Los caballeros de la cabeza cuadrada

A la atención del periodista Emilio de Benito (El País).

Mi nombre es Celia Maldonado. Soy licenciada en Filosofía, y compañera sentimental de una persona que lleva acumulando diagnósticos psiquiátricos desde hace aproximadamente una década y media. Las palabras que has escrito tienen que ver con su vida, y por tanto con la mía. En cualquier caso, no voy a entrar aquí en cuestiones personales, sino que me ceñiré tan solo a evidenciar de una manera sencilla y gráfica la ausencia de todo rigor lógico en el planteamiento de tu artículo («La mitad de los esquizofrénicos se resiste a admitir la enfermedad», publicado el 6-Oct-2015 en El País)… un texto que se asemeja más a una suerte de publirreportaje farmacéutico (pues la conclusión que se deriva una y otra vez es la conveniencia —no fundamentada— de ingerir psicofármacos) que a un ejercicio de pensamiento racional.

Comencemos…

Seré sincera, leí el artículo y me vino a la cabeza automáticamente la famosa escena de la película Los Caballeros de la mesa cuadrada de los Monty Phyton acerca de cómo descubrir que una bruja es una bruja y qué hacer con ella. Fue antes de indignarme siquiera. La relación era evidente, tus palabras son un chiste… solo que en este caso, y dado el contexto en el que se inscriben, se trata de un chiste de mal gusto. Los Monty Phyton ironizan sobre la manera de retorcer la realidad torticeramente para ajustarla al deseo de unos cuantos, tú te pones manos a la obra.

No voy a llevar a cabo una crítica a la psiquiatría en sí ni a su relación con la industria farmacéutica, tampoco a las dudosas conclusiones que se dan como resultado de este sospechoso binomio. Ya lo han hecho otros y lo han hecho bien; hay libros y artículos al acceso de cualquiera (la más reciente recomendación, la obra de Robert Whitaker publicada en castellano). Me indigna tu artículo periodístico, lleno de inconsistencias, incoherencia interna y contradicciones formales. Si tu defensa se apoya en el hecho de que te limitas a «recoger» las opiniones de otros, sin contrastar y reflexionar sobre ellas, la excusa hace agua por los cuatro costados.

Lo mejor sería que los lectores de estos párrafos pudieran ver la escena de la película y volver a leer tu artículo. Creo que el paralelismo, en cuanto al modo de razonar, basándose en supuestas verdades sin fundamento, está muy claro. No obstante, transcribiré algunas frases y las comentaré.

Antes de ello estableceré la relación entre personajes. Los psiquiatras me recuerdan al verdugo, con unos criterios de verdad completamente inconsistentes, pero investidos de una gran autoridad. La presidenta de Feafes Empleo podría ser cualquiera de los personajillos ignorantes y exaltados de la escena, que articulan el habla cogiendo un poco de aquí y un poco de allá, pero sin un pensamiento ordenado y fundamentado; Maribel Rodríguez básicamente abre la boca para no decir nada… bueno, rectifico, para hacer propaganda de su propia entidad, precisamente la que proporciona ese contexto formativo-profesional que dicen —aunque no se sepa bien quién lo hace— que tanto necesitan las personas con esquizofrenia. El periodista, con su poco riguroso relato, podría ser cualquier otro miembro de la pequeña turba, de esas gentes que se limitan a repetir con exaltación lo que otros dicen —y que no hace una lectura final de lo escrito, a juzgar por el resultado—. Y, cómo no, la aparición estelar del Rey en la película podría verse como la irrupción de Janssen: llega en pleno debate sobre qué es o no es la esquizofrenia para concluir que dichos enfermos necesitan justo una medicación que ellos comercializan. Si comercializaran gansos, serían gansos lo que necesitasen, ¿no?

En fin, que no es nada serio el artículo. Y, a diferencia de la película, no tiene ni puta gracia crear opinión de manera irresponsable y sin un mínimo espíritu de veracidad. Esa práctica tiene un nombre, y no es precisamente periodismo.

Para terminar, quería decir algo sobre la justificación que has esgrimido en Twitter acerca de por qué has llamado «esquizofrénicos» a las personas diagnosticadas de esquizofrenia apelando a la falta de espacio… En fin, no quiero pensar cómo hubieras denominado a las personas con VIH por falta de espacio. Quien no se justifica es porque no quiere (si quieres te facilito varios caminos para reducir caracteres en tu texto sin joder a nadie: de veras, no es tan difícil).

emilio de benito_esquizofrenicos_primera vocal

#Escena de Los Caballeros de la mesa cuadrada, Monty Python (1974)

[El texto citado de tu artículo va en rojo]

[Mis notas, en azul]

-Todos: ¡Tenemos una bruja!, ¡tenemos una bruja!

-Verdugo: ¿Cómo sabéis que es una bruja?

-Persona1: ¡Parece una bruja!

-Persona 2: ¡Porque se le nota!, ¿no lo veis?

-Verdugo: Mostrádmela.

-Bruja:¡No soy una bruja, no soy una bruja!

«La mitad o un poco más no son conscientes de que la sufren», dijo el psiquiatra Fernando Cañas, del Hospital Rodríguez Lafora de Madrid.

¡Cómo la bruja!

-Verdugo: Es verdad, estás vestida de bruja…

«Por una vez le hemos dado la voz a los pacientes», dice Rodríguez.

Así, ellos mismos podrán/tendrán que admitir que tienen esquizofrenia, aunque se sepa poco o nada de ella y no exista ningún tipo de prueba objetiva de diagnóstico… Como la bruja, que tiene que admitir que parece una bruja porque va vestida de bruja.

-Bruja: ¡Ellos me vistieron así!

La persona entra en un círculo socio-sanitario-familiar que va en paralelo al que le correspondería por su edad, que sería un contexto formativo-laboral. Y ello es un lastre para su vida futura. Por ejemplo, Rodríguez contó que pueden tardarse ocho años o más en que la persona, después de un primer brote, se plantee volver a una vida normalizada buscando empleo. El hecho es que solo el 15% de los afectados por la esquizofrenia en España tiene trabajo, solo el 35% lo busca y una parte de ellos (unas 2.500 personas) está ocupado en centros especiales de empleo. «En siete años se deteriora el 70% de su capacidad social», añade Olivares.

Sí, muy ilustres y doctores señores, si se entra en ese círculo —del cual no te queda muy claro según el artículo si mola o no; pero personalmente tengo una opinión clara al respecto: no mola nada— resulta que al final, entre una medicación salvaje que inhabilita tus capacidades y puestos de trabajo planteados en términos de estado de excepción —donde el salario percibido parece que no es lo importante, tal y como sucede en el resto de trabajos, sino que lo es el mantenimiento de la entidad de turno que los gestiona—, se deteriora el 70% de tu capacidad social.

Pues claro, si te visten de bruja pareces una bruja y acabas como una bruja merece.

[…………..]

-Verdugo: ¡Silencio! Hay diversas formas de saber si es una bruja.

-Persona 1:¿Ah, sí? ¡Dínoslas!

-Verdugo: Decidme, ¿qué se hace con las brujas?

-Persona 1: ¡Quemarlas!

-Verdugo: Bien, ¿y qué se quema aparte de las brujas?

-Persona 1:¡Más brujas!

-Persona 3: Madera.

-Verdugo: Y…¿por qué arden las brujas?

Todos:[Expectación]

-Persona 2: ¿Porque están hechas de madera?

-Verdugo: ¡Exacto! Exacto. Y, ¿cómo se puede saber si esta está hecha de madera?

La esquizofrenia no tiene una causa conocida, y sus medicamentos son «para tratar síntomas», explicó Jerónimo Sáiz, jefe de Psiquiatría del hospital Ramón y Cajal de Madrid. Pero quizá su principal característica es que se trata de una enfermedad neurodegenerativa que afecta a personas jóvenes.

O sea, no tiene una causa conocida… y quizá se trate de una enfermedad neurodegenerativa… Ajá.

Señores, qué pocas evidencias para tener tan claro que la medicación, que es para tratar síntomas, es tan necesaria siempre.

-Persona 1: ¡Haciendo un puente con ella!

-Verdugo: Ah, pero… ¿Es que no se pueden hacer los puentes también de piedra?

Aunque no se puede ocultar que a veces un crimen se debe a que la persona está sufriendo un delirio, a que tiene la enfermedad mal controlada, no puede buscarse siempre una causa psiquiátrica a todo lo que parece monstruoso, incomprensible, dijo Cañas.

De hecho, la estadística indica que, proporcionalmente, las personas con enfermedad mental cometen menos crímenes y otros delitos que las que no tienen una de estas patologías.

¿En qué quedamos? Piensen, señores, piensen sobre la irresponsabilidad de la primera afirmación.

 


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