Fragmento de Los invisibles, novela de Nanni Balestrini

Cuando me llegaron las noticias del final de Morera el invierno casi había terminado encima del agujero de cemento armado del patio había un cielo azul y luminoso el aire era suave cuando soplaba el viento se notaba el olor del mar cercano comenzábamos a desnudarnos abajo en el patio a quitarnos las camisas y las camisetas nos quedábamos allí echados al sol nuestros cuerpos blancos respiraban pero luego nos mirábamos y veíamos en nuestros cuellos en el pecho en los hombros en los brazos pálidos unas manchas más oscuras por todas partes estábamos todos cubiertos de aquellas manchas que eran hongos y hacíamos como si no nos miráramos como si no viéramos las manchas que nos cubrían a todos fue en esos días cuando me llegó la última carta de fuera recuerdo que era de Malva y me hablaba de Morera

Morera al final también por la presión del médico de la cárcel que se había convencido de su estado de desequilibrio mental aceptaron su demanda de excarcelación y le pusieron en arresto domiciliario porque se habían convencido de que en la cárcel no podían tratarle que allí no hacía más que empeorar y así volvió a casa volvió a vivir con su familia y los primeros días sus amigos sus compañeros los que le conocían bien que eran también sus amigos de infancia y que le querían iban a verle intentaron estar a su lado ayudarle como podían pero todo parecía inútil Morera ahora parecía no reconocer ya a nadie no quería hablar con nadie no quería ver a nadie había pedido a sus padres que no dejaran entrar a nadie en su habitación y tampoco él salía nunca de su habitación

se hacía incluso llevar la comida a la habitación y en pocos días transformó la habitación en una celda sacó todos los muebles quiso conservar sólo un camastro una mesa y una silla tenía siempre la ventana cerrada y la luz encendida incluso de día y comenzó también a decorarla como una celda con esas cosas que utilizan los presos las cajas de cartón de los detergentes o de la pasta colgadas de las paredes para convertirlas en repisas y luego una noche imitó una fuga anudó las sábanas y se descolgó por la ventana le encontraron en el patio con un tobillo dislocado pasó un mes sin salir nunca de su habitación vivía como en una cárcel y no quería ver absolutamente a nadie y si veía a alguien no le reconocía ya ni siquiera reconocía a sus padres que naturalmente estaban desesperados ya no sabían qué hacer pero preferían tenerle allí incluso en esas condiciones porque así por lo menos no lo ingresaban en un manicomio criminal y al cabo de un mes un día le encontraron ahorcado en su celda que era su habitación una mañana le encontraron allí se había ahorcado con las sábanas anudadas con las que había imitado la fuga en la que siempre había pensado y que ni siquiera ahora le había salido bien la carta de Malva acababa diciendo que teníamos que darnos cuenta de cómo habían cambiado las cosas fuera ahora y que no nos imaginábamos lo diferentes que eran las cosas fuera como fuera todo había cambiado el aire la atmósfera el clima las conversaciones la gente no debíamos pensar que las cosas seguían como antes ahora el gran miedo había pasado los patronos estaban de nuevo seguros de sí mismos habían vuelto a exhibir su dinero sus Rolls Royce por las calles sus abrigos de piel sus joyas en la Scala y ahora toda la gente y también muchos compañeros sólo pensaban en trabajar en hacer dinero en olvidar todo lo que había ocurrido antes cuando se creía que todo estaba tal vez a punto de cambiar hay un silencio extraño de noche después de la cena ya no nos llamamos de una celda a otra se ven los rectángulos azulados de las mirillas alineados todos iluminados por el reflejo de los televisores se extiende una única mezcolanza de música y de voces monótona y ondulada el techo se ve quebrado a intervalos por los reflectores amarillos que proyectan la enorme rejilla de la ventana que te aplasta en la cama estás dentro de una gigantesca lata de sardinas aplastadas comprimidas estás dentro de una caja cerrada herméticamente soldada qué hay fuera de esta caja quién esta fuera de aquí qué hacen qué están haciendo ahora por qué siguen haciendo cosas haciendo todas esas cosas que hacen sin mí dónde estoy yo qué soy yo cómo es mi cara ahora que sólo me ha quedado mi cara aquí comprimida chata aplastada rompí el espejo con la pata del taburete arrojé los trozos al retrete hice correr el agua la hice correr cinco seis siete veces contemplando el agujero negro del retrete aquel círculo negro por el que bajaba el agua metí la mano dentro luego más al fondo para saber dónde estaba el fondo metí la cabeza la aplasté abajo pero la cabeza no entraba no conseguía pasar por aquel agujero salir afuera al otro lado para ver fuera para ver dónde estoy dónde estáis cuando éramos mil diez mil cien mil no es posible que fuera no quede ya nadie no es posible que ya no oiga nada que ya no oiga una voz un ruido una respiración no es posible que fuera exista sólo un inmenso cementerio dónde estáis me oís no oigo no os oigo ya no oigo nada los reflectores de golpe rompen la oscuridad iluminan como de día la celda


Publicado a fecha de

en