Los espacios de solidaridad fallan por la falta de empatía radical. Entrevista con Clara Valverde.

empatia radical_primera vocalPor Homera Rosetti, La Directa, 30/11/2015

“Estamos en guerra: los que tienen en poder neoliberal nos han declarado la guerra. Y la gente hace como si nada. Estamos en una situación de injusticia extrema. No es el momento de estar tranquilos”.

Entrevistamos a Clara Valverde, afectada por una enfermedad crónica, escritora y ciberactivista, que acaba de publicar un libro (De la necropolítica neoliberal a la empatía radical: Violencia discreta, cuerpos excluidos y repolitización; Icaria Editorial, 2015) en el que denuncia cómo las políticas neoliberales buscan el exterminio de las persones excluidas y hace una llamada a la autoorganización del sufrimiento.

El neoliberalismo no necesita armas para matar. Las paradas, las precarias, las enfermas, las emigrantes, las sin techo, las no rentables, todas ellas están sufriendo en su propio cuerpo una forma de política orientada a su exterminio.

En su último libro, Clara Valverde se refiere a esta guerra que genera exclusión con el nombre de “necropolítica” (del griego necro, “muerte”). Y para hacer frente a esta situación, apuesta por la autoorganización del sufrimiento social. ¿Cómo hacerlo? Los espacios de coordinación de luchas y de apoyo mutuo a menudo hacen aguas al trabajar en los márgenes del sistema. “Fallan”, según la autora, “porque la gente no piensa que el sufrimiento que viven otros, esa situación difícil, les pasará a ellos”. “Les falta empatía radical”, afirma.

El último libro de Clara Valverde, De la necropolítica neoliberal a la empatía radical: Violencia discreta, cuerpos excluidos y repolitización (Icaria Editorial, 2015) se acaba de presentar. En sus páginas se explica que la línea divisoria entre las personas “incluidas” y las “excluidas” es cada vez más fina. La autora lo sabe muy bien. Fue profesora de enfermería durante décadas y activista desde muy joven. Ahora está demasiado enferma para continuar dando clases. Desde su cama, en los pequeños ratos en el que el cuerpo se lo permite, escribe y es ciberactivista. Es la presidenta de la Liga SFC/SSC (Síndrome de Fatiga Crónica/Síndromes de Sensibilización Central). “Somos radicales porque vivimos una realidad radical”, dice. Por eso apuesta por la radicalización de la empatía como forma de supervivencia y de lucha.         

HR: Desde la exclusión, ¿se ve el mundo más claro? Explícanos alguna cosa que solo se ve desde aquí.

CV: Se ve la gran negación en la que vive la mayoría de la gente. Es impresionante. Estamos en guerra: los que tienen el poder neoliberal nos han declarado la guerra. Y la gente hace como si nada. Hay gente que no tienen techo, comida, ayuda. Aquí mismo, delante nuestro. Pero casi nadie lo ve. Casi nadie se inquieta. Veo que la gente está demasiado tranquila. No son tiempos para la tranquilidad. Estamos en una situación de injusticia extrema. No es el momento de estar tranquilos.

HR: En el libro hablas de formas de violencia discreta. ¿Nos das algunos ejemplos?

CV: El paternalismo, el pensamiento “positivo”, la manipulación y perversión de la participación ciudadana son algunos ejemplos. La tolerancia es otro tipo de violencia discreta. Si yo “tolero” a alguien, es que tengo poder sobre esa persona. La aguanto. La desprecio. Se dice que hay que tolerar las diferencias. No, lo que hay que hacer es analizarlas, hablarlas, ver a quién sirven, mirar bien a qué se deben.

HR: Te refieres al caso de los enfermos de los Síndromes de Sensibilización Central (SSC), que tan bien conoces- en tu propia piel-, como un “aviso”. ¿De qué nos están avisando?

CV: Las 250.000 personas (el 3,5% de la población) que viven con estas patologías en Catalunya están dando un aviso al resto de la sociedad sobre el nivel de crueldad al que puede llegar el neoliberalismo. Los enfermos de SSC ya tenían pocos derechos y no eran creídos, y ahora, en Catalunya, se les ha quitado el derecho a seguir viendo a sus especialistas. Y se les está retirando las pensiones. Lo que están haciendo las administraciones sanitarias con los enfermos de SSC lo harán con el resto de los enfermos en el futuro. Están viendo que lo pueden hacer y que no hay una alarma social. Eso anima a los administradores y a los gobiernos a excluir más grupos.

CV: Los enfermos de SSC son un aviso de que puede haber en nuestra sociedad cientos de miles de personas que sufren y nadie hace nada para ayudarles. Son un aviso de lo poco empáticos que pueden llegar a ser los seres humanos.

CV: También los SSC son un aviso de lo tóxico que es nuestro medio ambiente. Los productos químicos provocan y perpetúan estas enfermedades. Solo hay que ver a gente que no pueden salir de su casa sin una mascarilla industrial para hacerse la idea de lo que va a ocurrir a los seres humanos en los próximos años.

HR: ¿Somos cómplices de la necropolítica del neoliberalismo? ¿En qué sentido?         

CV: Todos somos cómplices de las políticas mortíferas del neoliberalismo si nos creemos las mentiras de los poderosos y su prensa, si participamos en excluir a los nuevos llegados, a los que no tienen privilegios, a los que sufren. Somos cómplices si no nombramos claramente las injusticias y las desigualdades que vemos. En Catalunya, desde hace unos meses, gente que antes estaba activa trabajando por la justicia, ahora está inactiva, esperando. Este esperar a que algo o alguien cambie, eso es participar en la necropolítica. No hay menos sufrimiento. No hay menos desigualdades. Entonces, ¿por qué la gente está esperando?

HR: ¿Por qué crees que a menudo fallan los espacios de coordinación de lucha como espacios de apoyo mutuo?

CV: No siempre fallan, pero fallan porque la gente no piensa que ese sufrimiento que viven los otros, esa situación difícil, les puede pasar a a ellos. La Acampada ICAMS es un buen ejemplo. Estadísticamente, un tercio de la población desarrollará una enfermedad crónica antes de los 65 años de edad. Eso quiere decir que tendrán que pasar por el temido ICAMS [Insitut Català d’Avaluciones Mèdiques i Sanitàries, la agencia del gobierno catalán que decide si estás demasiado enfermo para trabajar, que otorga pensiones, etc.], y seguro que le darán el alta aunque esté demasiado enfermo para trabajar.

CV: El ICAMS funciona por cuotas y con recortes. No tienen en cuenta la salud de la gente. Son los “mercenarios” del Departament de Salut. Es una injusticia que es o ha sido parte de la vida de muchísimos catalanes. Y, ¿cuánta gente va a las concentraciones semanales delante del ICAMS para protestar contra las altas injustificadas? Pues menos de 100 personas. Y los otros, ¿a qué esperan? ¿A que les toque a ellos? Falla por falta de empatía radical.

HR: Sí, en tu libro hablas de esta empatía radical. ¿En qué se diferencia de la solidaridad?

CV: Solidaridad es una bonita palabra que ha estado muy manipulada y que puede querer decir muchas cosas diferentes dependede quién la utilice. Empatía es ponerse en el sitio del otro, del que sufre. Es intentar imaginarse lo que vive, y mostrarle que su sufrimiento nos importa.

CV: La empatía radical es una idea que he ido desarrollando que no es solo imaginarse e interesarse por el sufrimiento del otro. Es darse cuenta de que el otro no es tan diferente de nosotros. En esta sociedad neoliberal, mucha gente que ahora no están en dificultades, fácilmente pueden estarlo. Si una enferma pierde su trabajo, las políticas neoliberales la dejarán de lado como si fuera basura.

CV: La empatía radical es tomar conciencia de que uno es también el que duerme en el cajero, el que come en Cáritas. Y si uno tiene aún más capacidades radicales, se puede imaginar que también es el refugiado que este invierno se muere de frío en un campamento de refugiados. La mayoría de la gente que no está en dificultades, los “incluidos”, en esta sociedad están muy cerca de ser excluidos.

HR: Santiago López Petit lanza esta pregunta en el prólogo del libro y ahora te la devuelvo: “¿Cómo autoorganizamos el sufrimiento social? En otras palabras, cómo incorporamos la exclusión social al llamado ‘común’?”

CV: El prólogo de Santiago es excelente. ¡Hay que leerlo! Para organizarnos, los que aún no están excluidos deberían acercarse a la realidad y a los espacios de los excluidos. En estos espacios no hay sitio ni tiempo para repetir maneras de organizarse que ya ha demostrado su inutilidad. Crear y mantener estructuras verticales y líderes ha demostrado ser una pérdida de tiempo, energía y aburre y desmoviliza. Aparte de que reproducen autoritarismo y machismo. Yo creo que tenemos que retomar y potenciar las maneras horizontales de organizarnos que llevamos a cabo en el 15-M. Hay mucha gente que ahora han vuelto hacia atrás a estructuras y maneras de organizarse que son verticales. Necesitamos crear pequeños grupos de afinidad para después hacer enjambre con otros para acciones puntuales. La manera de organizarnos tiene que ser ética. El proceso es el producto.Como decían los compañeros de Occupy Wall Street: “No tenemos reivindicaciones. Nosotros somos las reivindicaciones”.

 


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