Entrevista a Rufus May (The British Psychological Society)

Publicada originalmente el 30 de noviembre de 2021. La traducción ha sido realizada por Javier Díaz Pintado.

Rufus May sufrió una crisis emocional cuando tenía 18 años. Se le diagnosticó esquizofrenia, lo que dio lugar a tres ingresos hospitalarios. El doctor May, que ahora es psicólogo clínico y formador en salud mental, le cuenta a Fauza Khan, psicóloga auxiliar, cómo sus experiencias dentro y fuera del sistema de salud mental le impulsaron a convertirse en psicólogo.

¿Puedes hablarme un poco sobre ti y contarme qué es lo que te trajo al campo de la psicología?

Cuando tenía 18 años sufrí una crisis emocional. Fue una experiencia muy fuerte y acabé varias veces ingresado en un hospital. Durante mi paso por el sistema de salud mental desarrollé un interés por la psicología. Me consideraban un paciente «psicótico», sentía que no se me escuchaba y consideraba que a lxs pacientes no se les trataba bien. Cuando estaba en el hospital me daban medicación porque tenía creencias inusuales que la gente no comprendía. Estaba un poco perdido en el mundo interior en el que me había refugiado, pero nadie se interesaba por mí ni trataba de empatizar conmigo, eso fue aún más duro que el propio proceso por el que estaba pasando. En los pases de guardia me trataban casi como un objeto por el que sentían curiosidad (pero no curiosidad amable y comprensiva, sino como si y fuera un tipo de espécimen, lo que me resultaba muy alienante).

La medicación que me administraban era difícil de sobrellevar por todos los efectos secundarios que provocaba. Venía de un ambiente más acomodado que el de la mayoría de personas con las que estaba en el hospital: por ejemplo, fui a un colegio privado, y creo que por eso tenía más confianza para enfrentarme a cómo me trataban o pedir que me cambiaran la medicación. Vi que quizá lxs demás pacientes no tenían la misma confianza. Me impactó cómo perdías el estatus y los derechos si te veían como un enfermo mental, era como una especie de apartheid. Antes de tener la crisis emocional era como un rebelde sin causa, después de pasarla pensé que se estaban cometiendo verdaderas injusticias y que yo podría hacer algo al respecto. Vi en la psicología una vía para ello.

¿De qué manera ha influenciado tu experiencia en primera persona en cómo ejerces como psicólogo clínico?

No soy muy fan del término «experiencia en primera persona», se ha institucionalizado y no estoy seguro de a qué se refiere, porque todo el mundo tiene «experiencia en primera persona». Tengo experiencia personal como usuario de los servicios de salud mental y como persona que experimentaba estados que la sociedad denominaba «psicóticos». El término es un poco vago, algunas personas considerarán que están dentro de él y otras no. Pero supongo que eso conduce a tu pregunta, porque uno de los aspectos de mi experiencia que me ha influenciado es el poder del lenguaje y cómo éste puede moldear e influenciar cómo vemos las cosas.

Cuando me diagnosticaron «esquizofrenia» a los 18 me di cuenta de que esa etiqueta condicionaba cómo me veía todo el mundo, y cuando decía que quería dejar de tomar la medicación por un tiempo me decían que no tenía conciencia de la situación. El concepto de esquizofrenia tenía tanta fuerza que anulaba mi experiencia subjetiva, mis esperanzas y mis sueños. Así que me preocupo por cómo usamos el idioma. No creo que tengamos que legislar sobre el idioma, pero sí que debemos cuestionarlo y mirar las cosas desde distintas perspectivas para comprenderlas. Curiosamente me ayudó que la gente usara la palabra «locx». Alguien me dijo una vez que «hay que estar locx para estar cuerdx», y me sentí muy identificado. Mientras que cuando me decían que tenía una enfermedad mental sentía que se levantaba un muro, así que evito usar conceptos que polarizan, como «enfermedad mental». 

También me interesa el poder y cómo podemos distribuirlo mejor. Vivimos en una sociedad muy jerárquica, y en el ámbito académico y de la salud mental estas jerarquías son muy fuertes; a la gente no se la tarta como iguales, lo que puede ser contraproducente. Siempre pienso en cómo podemos colaborar más con los clientes (* manera en el que en el mundo anglosajón se alude a los pacientes), ya sea por medio de conseguir que alguien se involucre desde el principio en sus revisiones hospitalarias en el ala de salud mental, dándoles verdadera capacidad de elección sobre quién está presente en las revisiones o si alguien va a tener una sesión conmigo. Analizo cómo trabajo para ver si puedo ser mejor en cuanto a honradez y respeto. Todo el mundo tiene experiencia y sabiduría, y creo que es importante tenerlo en cuenta.

He participado en un montón de grupos de escuchadorxs de voces en los que se dice que no hay una manera correcta de ver el mundo. Por eso creo que debemos ser muy humildes con respecto a nuestras propias realidades: si alguien tiene una creencia distinta debemos abordarla con delicadeza, o si queremos sugerir un modo alternativo de ver las cosas tenemos plantearnos cómo hacerlo desde el respeto.

Existen perspectivas espirituales, psicológicas (¡suelen competir entre ellas!), biológicas y sociales; todas abren unas posibilidades y cierran otras. Sé por experiencia que las ocasiones en las que parecía estar muy «loco» en el hospital eran también momentos bastante espirituales y empoderantes, así que reducirlos a un problema de salud mental no les haría justicia. Tengo distintas formas de entender mi propia experiencia, así que es importante que respete las distintas concepciones de las demás personas. Aun así, creo que es importante mantener un pensamiento crítico y que está bien estar en desacuerdo. De hecho, creo que un ambiente sano en los contextos de salud mental es aquel donde un equipo puede confrontar opiniones desde el respeto y estar en desacuerdo con los demás.

¿A qué retos te has enfrentado como psicólogo que tiene «experiencia en primera persona» en este ámbito?

Me aparté de un equipo que no parecía estar muy cómodo con mis experiencias, pero de alguna manera les compadezco porque no me abrí por miedo a que me discriminasen. No fue hasta que conseguí el título cuando les hablé de ello. En mi primer trabajo esperé casi un año para contar mi experiencia, y lo hice de una manera bastante dramática: escribí un artículo sobre cómo mi propia experiencia con la salud mental y mi recuperación habían influenciado mi manera de trabajar con lxs demás y se lo dejé a todo el mundo en el buzón para no tener que contárselo a cada persona una y otra vez. Hubo un momento en el que hablé abiertamente sobre mi experiencia en un proyecto de psicoterapia en el que había personas usuarias y profesionales. A las profesionales no les pareció bien y llevaron el tema al departamento de supervisión. Yo les expliqué que lo consideraba algo político y por eso me expresaba abiertamente sobre mi crisis y la discriminación. Creo que esto supone una molestia porque tradicionalmente se espera que lxs psiquiatras se reserven sus experiencias personales para sus propias sesiones de terapia. Dejé ese equipo y empecé a trabajar en Bradford, donde parecía que tenían un enfoque más progresista. Tenían asesorxs usuarixs del servicio que marcaban la filosofía del equipo, y me llamaba la idea de trabajar con dos psiquiatras críticxs de allí.

Sin embargo, cuando escribí un libro sobre mi propia experiencia y cómo ésta había influenciado mi trabajo me resultó difícil encontrar a alguien que lo publicara. Me pregunto si fue porque la sociedad no estaba preparada para ver que se puede tener sabiduría y a la vez haber estado «locx». Sigue siendo muy difícil. Aunque en algunos aspectos se puede considerar que tengo una carrera exitosa, hay mucha gente con la que me gradué que tiene trabajos mejor pagados, así que creo que tengo un pequeño techo de cristal. Pero no sé si eso tiene que ver más con que no me callo las cosas que con que reflexione sobre mi experiencia vivida.

Históricamente ha habido mucha discriminación contra profesionales con experiencia en primera persona con dificultades de salud mental. ¿Crees que aún existe este tipo de discriminación? Y en ese caso, ¿por qué crees que es?

Creo que desde la Ilustración ha calado en nuestra cultura el concepto del «hombre racional» que posee una consciencia individual, es objetivo y puede resolver los problemas de manera racional. La psicología está influenciada por este sueño de la Ilustración, que es bastante individualista. Cualquiera que choca frontalmente con esa concepción de racionalidad, como, por ejemplo, alguien que sufre mucho o que tiene tendencias suicidas, queda fuera de la narrativa dominante. Y, por tanto, el hecho de que yo cuente que mi experiencia con el sistema de salud mental me ha ayudado a ser un mejor profesional supone desafiar ese modelo. Prefiero un modelo en el que las personas podamos ser más complejas que eso. Ser racional es útil, pero también lo es ser vulnerable, espiritual, tener creatividad y reflexionar. Todos estos estados mentales también tienen valor. A pesar de lo dicho, estar «locx» sigue siendo algo indeseable, y los medios seguramente continúan esa idea mostrando a esas personas como peligrosas, con comportamientos inmorales o impredecibles. 

A las mujeres se las ha discriminado también tradicionalmente en el sistema de salud mental, así que creo que hay muchos prejuicios con respecto al género. También creo que vivimos una época interesante, ya que cada vez más personas hablan sobre salud mental, sobre todo sobre depresión y ansiedad. Todavía hay mucho tabú con los tipos de sufrimiento psíquico más extremos, pero en los últimos treinta años la gente ha ido contando más sus experiencias con ellos y eso es algo bueno. Además, el sistema de salud mental tiene cierto interés en reducir las prácticas restrictivas, puede que sea algo simbólico, pero es un comienzo. Con todo, sí que veo mucha discriminación, ¡pero también hay algo de esperanza!

¿Qué crees que necesita cambiar?

Hay que reevaluar el valor de la experiencia personal con el sufrimiento psíquico extremo. Hay veces que podemos aprender mucho de ellos: nos puede dar mucha información sobre de qué necesita recuperarse un/x cliente y su familia. Mi sueño sería que tuviéramos una especie de enfoque reciclador de la salud mental. En vez de intentar librarnos de la depresión o las voces, intentar entender su propósito y su significado, y aprender a través de ellos cuáles son las cosas des las que tenemos que recuperarnos como sociedad. 

Usas muchos enfoques holísticos y alternativos a la hora de trabajar con personas con dificultades de salud mental. ¿Puedes contarnos un poco más sobre eso?

Los enfoques holísticos trabajan proactivamente con las dificultades en vez de contra ellas. Por ejemplo, cuando trabajo individualmente con una persona de los grupos de escucha de voces que organizo, intento aliarme con sus voces; ayudo a la persona a entender que las voces pueden estar sufriendo y que yo hablo con las voces de la gente, así que les pido que hagan preguntas a sus voces y luego me respondan con lo que han dicho. Les animo a que continúen esta forma más constructiva de relacionarse con las voces. Este enfoque se conoce como diálogo de voces. Sin embargo, de forma tradicional la psiquiatría puede intentar silenciar las voces con medicación, y lxs profesionales del enfoque cognitivo-conductual animar a la gente a que las ignore. Este enfoque se centra en recuperar el control, aprender de las voces y ayudar a las personas a colaborar con ellas. 

También me gusta usar el boxeo. Mucha gente tiene rabia reprimida y puede que la expresen dando puñetazos a la pared del centro o haciéndose daño a ellas mismas, por lo que puede ser útil darles un modo de liberar esa rabia de manera constructiva. A veces también les enseño conceptos de artes marciales. Parece que a la gente le resulta muy útil y puede reducir la violencia en el ala, y por eso ha sido una idea muy bien recibida en mi trabajo. También ayuda compaginarlo con otras cosas, como el mindfulness o conceptos de gestión de la ira. Si alguien está enfadadx, en vez de intentar medicarle o meterle en régimen de aislamiento con baja estimulación, puede serle de ayuda expresarlo a través del baile o el boxeo.

¿Estás trabajando en algún proyecto o tienes alguno en mente?

Mi equipo se está interesando mucho por la falta de representación de las personas negras y asiáticas en la profesión de la psicología clínica, en parte debido a la influencia del movimiento Black Lives Matter, así que hemos estado investigando formas de aumentar la representación y la inclusividad. Estamos desarrollando una web que se llamará www.letsfacechange.com. En pocas palabras, se centrará en cómo podemos entender mejor y afrontar el racismo en los servicios de salud mental y la psicología clínica.  

También nos han concedido financiación a nivel regional para programas de tutoría, ya que ha resultado ser útil, y estamos estudiando organizar un evento sobre el racismo y la psicología, y cómo podemos ser mejores profesionales favoreciendo la inclusión y el respeto a la diversidad. Esto ha sido un interés personal durante un tiempo porque de hecho vemos más gente negra en el extremo más duro del sistema y quiero hacer algo al respecto, así que ha sido bonito unirme a otras personas con el mismo interés, ya que puede ser agotador hacer campaña por algo por tu cuenta.

Aparte de eso, estoy trabajando con más personas para establecer una base empírica sobre el uso del boxeo como forma de reducir la tensión y aplicarlo de manera terapéutica.

¿Qué consejo le darías a otrxs profesionales sobre trabajar con profesionales que tengan experiencia en primera persona con dificultades de salud mental?

Me gustaría que a todxs lxs psicólogxs les resultara más cómodo hablar sobre sus debilidades de manera relajada. Si no hablas de ello en general, cuando quieras hacerlo será difícil. Creo que es muy importante tanto para psicólogxs como para otrxs profesionales de la salud aprender a hablar de aquello por lo que están pasando, porque si estás en contacto con tus sentimientos y te es cómodo abrirte, la gente se acercará a ti si necesitan ayuda. 

También creo que a veces existe confusión al relacionar competencia y vulnerabilidad, porque se asocia vulnerabilidad con incompetencia. Mostrar vulnerabilidad de manera equilibrada es en realidad algo sano y no significa que no seas buen profesional. Valoro mucho los momentos donde la gente puede compartir su vulnerabilidad porque lo bueno es que nos ayuda a conectar con lxs demás. Así que, recomendaría que la gente creara ambientes donde pueda hablar con sinceridad sobre lo que les sucede, eso hará que las demás personas también se sientan seguras. ¡Sé el cambio que quieres ver!