«Niega fiebre»: una historia de respeto; de Pablo Serrano, Estrella Sánchez-Gamborino del Río e Ignacio Revuelta

Compartimos un texto escrito por tres especialistas en medicina familiar y comunitaria, y por tanto no centrado específicamente en la salud mental (pese a que a es algo que se aborda en buena parte de él).

Creemos que las consideraciones que se hacen sobre la historia clínica son perfectamente aplicables al ámbito de la salud mental, y que en el caso de que psiquiatras o psicólogos consideren que no es así, deberían esgrimir sus argumentos. Por desgracia, ciertas prácticas cuestionadas en el artículo son habituales en los centros de salud mental, hospitales de día o unidades de ingreso… la ausencia de decisiones compartidas, la afición por el reduccionismo, los prejuicios o el hecho de que las valoraciones subjetivas sean la base de un diagnóstico psiquiátrico y su correspondiente tratamiento son algo que nos es completamente familiar.

Estas páginas constituyen un buen punto de partida para pensar en las propias singularidades de la historia clínica en salud mental. Un documento de difícil acceso para los pacientes psiquiátricos precisamente por ser un campo abonado de mala praxis (conseguirlo puede llegar a convertirse en un camino tortuoso y dilatado en el tiempo), y que se encuentra lejos de contribuir a elaborar un conocimiento sobre las experiencias que nos han llevado a ser atendidos en determinados dispositivos.

Una iniciática política que bien podría incidir en cómo y en qué términos se redactan estos informes sería llevar a cabo solicitudes sistemáticas de los mismos y analizar y compartir partes de su contenido (precisamente aquellas que dejan entrever posiciones morales, estereotipos, consideraciones sexistas y/o clasistas, etc.). Que de alguna manera los profesionales se pensaran dos veces qué tipo de juicios y apreciaciones emplear. Un objetivo pequeño que da cuenta de lo jodido que está todo en salud mental.

Puntos clave del artículo:

  • La historia clínica es el medio a través del cual construimos al paciente y sus enfermeda­des para nosotros mismos y para todos los posibles usua­rios futuros de la misma.
  • Esta construcción ha de servir al paciente y a nosotros mis­mos para comprender lo que le ocurre y el contexto en el que se ha producido.
  • Actitudes como dudar de lo que nos cuentan los pacientes, eti­quetarles con diagnósticos es­tigmatizantes, mostrar nuestros prejuicios en la propia his­toria o generalizar conductas puntuales no benefician a nues­tros pacientes ni son acciones justas.
  • Hacer una medicina centrada en los pacientes, confiar en ellos y tomar decisiones com­partidas, no solo en los trata­mientos, sino incluso en los diagnósticos que alcanzamos, forma parte del camino que se debe recorrer con la población a la que atendemos

«Niega fiebre»: una historia de respeto, pdf.

 


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