar con diversas ataduras o puntos. Una de tres puntos significa que se sujeta a la cama mediante ataduras las dos piernas y un brazo, o mediante las piernas y el tronco, normalmente la modalidad primera. Una sujeción de cuatro puntos consiste en poner ataduras a cada pierna y a los dos brazos. Una de cinco puntos significa añadir la sujeción de tronco, mediante una atadura más. A veces se puede añadir una sujeción más, una sujeción de seis puntos, cuando se inmoviliza también la cabeza. El número de puntos refleja una mayor o menor inmovilización de la persona. Entre las modalidades de sujeción hay una clara elección de la de 5 puntos, de mayor inmovilidad. En menores esta modalidad de inmovilización llega al 75,6% de los menores y niños contenidos, la mayor frecuencia de las tres Unidades de Hospitalización Psquiátrica de Navarra. También el uso de cuatro puntos es más frecuente en esta unidad de ingreso de menores”.
Síntesis
Los Reyes Magos somos todos. En Módena, Italia, pasaron de quinientas
contenciones psiquiátricas en 2011 a cero (0) en 2017. En España es
posible lograr #0contenciones en 2020, pero hay que empujar por todos lados. Los datos de Navarra claman al cielo y la respuesta es terrenal, la campaña #0contenciones
https://www.0contenciones.org/
NOTA
Se adjunta la RESOLUCIÓN 1350/2018, de 22 de noviembre, del Director Gerente del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea, en donde se recogen los datos sobre las contenciones mecánicas.
Fuente: Acta Sanitaria