Voces y episodios traumáticos

Os ofrecemos otra traducción de la web Understandig Voices.

Un aspecto importante en las investigaciones acerca de la escucha de voces que actualmente se llevan a cabo hace alusión a la correlación entre el hecho de escuchar voces y los episodios traumáticos. Según una de las teorías planteadas, algunas voces se comprenden mejor si se considera que radican en recuerdos de episodios traumáticos tempranos tales como el abandono, el acoso escolar y el maltrato físico, sexual y emocional. Otras pueden estar ligadas a experiencias vitales traumáticas como el duelo, los conflictos armados o la tortura. Muchas de las personas que escuchan voces entienden que pensar en sus experiencias desde este prisma tiene sentido, y supone un paso importante a la hora de resolver los problemas emocionales subyacentes y el sufrimiento que sus voces pueden estar expresando.

Lo que sigue es una breve revisión de la prevalencia de acontecimientos vitales traumáticos entre aquellos que experimentan voces y psicosis en términos generales, y se plantea el papel que la disociación [1] puede tener vinculando ambos.

“Lo que finalmente aprendí es que cada voz estaba íntimamente ligada a aspectos de mi persona y que cada una de ellas traía consigo emociones sobrecogedoras que jamás había tenido ocasión de procesar y superar, tales como recuerdos de episodios traumáticos y malos tratos, de vergüenza, ira, pérdida y baja autoestima. Las voces ocuparon el lugar de este dolor y le dieron palabras. Y, posiblemente, una de las mayores revelaciones vino cuando me percaté de que las voces más hostiles y agresivas en realidad representaban aquellas partes de mi persona que habían sido heridas en lo más profundo…”

Eleanor Longden ‘Las voces en mi cabeza’, TED 2013.

Episodios traumáticos, psicosis y escucha de voces: ¿cuáles son las estadísticas?

“La evidencia de una correlación entre una infancia desgraciada y el desarrollo de futuros desórdenes psicóticos son tan fuertes en términos estadísticos como la correlación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón”.

Richard Bentall, profesor de psicología clínica en la universidad de Sheffield, The Guardian.

Existe una fuerte relación entre la escucha de voces y las experiencias vitales traumáticas. Una revisión de las investigaciones existentes sobre el tema descubrió que aquellas personas con un historial de adversidades durante la infancia [2] (incluyendo abandono, acoso escolar, maltrato físico, sexual y emocional) son cerca de 3 veces más proclives a desarrollar psicosis. Aquellas que hubieran experimentado múltiples formas de maltrato se encontraban en una situación de riesgo mucho mayor. A esto se le denomina efecto dosis-respuesta.

Algunas tipologías de trauma se vinculan específicamente a la escucha de voces como, por ejemplo, el abuso sexual durante la infancia y el acoso escolar.

También hay pruebas de que la naturaleza y el contenido de las voces (sus características y su discurso) guardan relación con los episodios traumáticos. Algunas personas dicen escuchar voces y otras experiencias fuera de lo común que se asemejan a ‘flash backs’ orecuerdos que directamente reproducen o que hacen resonar el suceso traumático. Para otras, el vínculo es más indirecto. Por ejemplo, un superviviente de maltrato en la infancia que sufre vergüenza y otros sentimientos negativos puede que escuche la voz de su maltratador diciéndole que no vale nada u ordenándole hacer cosas peligrosas e inaceptables.

Tipos específicos de adversidad y su relación con la psicosis. Varese et al (2012).

“Creía que era malvado ya que las voces me llamaban todo tipo de cosas. Más adelante, me di cuenta de que las voces guardaban relación con el maltrato físico pues tenían las características de aquellos que me habían maltratado”.

Daan Marsman. Living with Voices

Episodios traumáticos y disociación

Se cree que el modo en que las personas responden a experiencias traumáticas también es importante. Una respuesta muy común es algo denominado ‘disociación’. La disociación ocurre cuando cuando los pensamientos, sentimientos y experiencias se ‘desgajan’ de uno mismo y no se incorporan al flujo de la consciencia y de la memoria propias. Puede implicar:

  • Vacíos en tu vida en los que no puedes recordar nada de lo que sucedió.
  • Sentir como si te llevara la corriente, observándote a ti mismo en una película o viéndote a ti mismo desde el exterior.
  • Sentir como si el mundo a tu alrededor fuera ‘irreal’, ‘inerte’ o ‘nebuloso’.
  • Alteraciones o cambios en tu identidad, incluyendo hablar con una voz diferente, usar un nombre distinto como si estuvieras cediéndole el control a otra persona.

Hay evidencias que sugieren que las personas son más propensas a desarrollar voces si el episodio traumático desencadenó una reacción disociativa. Según una de las teorías propuestas, la disociación interfiere con el modo en que los recuerdos traumáticos se almacenan, distorsionándolos y haciéndolos más proclives a ‘surgir como un resorte’ en otros contextos futuros. De este modo, la disociación puede que sea una parte importante del rompecabezas que vincula la escucha de voces y las experiencias traumáticas.

La verdad sea dicha, los vínculos entre la escucha de voces, los episodios traumáticos y los procesos de la memoria todavía no se comprenden bien. Algunas investigaciones sugieren que las voces constituyen intrusiones de la memoria que no se guarda en la consciencia diaria de la manera habitual. Una tarea importante de nuestros cerebros es diferenciar entre algo que realmente ha ocurrido y algo que tan solo ha sido fruto de la imaginación. Hay pruebas de que la escucha de voces se relaciona a cambios en este proceso. Ninguna de estas explicaciones tiene por qué excluir a la otra. Más bien, para cualquier persona que escuche voces, es probable que sean partes de la misma historia.

[1] La principal característica de la disociación es un distanciamiento de la realidad. La disociación cubre una amplia gama de experiencias, desde un distanciamiento leve del entorno inmediato hasta un distanciamiento más intenso de las experiencias físicas y emocionales.

[2] Experiencias que pueden causar un sufrimiento grave o crónico durante la infancia, como desastres naturales, abuso, pobreza y desatención.


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