Propaganda psiquiátrica, el caso de Risperdal

Hemos elegido un fragmento de Nuestras mentes, nuestras vidas: palabras, reflexiones y alaridos contra el TAI (Tratamiento Ambulatorio Involuntario) para alentar la reflexión sobre la propaganda psiquiátrica y sus estrategias de venta. Las imágenes hablan por sí mismas (lo peor es que artísticamente hablando son de una gran calidad y un tremendo efectismo, con lo que el marketing chapotea en mitad de un mensaje filantrópico que se convierte en valor -esto es: en engaño- de la marca).

La salud mental no escapa a los planteamientos economicistas de la sociedad capitalista en la que vivimos, los medicamentos son fabricados por una descomunal industria que cotiza en bolsa y que tiene un objetivo propio: aumentar sus beneficios[1]. Por más que su publicidad apele a cuestiones humanitarias como la disminución del sufrimiento[2], las empresas farmacéuticas no son entidades sin ánimo de lucro ni existen para servir a los intereses de la población que padece, son organizaciones privadas que viven siguiendo las reglas de un mercado de las que ellas mismas forman parte. Cualquier atisbo de neutralidad debe ser eliminado a la hora de tratar de entender su funcionamiento, ellas mismas son las encargadas de financiar las principales investigaciones en psiquiatría, lo que lleva necesariamente a cuestionarse hasta qué punto esas investigaciones no están sesgadas y encauzadas.



[1] Teniendo en cuenta que el sector de los psicofármacos es el que más crece año a año dentro de todo el espectro de medicamentos, conviene citar el siguiente pasaje de El gran secreto de la industria farmacéutica de Philippe Pignarre: «Para los países occidentales, y sobre todo para los Estados Unidos, la industria farmacéutica es la joya de la corona capitalista. Es, de lejos, su industria más rentable: los márgenes brutos giran entorno al 70% y hasta el 90% y, según los expertos, su tasa de ganancias promedio es la más elevada de todas: alcanza el 18,6%, contra el 15,8% de los bancos comerciales, que aparecen en segunda posición, por delante de índices mucho más bajos para los demás sectores de la industria. En el mundo occidental, el costo total del gasto en medicamentos recetados aumenta cada año del 6% al 20% según los países, es decir, a un ritmo mucho más veloz que el conjunto de gastos en salud».

[2] La agencia publicitaria inglesa Junction desarrolló una campaña de promoción del Risperdal llena de sensacionalismo, falta de respeto y mal gusto. Con el lema: «Porque las recaídas son una vida de pesadilla», en los carteles que diseñaron son representados gráficamente una serie de delirios y terrores para cuya desaparición la risperidona es la receta mágica. Pueden verse en http://adsilike.blogspot.com/2007/05/risperdal-antipshychotic-for.html.

 


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