Micromachismos: la violencia invisible en la pareja, de Luis Bonino Méndez

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La inclusión del siguiente texto en la web de Primera Vocal tiene su razón de ser en la necesidad de ahondar en cómo el dolor psíquico se desarrolla bajo determinadas condiciones y gracias a ciertas relaciones que socavan la estabilidad y la seguridad de las personas. En este sentido es especialmente interesante abordar la salud mental de las mujeres, reflexionando sobre cómo afecta a nivel cotidiano la pertenencia a un determinado género en nuestras sociedades, y también estudiando cuáles pueden ser las consecuencias (que de normalizadas pueden llegar a ser prácticamente invisibles) de pertenecer a una cultura claramente patriarcal.

Está de más decir que no tenemos porqué suscribir la totalidad de las cuestiones expuestas por el autor (del que sabemos tan solo lo que se puede leer en su web), ni tampoco la forma de exponer sus preocupaciones. Se podría discutir sobre el alcance de la definición de agresión, sobre la tendencia a la victimización y un largo etcétera, sin embargo, lo que más interesa aquí es la aproximación a un conjunto de prácticas más o menos habituales que contribuyen a la desestabilización de la vida psíquica de las mujeres y la consecuente necesidad de combatirlas. Por otro lado, sería interesante acometer una lectura crítica del artículo, tratando de pensar cómo las relaciones de poder envenenan las relaciones de pareja (es más, pensando hasta qué punto la relación de pareja tal y como la entendemos no está predefinida en términos de poder), cómo las manipulaciones se pueden dar en los dos sentidos de la relación y cómo el machismo puede llegar a incorporarse al imaginario femenino.

Así pues, la intención es la de poder pensar la manera de valorar los daños mentales que provoca el machismo (tanto como configurador de la realidad —dado su carácter histórico—, como estrategia de dominación cotidiana), diseccionando cuáles son los mecanismos a través de los cuales inocula la culpa en las cabezas. En este sentido, tiene especial interés la reflexión que el autor hace sobre la llamada locura de las mujeres, un lugar común al que los hombres han acudido para descalificar al otro género (y cuyo máximo exponente en la estupidez de nuestra cultura es ese ¡Tú estás loca! para evitar cualquier responsabilidad o enfrentamiento real).

Por último, señalar que se echa de menos la referencia bibliográfica a algunos estudios aludidos por el autor y que en el fondo su trabajo es más bien una síntesis de ideas y análisis ya esbozados previamente por otras personas, y cuya obras mencionadas en la bibliografía final resultan bastante interesantes.